Las vueltas de Full Circle (el pasado jueves se estrenaron los dos primeros episodios por HBO MAX) empiezan con su título. Es decir, la trayectoria de Steven Soderbergh no se asemeja en nada a un círculo cerrado. Más afín al engañador redondel de la teoría de la Gestalt o a unas ondas en el agua, su obra es generosa en encrucijadas, bifurcaciones, capas, giros imprevistos y –múltiples- personajes que confluyen en un punto. Los seis capítulos de la miniserie, entonces, son un nuevo ejercicio del estilo que despuntara con la emblemática Sexo, mentiras y video en 1989, continuara en más de una treintena de largometrajes y unos pocos productos en pantalla chica (The Knick, Mosaic y The Girlfriend Experience) alejados de lo convencional. “Sé que lo que hice ya se vio antes, pero en mi caso, lo que no había probado era lo de presentar la historia como un Caballo de Troya. Empezás a verla y pensás que es otra serie de blancos privilegiados con su tortura pornografiada. Y, en realidad, de manera gradual se vuelve una inversión que profundiza en quién es la víctima. Es una colisión de culturas cuyas semillas van mucho más atrás”, dijo el realizador en una conferencia en la que estuvo presente Página/12.

La circunvalación de Full Circle tiene tres postas inevitables. Por un lado, está el foco sobre una familia pudiente de Manhattan, a eso se suma un grupo criminal afincado en la comunidad guyanesa de Queens y, finalmente, la investigación llevada adelante por el servicio postal. A los usos y modismos corales de la oscarizada Traffic (2000) y Contagio (2011), nuevamente hay una olla a presión. ¿Los ingredientes? Secretos del pasado, corruptelas, tensiones familiares y creencias culturales haciendo lo suyo. En esta ocasión, el sistema de poleas se puso en movimiento con el secuestro “fallido” del hijo de Sam (Claire Danes) y Derek (Timothy Olyphant), nieto a su vez de un famoso chef de tevé (Dennis Quaid). Del otro lado aparecen unos inexpertos raptores con motivaciones que van más allá de cobrar el rescate. Y en el medio, surge Melody Harmony (Zazie Beetz), una detective del Correo que olfatea algo extraño en este delito con fines extorsivos. En términos simplistas, según Soderbergh es una serie sobre el poder del karma, “que es otra manera de hablar de un personaje”, asegura.

“Pensás que es una serie con una trayectoria bastante simple, y no, no, no. En un momento dado, empieza a cambiar, y cambia de nuevo, es muy fuerte y balanceada porque tenés a estas dos familias antagónicas que chocan por algo muy puntual”, declara CCH Pounder, quien aquí encarna a la líder de una mafia enraizada a la comunidad caribeña en Nueva York. Para la actriz, nacida en Georgetown, gracias a Full Circle pudo representar sus orígenes tras una dilatada trayectoria en cine y TV (The Shield, NCIS: New Orleans). “Nunca imaginé que iba a pasar. Como inmigrante, vos tratás de asimilarte lo máximo posible al estilo de vida estadounidense. Más siendo actriz: tratás de modelar tono y tu imagen para que sea aceptable. En este caso, y a pesar del personaje, quería que se viera a este lugar más allá de la idea sobre Guyana como el lugar de la tragedia de Jim Jones. Es un país donde tenés a gente que busca salir de allí”, explica la intérprete en su primer papel junto a Sodebergh. “Lo que más me sorprendió es la certeza con la que trabaja. Si lo resuelve en una escena, listo, pasa a otra. No es de los que te dice, 'probemos con este otro ángulo' o 'filmemos otra por las dudas'. Como intérprete, eso te expone a algo poco convencional, te aprecia mucho, pero vos tenés que estar al tope de tus posibilidades”, describe.

En esa misma línea, Soderbergh compara su faena con la de un deportista. “Confío en ser decisivo y si me equivoco, que sea rápido. Creo mucho en esa sentencia. Ni bien hago algo, le doy una vuelta, la observó, veo los errores y sigo con lo que viene. Me gusta tener fechas de entrega, si no mi trabajo se vuelve complaciente. No creo que mi lugar en esta Industria ni que mi obra sean relevantes, pero eso no significa que no tengan sentido. Creo que esta clase de historias son necesarias”, apunta el director de 59 años. Full Circle, entonces, es una nueva oportunidad para adentrarse en las pesquisas del sujeto que parió éxitos como Erin Brockovich, varios blockbusters (Ocean’s Eleven, Magic Mike), una biopic sobre Liberace (Behind the Candelabra) y más de un traspié (Logan Lucky y Unsane), y quién llegó a coquetear con la idea de un retiro a mediados de lo que va del siglo. “En ese momento confundí mi frustración con mi trabajo. Puse en un lugar equivocado mi enojo con lo comercial. Gracias a The Knick caí en la cuenta de que amo esto, pero el negocio me estaba poniendo nervioso. Desde los días de Sexo, mentiras y videos a esta parte he visto de todo”, confiesa Soderbergh.

Claire Danes y Zazie Beetz son parte del poderoso elenco de Full Circle.

Este proyecto, sin embargo, surge de una nueva colaboración con Ed Solomon (con quien Soderbergh ya había trabajado en la película Ni un paso en falso de 2021 y la miniserie Mosaic de 2018). El guionista partió de dos referencias puntuales: el caso de un fraude a una aseguradora que incluía la desaparición de personas, más la estructura narrativa de El cielo y el infierno (Akiro Kurosawa; 1963). “Es una variación de esa plataforma. Tenés un secuestro que sale mal y tenés sus consecuencias”, confiesa el director.

En un primer momento, la dupla se ilusionó con realizar más de una versión de para la miniserie: una con una “narrativa ramificada” al estilo de lo que pretendiera –sin buenos resultados- en Mosaic y otra más lineal. “Abandonamos la primera opción porque superaba mis límites. Sé que puedo moverme rápido, pero eso ya era imposible. La información acá es crucial. ¿Cuánto es mucho o poco? Es posiblemente uno de los trabajos en los que hice más ajustes en favor de la historia. Pero todo fue para que se entendiera”, expresa.

-¿Diría que es de las producciones más complejas que ha realizado?

-Fue trabajoso. Me gusta lo que hago, creo que tengo el mejor trabajo en el mundo, pero esto tiene sus mañas, y requiere un montón de idas y vueltas. Están las ideas del guion con el equipo, el estudio y también tuvimos a nuestras familias que hacían un visionado previo. Ellos no sabían nada de la historia y nos daban su respuesta en caliente. Sin dudas, fue uno de los procesos más intensos en los que estuve involucrado y lo hice por decisión propia. Pero no fue como un a elección: era lo que necesitaba la historia. Puedo tener un gusto personal como realizador, pero estoy convencido de que para contar esto requería de esta versión. Así que tuve que tratar de ser ecuánime en ser claro pero no ser obvio. La buena noticia fue que todos estuvimos de acuerdo, hubo un consenso de lo que queríamos, pero para Ed fue un montón de trabajo. Para mí siguió siendo divertido.

-Full Circle, como The Knick, tiene como protagonista a la ciudad de Nueva York. Si bien la coyuntura de aquella otra serie estaba en el pasado, parecía mirar al futuro. Aquí, ciertamente, se da lo contrario. ¿Qué le interesa en particular de este registro urbano y ese juego de tiempos?

S.S.: -Me encanta filmar en Nueva York. Es mi hogar, para empezar, y tiene esa resonancia de que es más grande que lo estrictamente físico. Juega con lo mental. Tiene un peso simbólico más allá de lo geográfico, que no es tan grande en realidad si te pones a pensarlo. Nueva York es visualmente entretenida y tiene una sonoridad impresionante. Y están los barrios bien demarcados, cuyos habitantes chocan de manera en que ni se dan cuenta. Me hace pensar en las películas de Sidney Lummet, que estaban muy aferradas a este entorno. Obviamente, Scorsese lo tiene, pero Lummet hizo esas películas de policías en Nueva York que son fascinantes. El verdadero desafío es llevar ese sentido tan rico de la ciudad a algo que sea diferente de lo que ya se ha visto.

-Usted suele participar debates sobre la Industria audiovisual, y publica online su lista de películas y series vistas cada año. ¿Siente que tiene una suerte de círculo de confianza con realizadores como David Fincher, quien le mostró la inédita The Killer?

S.S.: -Espero que no. Más bien, tenemos idas y vueltas. Lo que publico o hago online (N. del R.: su sitio es Extension765) es por pura diversión. Me pasa con el montaje: lo disfruto muchísimo. Podría dejar dirigir, pero nunca dejar la sala de montaje. A veces me consultan, digo lo que pienso de manera abierta y no hay resentimiento. Hace algunos años me pidieron mi opinión sobre Los hermanos Grimm de Terry Gilliam. Si Terry me daba el ok, yo iba a hacer notas. Lo tomó muy bien, tras el estreno me dijo lo mucho que estimaba ese esfuerzo. También pasó lo contrario. En general, sucede con quienes recién dan sus primeros pasos. Me pasan su material, lo veo, noto algunas cuestiones que pueden ser un problema, lo que está bueno, hago la devolución, y en ocasiones no pueden tolerarlo. Así que nunca sabés. Sé que lo hago por diversión y amor al cine. A mi esposa no le gusta tanto. Como el trabajo de Terry lo recibí en navidad, me la pasé esas fiestas viendo Los hermanos Grimm, y mi esposa me quería matar (risas).

-Dijo que ha visto mucho desde que se estrenara su ópera prima. Usted sigue buscando nuevas formas de distribución online y en salas en medio del furor de las películas de superhéroes. ¿Cree que este es un nuevo cambio de era?

-¿Creés que estamos cerca del fin de las películas de superhéroes? Es interesante. Solo soy bueno prediciendo el pasado, así que diré esto: creo que el mayor cambio es evidente en la factura de cómo se hacen películas. Si eras un realizador joven, el problema era que tenías muy pocas chances de hacer una película, pero si lo lograbas seguramente sería vista. Ahora es prácticamente lo contario. Con la tecnología accesible al alcance de todos, podés hacer algo increíble a nivel visual, pero sin chance de que llegue a las salas. Al menos en Estados Unidos, hoy las salas están abocadas al espectáculo, tenés algunas cosas pequeñas para productoras como A24 y nada en el medio. Para mí se vuelve complicado. Hice Erin Brockovich, Traffic o Un romance peligroso, películas de mediano presupuesto para adultos. Eso ya casi no existe más. Es duro. Mis preocupación es para los jóvenes realizadores: ¿cómo hacen para destacarse y poder ser vistos? Crecí en Luisiana y de chico miraba películas que eran exitosas en el modelo del Nuevo Cine Americano. Las películas más exitosas del año eran las mejores en términos artísticos. Eso era lo que yo quería hacer, logré hacerlo durante un tiempo y luego dejó de funcionar. Ojo, cambió la motivación del público. No tengo ninguna prueba de esto, es solo una teoría fumona, pero creo que una de las razones está en el 11-S. Gradualmente evolucionó al escapismo, fantasía y demás. Es mi teoría y una linda discusión sobre si la gente quiere o no ver la realidad en el cine. Lo indiscutible es que en mis comienzos, y un poco más adelante, con Section 8, la compañía que fundamos con George (Clooney), tratamos de hacer esto: que realizadores independientes hicieran películas mainstream que llegaran a ser vistas. Eso funcionó durante un tiempo hasta que dejó de hacerlo. ¿Y qué es lo que sigue? Es lo que todos queremos desentrañar.