Un encuentro centrado en los libros y la lectura, que reúne a referentes de la Argentina y el mundo, que genera acciones concretas que luego se multiplican en distintos lugares, que lleva 22 años continuos realizándose, en una capital de provincia, que a semanas de su realización tuvo que cerrar la inscripción porque superó la capacidad inscriptos, y que prevé unos 3500 asistentes a los plenarios y talleres, más unos 5000 estudiantes en los encuentros con autores en escuelas y bibliotecas. Todo esto es el Foro Internacional por el Fomento del Libro y de la Lectura, que hoy comienza en el Chaco organizado por la Fundación Mempo Giardinelli, y que por cada una de estas condiciones puede pensarse como un evento único y ciertamente sorprendente. Alzando este año el lema “Leer en Resistencia”, el encuentro promete volver a ser, además, un espacio de fuerte intercambio y debate político e ideológico. Como sucede cuando de libros y de lecturas se trata.
El lema que guía al foro este año trasciende claramente el del lugar en el que se realiza. “Por un lado, alude al nombre emblemático, ejemplar de nuestra ciudad, y por el otro a la convocatoria a una nueva resistencia cultural, educativa y lectora. No es la primera vez, porque ya en 2001 y 2002 nos planteamos algo parecido”, advierte Mempo Giardinelli. Para hablar de resistencia, Giardinelli dice que piensa enfocar sus palabras de bienvenida hacia “más literatura y más lectura”. “Porque estoy convencido de que hoy, ante la brutalidad de la crisis política y social, lo alusivo puede ser más incitante y movilizador que lo obvio”, explica. Tras esta inauguración, la conferencia magistral de apertura estará a cargo hoy de la colombiana Silvia Castrillón, impulsora de reconocidas entidades de fomento a la lectura. Su ponencia ubicará a la lectura como “Derecho y herramienta para las resistencias en Latinoamérica”. El español Jorge F. Hernández, el mexicano Toño Malpica, los brasileños Eric Nepomuceno y Alessandro Rodriguez Rocha, el colombiano Juan Diego Mejía, y las locales Graciela Bialet y María Angélica Moller también tendrán la palabra en las mesas de este primer día, en un foro cuya grilla marca múltiples recorridos, hasta el cierre del sábado.
Con sede en el coqueto Centro de Convenciones de Resistencia, el evento se extenderá en talleres y conferencias en la vecina ciudad de Roque Sáenz Peña, y en más de cuarenta encuentros entre autores y estudiantes –desde nenes de jardines hasta jóvenes universitarios– en escuelas, bibliotecas y otras instituciones de Resistencia, Barranqueras, Puerto Tirol, Fontana y Colonia Benítez. A esto hay que sumar una treintena de talleres y diálogos abiertos, pensados alrededor de temas como la lectura en voz alta, el desarrollo de bibliotecas, los haikus y microcuentos, o los poemas y canciones como herramientas del fomento lector, las bebetecas y los libros para la primera infancia, o los lectores adolescentes, entre muchos otros. Y, ya dentro del programa plenario, las mesas y “tertulias de lecturas” que convocan escritores leyendo su propia obra (“el corazón de un encuentro de literatura que no se aparta de un eje fuertemente estético”, dicen los organizadores). Semejante despliegue hace decir con orgullo que por estos días, Resistencia y el resto de las ciudades del Chaco a las que llegará el foro estarán “en estado de lectura”.
“El foro se desparrama por toda la ciudad porque decenas de instituciones amigas, centros culturales, museos, escuelas, universidades, institutos de formación docente, abren sus puertas para que también allí suceda algo, en forma gratuita”, se entusiasma Natalia Porta López, directora de la fundación organizadora, al recorrer la amplitud de opciones. El entusiasmo tiene que ver también con todo un trabajo previo: los chicos y chicas que asistirán a los encuentros con autores vienen leyendo y trabajando sus obras desde hace dos meses. Los talleres se trabajaron para su aplicación práctica, con un primer tramo teórico y una continuidad en la que se piensan estrategias concretas: “Nos interesa plantear la pregunta ‘¿cómo podés llevar eso que aprendiste a tu escuela, a tu biblioteca, al comedor donde trabajás o al centro cultural?’ Son espacios bien específicos para promoción de lectura, la gente sale en marcha para hacer trabajo de mediación y de formación”, detalla Porta López.
Sostenido en el tiempo y multiplicado en el boca a boca de sus asistentes (están los incondicionales que aseguran no haber faltado nunca o casi nunca a lo largo de estos 22 años), el foro fue creciendo a año, pero lo que pasó en esta edición, dicen los organizadores, superó toda expectativa. “El foro siempre fue muy multitudinario, pero en 22 años nunca habíamos tenido que cerrar con tanta anticipación la inscripción, porque para los plenarios superamos las tres mil personas”, cuenta Porta López. “Es muy conmovedor lo que sucede con la gente, que hace un esfuerzo muy grande para llegar, vienen de la Patagonia, de otros países... Y además se inscribieron sin saber del todo lo que iba a pasar, porque la inscripción se abre en abril, y la programación se termina de definir en el último mes. Se creó esa confianza, la certeza de que lo que va a pasar cuando estemos juntos va a ser interesante, bello, útil. Y lo que más nos alegra, de que todos pueden llevarse algo que van a poner en acto. Es interesante porque uno sabe que con la acción en un auditorio, los beneficiarios no son los del auditorio, sino que tiene un efecto multiplicador inmenso”.
La idea de resistencia, tal como aparece planteada en el programa, atraviesa diversos sentidos y puntos de vista: los de lo femenino, o los pueblos originarios, o la memoria reciente, siempre con la literatura como punto de partida y de llegada. “No por casualidad estamos retomando aquella idea de resistencia que alguna vez nos guió, aunque ahora resignificándola. Viendo cómo se pone en acto. Porque sabemos que los esfuerzos por el libro y la lectura, por mucho que se extiendan, desde las ONG tienen un límite. El único que puede generar una política universal es el Estado. A ese Estado le reclamamos durante muchos años que implemente políticas de lectura, luego celebramos que las hubiera, haciendo sugerencias y aportes, y ahora estamos en un momento en que hay que pedir que se retomen las que se abandonaron, o que se creen nuevas”, repasa la directora de la fundación.
También en el repaso de ese recorrido y en el balance de lo logrado en estos 22 años de foros, Giardinelli expresa alegría por la idea “de haber cumplido”. “Al cabo de más de veinte años de trabajo hemos instalado en todas las agendas públicas y sociales del país la conciencia de la necesidad de una política pública de lectura”, asegura, y pone el logro en contexto: “Es desde esa conciencia que ahora se genera tanta disconformidad ante el vaciamiento del Plan Nacional de Lectura que inauguró Alfonsín en 1984 y con asombrosa continuidad llegó hasta 2015 cumpliendo una labor extraordinaria. El haber detenido la dotación de acervos literarios a las bibliotecas escolares, por ejemplo, o la destrucción del programa Conectar Igualdad, van a traer consecuencias nefastas. Y eso se puede apreciar ahora porque durante muchos años nuestro foro fue también un faro luminoso en la materia”, evalúa.
De lo que se trata, entonces, es de libros y lecturas, de modos de resistir y de pasar a la acción.