Podría decirse que la nueva exposición de Marcela Cabutti, “Viento de afuera”, -con curaduría de Irene Gelfman-, es una muestra fuera de serie, en el sentido de que escapa de sus proyectos de largo aliento -por ejemplo sobre el paisaje y contra el extractivismo de Balcarce-, como el que mostró hace dos años en la galería Del infinito.

El filósofo italiano Andrea Cavalletti, en su libro Mitología de la seguridad, cita un principio político-territorial de Carl Schmitt: “No existen ideas políticas sin un espacio al cual sean referibles, ni espacios o principios espaciales a los que no correspondan ideas políticas”. Así, el proyecto ‘mayor’ de Cabutti genera inmediatamente relaciones entre territorio y política. Si tomamos esta muestra como un desprendimiento ‘menor’ de la obra de la artista, nos encontramos con una presentación más íntima, minimalista, fragmentaria y poética.

La gran sala del subsuelo de la galería NN data de la etapa fundacional de la ciudad de La Plata. De modo que la impronta histórica y la penumbra elegida para la puesta en escena de las piezas de la exhibición -junto con la iluminación puntual, con linternas; además del resplandor que emana del bellísimo video proyectado en gran formato-, generan una especial predisposición, acentuada por el sonido del viento, que brota de otro de los videos exhibidos.

La gran altura de la sala en penumbra propone al visitante entrar en una atmósfera en la que las obras evocan paisajes -del territorio y del cielo-. La mirada va en busca del cielo nocturno y de las piedras; de un eclipse y de la mirada afectiva sobre el territorio.

En el texto de presentación, la curadora escribe: “Ningún enunciado puede darse sin la presencia de una voz, de una superficie, sin hacerse cuerpo en un elemento sensible y sin dejar rastro en un espacio o en una memoria. Las piedras de Balcarce presentes en el centro de la sala, dan cuenta de esto, cada marca en ellas es parte de un relato pasado que si le diéramos el tiempo necesario para su contemplación podríamos descubrir. Si bien, cada obra funciona como un sistema en sí mismo, al convivir - conforman una geografía imaginaría de tiempos pretéritos, donde la falta de estímulos externos ayudaban a la contemplación de nuestro entorno.”

El sol y la luna, los eclipses y sus posibles representaciones -una serie de fotos, o la transformación (y puesta en objeto) de un eclipse en un souvenir-; el paisaje que se ve desde distintas ventanas -y que la artista talla directamente sobre el vidrio-, la trituración de una piedra gracias al efecto del salto de un grupo de personas sobre una enorme piedra movible que oficia de prensa natural; todo tiende a señalar con aguda sensibilidad las marcas del tiempo como señales de la memoria.

En la obra de M.C. las rocas son materia prima, pero, como ella misma aclara, su proyecto va más allá del mundo de la geología, la geografía, la historia y la arqueología. Según había explicado en relación con su exposición anterior “las obras presentadas hacen hablar al paisaje, nos muestran su mineralogía, los geos impactos de meteoritos (como geo símbolos), los equilibrios y desequilibrios de la naturaleza y la humanidad, la energía generadora del aire y los trayectos solares”.

La exposición “Viento de afuera” -que incluye videos, esculturas, instalaciones, vidrios tallados, objetos y fotografías- remite poéticamente a otro espacio y otro tiempo en suspenso (que quizás sea éste).

En el video que preside la muestra, donde un grupo de personas salta sobre una gigantesca piedra movediza, para hacerla oscilar, con la finalidad de triturar pequeñas piedras colocadas debajo, la secuencia final está registrada desde un dron que sube y se aleja verticalmente, hasta transformar la grandes piedras y el territorio en una miniatura vista desde gran altura. Esa correlación de escalas, de tamaños relativos, de inmensidad (y, por contraposición, de fragmentos de infinita pequeñez), conforman en parte el alfabeto con el que la artista construye la exposición.

En relación tangencial con la frase citada de Carl Schmitt al comienzo de esta nota, podría agregarse que para los artistas y gestores que dirigen la galería, Virginia Martín y Facundo Belén, el espacio es el estilo. Así, gracias al carácter autogestivo del proyecto, la galería surgió con la idea de articular una política localizada en el territorio platense (y de la provincia de Buenos Aires). Aquí se muestran obras de jóvenes artistas de La Plata, cuyas obras se exponen en simultáneo con la de artistas de larga trayectoria. En este momento, la exposición “Hueso húmedo”, de la Porkería Mala, exhibe pinturas y dibujos y cuenta con un texto de presentación de Nancy Rojas.

* En la galería NN, calle 49, entre 9 y 10, número 719, La Plata; hasta el 11 de agosto.