Lu Tacchetti se mueve. Lo hizo a mediados de 2021, cuando lo que comenzó como el cliché de la experiencia adolescente de vivir en otro país la condujo a ubicarse en Madrid, donde también entró el hambre creativo, que la llevó a abrir la gira europea de la banda canadiense Holy Fuck y luego grabar con ellos el tema Lost Cool, una canción para warmapear la pista, algo hotchipera, donde Tacchetti paga de contado el traje camaleónico cantando en ambos idiomas en un tono hermético, más afín a sus colegas anglosajones.

Lu Tacchetti evalúa el clima, la densidad de las nubes y las estadísticas de tormenta. Después de un EP (Vol. 3D) y su disco debut de 2020, ELETÉ, la bahiense regula el tono y este año amplía su universo en FLAPS, uno que madura y se sincera: ya vivimos lo suficiente para darnos cuenta que no todo es posible, que a veces no podemos con todo, y es necesario permitirnos eso.

Durante el claustro pandémico, la interacción con la música funcionó para muchos como una aliada contra la apatía. Para Lu, hubo una frase que sintetizó esa época rarísima, de la que aún nos cuesta tomar distancia: "En este mundo peligroso tenemos que estar juntos". Si acaso es necesario decirlo: es parte de El magnetismo, de Él mató a un policía motorizado. Y con la idea de propagar esa consigna, decidió grabar su propia versión.

Sea con guitarras o sintetizadores, al expresarse el pop se aglutina. Se podría trazar una línea de puntos donde se marcan El diablo en el cuerpo, reciente disco de Alex Anwandter, Súper Terror de Él Mató y FLAPS. Tres discos que deciden no escapar a su época y aceptar lo lúgubre de la contemporaneidad. Ni más o menos bien, ni la peor de todas (las ondas): se puede bailar con dolor, se puede festejar en reposo y sobre todo se puede aceptar lo que sentimos. Esa sensación de que todo puede acabar en cualquier momento nos emparenta aún más con el movimiento del cuerpo, porque el baile es nuestro derecho irrenunciable, un arma que nadie puede quitarnos.

"A veces me gusta ser dark/ No lo quiero disimular/ Ya me cansé de que allá afuera/ Te digan cómo tenés que actuar, cómo reaccionar", canta Lu en Dark, la canción que cierra el disco, junto a Wiranda Johansen.

FLAPS concentra su fuerza entre contrastes, debatiéndose entre la intimidad y el ritual del baile. Pero una vez más, ese conflicto está en permanente roce: es que no hay nada más revelador de una persona que verla bailar por primera vez. La artista descubre, y en el descubrimiento capta lo poético: "Si afuera es ácido, por dentro es suave", describe en Rota, donde invita al fabuloso trío dominicano, las MULA.

Lu Tacchetti no toma atajos. Desde España se conecta y ya enseña los gestos de esta nueva era: camisa lisa y su pelo morocho, que dista del naranja estridente que llevaba hasta hace poco y fue uno de los detalles que hicieron esa gran portada para ELETÉ.

Lu Tacchetti conoce el camino. Tiene la bandera de llegada siempre a mano (la trama cuadriculada de las de las carreras figura en cada trabajo discográfico suyo). En este nuevo LP, su cara apenas se vislumbra, asoma desde la ventana y esa sugerencia nos da la pista de su momento más simbólico y menos literal. Cuando una persona muy talentosa es tímida, es el objeto con el que se desenvuelve el que habla por ella. Lucía no es precisamente extrovertida; las letras del disco son más bien breves y panorámicas. Ella habla a través de los sintetizadores, es el sonido el que transmite los mensajes.

Dice el diccionario que los flaps son "dispositivos hipersustentadores pensados para que los aviones vuelen a baja velocidad de modo seguro", y que "su diseño modifica la anatomía de las alas para que aumenten el equilibrio". Compensando la falta, FLAPS es un disco que propone sacudirnos con honestidad, en la suspensión levitativa que ofrecen los ritmos bailables. Es el disco de alguien que ha logrado un laburo sólido y se defiende solito. Por eso no siente necesidad de enrostrarlo con prepotencia; planea en paz y a vuelo firme.

  • ¿Qué importancia le das al disco como concepto? En FLAPS las canciones encuentran armonía entre sí, no es un conjunto de temas agrupados y ya.
  • Para mí es súper especial el momento del disco. Pensar el concepto, que todas las canciones tengan un eje. En este caso dejé fuera muchas canciones que no tenían la esencia que sentía que tenía que tener el disco. Me parece que eso termina teniendo un comienzo y un fin en una obra. Y el disco termina siendo esta obra de arte que, como artistas, todos queremos tener. Entonces, para mí sí es muy importante el disco.

Foto: Lu Tacchetti por Sharon López, gentileza de prensa

  • Como oyente, ¿sos de escuchar discos o preferís playlist?
  • Creo que todos escuchamos canciones sueltas, pero cuando te ponés a escuchar un disco de comienzo a fin, podés ver cómo ese universo está creado, también desde los videoclips o las imágenes. Todo está pensado para que te transmita ciertas sensaciones. El orden de las canciones, las letras, tienen un sentido. Y me daría pena que eso se pierda. Porque es, como decía, una obra de arte. Es como entrar a la galería de un artista: tenés un recorrido que hacer. Obviamente me encantan los singles y creo que sueltos, sin disco, tienen esa libertad de hacer un poco lo que tengas ganas. Pero me gustan mucho los discos conceptuales, escuchar el universo del artista o en qué contexto estaba para componer esas canciones.

  • ¿Y cuáles son tus flaps terrenales? Tu manera de llegar a un equilibrio. Sos muy autoexigente, ¿cómo lidiás con esa sensación de que nada termine de conformarte?
  • Creo que eso es lo más duro. Decir bueno listo, está bien lo que hice, puedo confiar en esto. Este fue el disco al que más tiempo le di desde que salió, y eso me dio mucho tiempo para escuchar las canciones, prepararlas. La grabación fue distinta porque preproduje todo y después fui al estudio durante diez días. El trabajo previo de escuchar las canciones y seguir escuchándolas me hizo llegar al punto de que me gusten, me dio cierta confianza que pasaran varios meses y me siguieran gustando... Fue capturar ese momento.

  • Además, fue un proceso largo, ¿no?
  • Salió un año y medio después, entonces sí, ya tiene mucho tiempo en mi cabeza y me sigue gustando. Estoy muy orgullosa porque con otros discos no me pasó que  después me guste todo, de principio a fin. Siempre algo quiero cambiar. Creo que ahí el tiempo puede ser un aliado pero también un enemigo: si te emocionás y querés cambiar todo, puede ser un peligro. Hay que saber dónde frenar, cuándo decir "Bueno, es esto lo que puedo dar". También lo que aprendí sobre la autoexigencia en los procesos creativos es que hay que abrazar lo que para vos en ese momento es lo mejor. Nunca va a ser lo mismo, vas cambiando tanto que de acá a cinco años va a ser otra cosa.

  • ¿Qué lugar le das al baile? ¿Compartís que el sonido latinoamericano incluye en su ADN inherentemente el baile, pero también el desarraigo y la resistencia?
  • Me pasa algo muy extraño con la electrónica, el baile y la comunidad. En directo bailo pero muy poco, bailo lo que me genera, es como que internamente siento que me estoy moviendo un montón, que estoy concretando un montón de cosas, y por fuera apenas me moví un poco. Pero creo que ese movimiento es muy poderoso internamente. Y la electrónica me despierta esa energía interna, ese fuego. Las vibraciones, los bajos, me generan algo físico, que creo que se traduce en la electrónica bailable. Me gusta generar estas sonoridades y me gusta mucho ver a la gente en los conciertos disfrutando y dejándose llevar por el sonido. Y sí me divierte este juego con la oscuridad que tiene la electrónica, que para mí lo tiene también muy arraigado.

  • ¿Cómo transás con esa oscuridad en este disco?
  • En FLAPS quería mostrar como ese lado A/lado B, de luz y oscuridad, que tenemos todos y que todos transitamos diariamente. Quizás una parte mía antes sólo quería mostrar la parte luminosa. Pero no, no soy eso tampoco. Creo que tiene que ver con la adultez, también; empezar a abrazar esa oscuridad, porque hay momentos que son horribles, donde la paso pésimo, pero al final estamos juntos en esto, hagamos lo que podamos con lo que tenemos. Y con la música creo que se puede llegar a esa comunidad. También ayuda que las letras te resuenen, que no sea sólo bailar, sino que algo te despierten.

  • Los shows se están transformando en una lucha. Cada vez es más complejo captar la atención del público, porque precisamente ese público demanda ser el centro. ¿Qué te pasa con eso?
  • A veces voy a un show y si pasaron dos horas digo "¡Qué largo!", cuando en realidad son dos horas de música y no hay nada más lindo que ver un concierto. Creo que estamos muy ansiosos, en ese sentido, buscamos que haya una pantalla led, que salga un bailarín de abajo del escenario, que haya papeles de colores, un estímulo constante para no aburrirse. En algún momento luché un poco contra eso, desde el lado de artista, porque sentía que mi show no tenía esos momentos. Pero después entendí que conecto mucho con artistas que están arriba del escenario en su universo, y no necesito que me estén mostrando más cosas que su arte. Ahí empecé a confiar, entendí que hay artistas para esto, más performáticos, hay artistas bailarines, y cada uno tiene su espacio en eso. Creo que estamos viviendo un momento difícil en cuanto a hiperestímulos, pero medio que no nos queda otra.

Foto: Lu Tacchetti por Sharon López, gentileza de prensa


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