El papa Francisco designó al sacerdote argentino Daniel Pellizzon, de la arquidiócesis de Buenos Aires, como su secretario personal e iniciará sus funciones en Roma en los primeros días del mes de agosto. El anuncio fue realizado por el nuevo arzobispo porteño, Jorge Ignacio García Cuevas, quien compartió “con alegría” la noticia y pidió “rezar por él ante esta nueva misión confiada al servicio de la Iglesia”.
El cura, nacido en Buenos Aires el 24 de enero de 1983, ya fue colaborador directo de Jorge Bergoglio cuando el actual Papa se desempeñaba como arzobispo de la arquidiócesis capìtalina. Quien ahora ocupará un cargo de la máxima confianza junto a Francisco había sido encargado por el entonces arzobispo porteño de ordenar sus papeles personales, función que cumplió entre 2011 y 2012.
Pellizzon fue ordenado sacerdote el 3 de noviembre de 2018 y durante cinco años cumplió tareas pastorales en el Santuario de San Cayetano, en el barrio de Liniers, en Buenos Aires. Desde marzo pasado ocupaba el cargo de vicario en la parroquia Nuestra Señora de la Misericordia, también en la capital.
Bergoglio conoce a Pellizzon desde que él era seminarista y la vinculación entre ambos continuó incluso después de la asunción de Francisco en Roma, en 2013.
Daniel Pellizzon sustituirá ahora en la importante responsabilidad de secretario personal del Papa al sacerdote uruguayo Gonzalo Aemilius, quien venía cumpliendo esa función desde 2019 y a quien Francisco convocó después de haber conocido, en 2006, su trabajo con niños en situación de calle en Montevideo.
El secretario privado del pontífice es un cargo de extrema confianza del Papa, se encarga de sus asuntos particulares, acompaña a Francisco en todas sus actividades y en algunos casos coordina actividades protocolares. Quienes conocen a Pellizzon sostienen que es un profundo conocedor del pensamiento teológico y pastoral de Bergoglio y que su relación con Francisco es de mutuo respeto y afecto personal.
Mientras tanto, quien fuera secretario privado de Benedicto XVI, el arzobispo alemán Georg Gänswein (66 años), se encuentra ya en Friburgo (Alemania), su diócesis natal, lugar al que regresó después de 28 años y por pedido del papa Francisco. Antes el alemán también había sido despojado de su responsabilidad como Prefecto de la Casa Pontificia, tarea que le había sido asignada por Benedicto en 2012.
Consultado por el periódico Il Corriere della Sera el obispo se limitó a decir que “tenía que salir del Vaticano el 1 de julio y lo hice, eso es todo: callo y obedezco". Según lo consigna el mismo periódico italiano “su despedida del Vaticano fue melancólica y sus allegados lo describen como muy amargado”.
Por el momento quien fuera el poderoso secretario de Jozef Ratzinger y que aspiraba a una función destacada en el Vaticano o en el cuerpo diplomático de la Santa Sede no tiene funciones asignadas tampoco en su antigua diócesis. A través de un comunicado la arquidiócesis de Friburgo anunció que Gänswein "no asumirá un cargo en el Ordinariato archidiocesano ni un puesto fijo y permanente".
Las desavenencias entre Gänswein, un clérigo sumamente tradicionalista, y Francisco se hicieron más evidentes después de la muerte de Benedicto XVI. En enero pasado el obispo le dijo al diario católico alemán Tagespost que el decreto (Motu Proprio Traditionis custodes) que Francisco emitió el 16 de julio de 2021, retrotrayendo una decisión de Ratzinger que habilitó la posibilidad de celebrar misa en latín: “fue un punto de inflexión. Creo que el Papa Benedicto leyó este Motu Proprio con dolor en el corazón”, afirmó. La relación entre Bergoglio y Gänswein empeoró cuando el arzobispo publicó el libro Nada más que la verdad. Mi vida al lado de Benedicto XVI en el que puso en evidencia desacuerdos de Ratzinger con las decisiones del papa argentino.