Sin duda las ultraderechas actuales no tienen la misma consistencia interna que el fascismo y nacionalsocialismo histórico. Su producción de sentido es heterogénea, por un lado un neoliberalismo extremo que siempre está con los poderosos y por otro, una apelación constante a valores morales católicos. Digo valores católicos para diferenciarlos de la Ética cristiana.
En el caso de las ultraderechas su reserva moral procede de las instituciones católicas, las que como se sabe no están exentas de grandes dosis de cinismo. Es probable que después de la secularización moderna, el catolicismo sea desde un punto de vista político, la más cínica de las religiones.
Por ejemplo, en España han votado siempre contra el divorcio, la legalización del aborto, el matrimonio homosexual, para luego hacer sin problema alguno un uso amplio de esos derechos.Y está lógica se repite por todas las geografías.
Las nuevas derechas ultraliberales y transgresoras con respecto a cualquier pacto simbólico de convivencia hacen un uso punitivo de la moral católica. Saben desde hace mucho que esa moral carece de ética y no prescribe nada con respecto al funcionamiento estructuralmente inmoral del capitalismo. Por tanto la libertad de la que hablan es absolutamente compatible con amenazar con dejar afuera de la condición humana a todos aquellos que defiendan su diferencia.
Tengo el mayor respeto por los que cuidan y ejercitan su fe en el ámbito de su vida personal.
Pero cuando se pretende extender eso a la vida pública como la correcta medida de lo moral siempre pienso que se está contrabandeando con el pretexto religioso una propuesta de discriminación hacia los más vulnerables.
Por todo ello es que en el punitivismo católico se han borrado todas las huellas del mesianismo del Cristo en su aventura emancipadora.