La adolescencia es una época tan inolvidable como compleja. No es casualidad que el mundo audiovisual y artístico haya intentado reflejarlo innumerables veces, en retratos nunca completos sobre ese particular período de la vida. En general, las caricaturas naïf de adolescentes enamorados o las crónicas periodísticas sentenciales coparon las perspectivas sobre ese momento en el que la personalidad está en proceso de configuración. Y siempre, claro, la adolescencia se aborda desde la perspectiva adulta y como un “problema”. Nada de lo ya conocido sobre los adolescentes sucede con Heathers, el musical, la obra que acaba de estrenarse en el teatro Ópera y que revoluciona la avenida Corrientes con una galería de chicos y chicas que se sienten interpelados por una historia que habla sobre el bullying, el suicidio adolescente, la necesidad de pertenencia, la homofobia y hasta la agresión sexual. Y todo eso, además, sucede en un musical en clave pop.

Heathers, el musical está basada en la película que en 1988 protagonizó Winona Ryder. El film primero fue un fracaso comercial, pero el paso del tiempo lo convirtió en una obra de culto para los adolescentes. La puesta que se ve en el Ópera es la adaptación argentina del fenómeno que desde 2013 se resignificó en el el off Broadway. La versión local -que tiene funciones diarias durante las vacaciones de invierno- es un festival de canciones, coreografías y energía adolescente. Pero a la estética y estructura típica del musical, la obra le agrega una historia entretenida que, sin pretención evangelizadora, pone en escena cuestiones que los adolescentes de hoy padecen y que no siempre encuentran espacios para pensarlas. Con un elenco seleccionado mayoritariamente en un casting federal en el que participaron más de 6 mil chicos y chicas, Heathers parece plantear algo poco habitual: hablarle a los adolescentes sobre sus temas y con su lenguaje, pero dándole lugar al disfrute y la catarsis.

“Si bien la película tiene su público de culto, creo que la obra le habla a una generación que hace un tiempo dejó de encontrar espacios que les hable a ellos de manera directa”, le explica a Página/12 Fernando Dente, que con Heathers debuta como director de musical. “Hay un segmento de la gente, en la amplitud que va de los 11 a los 30 años, a la que los espectáculos no la contemplan y muchos menos la interpelan. Aunque puede sonar horrible, Heathers tiene algo pochoclero, tipo Avengers, en el sentido de que es una historia impactante que genera un fanatismo y un goce maravilloso para los que la ven”. Sofi Morandi, una de las protagonistas del musical junto a Julia Tozzi, Nico Di Pace, Flor Anca, Martu Loyato y Chechu Vargas, no duda: “Heathers genera una locura con el público que nunca vi en mi vida”.

-¿En qué hechos concretos percibieron ese fanatismo del público, tras la primeras funciones?

Fernando Dente: -Heathers es como entrar a una Comic Con: entrás a la sala y parece una fiesta Bresh, porque la actividad que el mismo público propone desde su vestimenta, maquillaje y actitud es increíble. Durante la obra... ¡parece un concierto de Taylor Swift! Están todos cantando las canciones, los espectadores le gritan a los personajes y en los cuadros están parados viéndolos. Está de moda hablar de “experiencia”, pero de verdad creo que lo que pasa con Heathers trasciende la mera obra musical. No es ni Chicago ni Casi Ángeles, es una obra que invita y habilita a la reacción. No es casualidad: desde hace unos años se hicieron muy populares las reacciones a los videos en You Tube. Las nuevas generaciones están acostumbradas a reaccionar en vivo a lo que ven y Heathers les da esa posibilidad.

-¿Los jóvenes ya no se conforman con una mera mirada contemplativa?

F.D.: -No, son 100% activos. Pero no es una obra interactiva porque no hay una respuesta del escenario. Es una reacción absoluta a algo que está pasando: hay gritos, hay acciones… Hay como una fiesta de horror y la historia sigue su curso más allá de lo que pasa en la platea. El elenco es maravilloso, porque salvo Sofi y un par más, hay 16 artistas surgidos del casting que están haciendo su debut profesional en el Opera con 1800 personas totalmente sacadas.

-¿Se siente esa energía arriba del escenario?

Sofi Morandi: -Es una locura… Hay que concentrarse mucho. Sea por la película o por todo lo que genera el musical, se vive con mucho fanatismo. La gente va vestida, lookeada como los personajes, grita durante la obra, le pide a los personajes que hagan tal o cual cosa… Es como estar viendo una banda en un recital más que una obra en el teatro. Es difícil -porque escuchamos lo que gritan-, pero hermoso. Y eso se refleja a a la salida de cada función, donde muchos chicos y chicas nos esperan para que además de sacáramos una foto les firmemos buzos, remeras o cualquier cosa…

-O sea, la obra tiene una historia que hace que muchos se identifiquen, ¿no?

S.M.: -Tal cual. Por eso la viven tanto y les resulta hasta personal. Se pelean entre ellos a los gritos sobre lo que deben hacer o no los personajes. A mí me sorprendió, hasta que después me di cuenta que eso sucedía porque la están viviendo. ¡¿Qué mejor público que ese?! Están ahí. Y los estamos llevando ahí porque quizás es un público que no te caretea si le gusta o no. Entonces, en el elenco estamos contentos con esas reacciones.

-Esa locura que describen se combina, además, con una historia que traza cuestiones fuertes sobre la adolescencia, como el bullying, el suicidio, la homofobia, la mirada del otro…

S.M.: -Mi hermano, que no es habitué del teatro, no podría creer lo que sucedía. O mi tía, que es de otra generación, salió súper emocionada, no se imaginó que le iba a pegar tanto de lo que habla la obra, la historia, sobre cómo encara la adolescencia. Ojalá Heathers sirva para hablar sobre la adolescencia. Aún cuando el musical busca entretener y pasarla bien, es como el teatro, como cualquier hecho artístico.

-Sí, pero por lo general al musical se lo asocia más a lo superficial, al despliegue de voces, vestuario y coreografías. ¿Está instalada esa idea aún, no?

F.D.: -Cada vez menos. Soy detractor de esa idea. Hay musicales que hablan de temas muy profundos. Para mí, el teatro es teatro. Y Heathers tiene una historia que es profunda y que capta a una generación. Creo que las nuevas generaciones están mucho más amigadas con la historia. Te parás cinco minutos en el foyer del teatro y ves todo lo que sucede, cómo están en contacto con una historia que les habla de cosas que les pasa a ellos, a sus amigos, a conocidos, y entendés por qué se produce cierta reacción catártica. La obra está contada como una comedia negra, entonces no hay una bajada de línea ni un metamensaje constante, ni tampoco un momento para eso. Pero la historia está ahí y es muy liberador para quienes son de esta generación, porque lo pueden vivir como si les estuviera pasando a ellos, y no como si alguien les dice lo que está mal y lo que está bien.

S.M.: -Todo se da en el contexto de una comedia, que por momentos es absurda, bastante oscura, con mucha ironía.

-Fernando, ¿qué te propusiste contar en su adaptación musical a una película que se estrenó hace 35 años? Era otro mundo...

F.D.: -Me parecía importante trabajar mucho lo que la obra generaba como estímulo visual, estético y hasta emocional. La obra tiene mucho corazón. Es una mirada diferente a la de hace 30 años, cuando se estrenó la película. La forma en qué consumimos medios, obras y recitales es muy distinta. Necesitaba que la estética, el lenguaje y la dinámica de lo que pasa en el escenario fuera empático con lo que les pasa a quienes vinieran a verla. Heathers plantea una situación que siempre me generó mucho vértigo, que es como una chica divina, súper estudiosa, súper tranquila, naïf, toma una mala decisión, otra mala decisión, otra mala decisión y se cargó tres personas. Obviamente, la obra se cuenta desde el absurdo, donde se asesinan con lavandina, con mucho humor negro.

S.M.: -En la adolescencia vivimos al borde de la tragedia. Me acuerdo que mis compañeros de secundaria entraron a una casa supuestamente abandonada, que terminaron prendiéndola fuego y casi prenden fuego la casa de al lado… Y eran pibes divinos. Podría haber sido una tragedia. Y la obra cuenta a su manera eso, pero además posa su mirada sobre qué hacen los adultos y el sistema educativo con lo que les pasa a los adolescentes. Son años claves, en los que uno va formando su personalidad, y a veces no tenés un adulto que esté a la altura de lo que significa esa etapa de tu vida. Si el sistema educativo no funciona, si la casa está ausente, los adolescentes quedan muy solos y todo se puede desabarrancar peligrosamente.

-La obra comienza con una escena de bullying, algo también propio de esa adolescencia que no mide las consecuencias.

F.D.: -Seguir a la manada para que no te discriminen, la ley del más fuerte que está siempre presente, el bullying, son todas cosas que atraviesan la adolescencia. Nosotros creemos que hay cosas que son muy yanquis, pero hoy las redes sociales globalizaron el acoso. Estamos todos en la misma. te pasa en el colegio, te pasa en Instagram…

-Ahora el acoso permanece las 24 horas a través de las redes sociales.

F.D.: -Las redes sociales son peligrosas y crueles. La comparación de cuántos “me gusta” te dieron cuando subís fotos, o la cantidad de comentarios que recibió tal o cual posteo, pueden condicionar una personalidad, construir un estado de ánimo. Es una problemática que excede al colegio, pero que no puede quedar afuera del aula. Tiene mucho peso el “pertenecer”, el ser “exitoso”. Por eso también esta generación conecta tanto con la obra, porque si bien aborda a adolescentes de la alta sociedad, esto mismo les pasa a muchos que van a universidades privadas en la Argentina. Son problemas de ricos pero que atraviesan a cualquier persona.

-Que esos temas se toquen en un formato como el musical, ¿hace que el “mensaje” llegue mejor a esa generación, porque es un género que tienen más a mano?

S.M.: -Por la edad, por supuesto. Más que el ballet o un ciclo periodístico, seguro. Heathers no baja línea desde el discurso sino desde las situaciones que cuenta. El primer cuadro ya es una locura, la escenografía es increíble, hay una banda en vivo, las coreografías son hermosas… Hay mucho estímulo, todo el tiempo.

F.D.: -Que todo se dé en medio de una historia de amor ayuda mucho. Es un amor tóxico, además, que la obra deja en claro. Durante la obra, la gente le grita a la protagonista “salí de ahí”, “andá a terapia”, “amiga: date cuenta”, “corré”… En la obra pasa lo mismo que te ocurre cuando estás muy metido en una serie y le gritás a la tele en tu casa. Es una locura, una experiencia increíble. Que los temas se toquen en el marco de una historia musical, donde se la pasa bien, con un vestuario muy “popero”, hace que el mensaje tenga más penetración.

Agendas ocupadas

Televisión, radio y streaming

La vida profesional de Fernando Dente y Sofi Morando no se reduce a Heathers, aún cuando el musical les consume mucha energía por estos días. Desde comienzos de año, el actor surgido del casting de High School Musical y de larga trayectoria musical (Derechos torcidos, Despertar de primavera, Sweeney Tood, Hairspray, Casi normales) debutó en la conducción con Noche al dente, el ciclo que diariamente se emite por America, a las 22. “Estoy muy contento con el programa. Tengo la suerte de que los artistas e invitados vienen y se divierten mucho, se entregan a la propuesta. ¡Los hacemos laburar mucho! Me redescubrí en un rol que disfruto. Es un año de primeras veces, con la conducción de TV y con la dirección del musical. Se ve que tuve una buena cuota de demencia para aceptar todo”, confiesa Dente, entre risas.

Por su parte, Morandi acaba de debutar en Soñé que volaba, el ciclo de streaming de la plataforma Olga, que diariamente conduce Migue Granados, de 10 a 13. “Nunca había hecho radio, y la verdad es que me encanta el ida y vuelta que genera con el público. Recibimos muchos comentarios re lindos. Acompañar a alguien todos los días durante tres horas es muy loco. Me daba un poco de miedo, pero la gente acepta nuestras locuras, es algo bastante espontáneo. Migue es muy relajado y tiene mucha cancha, así que eso me ayuda y mucho”, cuenta la actriz e influencer. Además, a Morandi también se la podrá ver en la segunda temporada de Porno y helado, la serie de Prime Video, creada y protagonizada por Martín Piroyansky, que comenzarán a grabar en septiembre y se estrenará el año próximo.