"Estamos para hacer los lugares icónicos de Buenos Aires", advierte Gabriel Nazar una vez que se coloca los auriculares para atender esta llamada de WhatsApp desde su Mendoza natal. Tras tocar en el Club Cultural Matienzo, Niceto Club y la Ciudad Cultural Konex, la banda que fundó y en la que canta, Gauchito Club, se encuentra a pocos días de consumar su debut en el Teatro Vorterix. O más bien sus dos primeras funciones en esa sala, ya que después de agotar la fecha de este viernes 28/7, anunciaron otra más para el jueves 27.
Entonces Sasha (también fundador y cantante del grupo), quien esperaba a que su hermano se acomodara en la app de mensajería instantánea, añade: "En el circuito indie o de música alternativa, es un buen lugar para pisar. Esto es parte del camino, no es que llegamos al sitio". Gauchito Club actuará en ese recinto siguiendo los pasos de Usted Señalemelo y de Mi Amigo Invencible. Aunque, a diferencia de sus paisanos, los integrantes del quinteto decidieron que todavía no era momento para mudarse a la capital argentina.
- ¿Llegaron a charlarlo?
- Sasha: Lo charlamos, y por ahora sentimos que vivir en Mendoza no nos impidió crecer. Acá vemos el país desde otro punto de vista.
- Gabriel: En Mendoza tenemos una tranquilidad que en Buenos Aires no podríamos plantearnos. Somos de la idea de que nuestro público está en todos lados. Si bien exportamos música mendocina, nos sentimos ciudadanos del mundo. Apuntamos a tener el pasaporte al día.
Lo que también deberán tener en vigencia es la forma en la que se autoperciben. Al menos hasta su segundo álbum, El camino de la libertad (2021), promocionaban su propuesta musical como "indie tropical". Frente al golpe de estado que en los últimos meses recibió el "indie", de parte del ala más socialista del under, los hermanos Nazar reflexionan: "Las etiquetas envejecen", afirma Gaby. "Nos sirvió en su momento para catalogar lo que éramos, pero ya no nos representa. Gauchito no es un artista burgués."
- ¿Y hoy cómo denominan a lo que hacen?
- Sasha: Hacemos música popular o world music. Está bueno que los conceptos vayan mutando.
De lo que no puede renegar Gauchito Club es de su mestizaje sonoro. Y Mendoza puede dar cátedra en esa materia. Ya lo dejaron en evidencia no sólo las escenas de jazz y folklore (el disco Regreso, del dúo Orozco-Barrientos, dio en 2022 una buena muestra de ello), sino también las de rock, pop y electrónica. En ese sentido, siempre vale la pena subrayar el legado de Karamelo Santo, La Skandalosa Tripulación, Los Coholins, ElMayonesa o Faauna.
Sin embargo, Gabriel marca distancia con respecto a su ascendencia. "Hay algo que cultivamos que tiene que ver con esos artistas", comienza. "Pero confiamos en nuestra condición de fenómeno popular porque somos una escuelita de canciones. El formato, más allá del género, se perdió un poco. Le damos mucha bola a la composición y al mensaje. Si desmenuzás una salsa o un reggaetón, y vas a la síntesis, hay una canción que la puede tocar un chico de 14 años con su guitarra en el parque. De ahí viene nuestra receta."
- Más que tropical o mestiza, lo que describís parece de la escuela Beatles...
- Gabriel: Es nuestra escuela, al igual que lo fue para Los Enanitos Verdes. También Orozco-Barrientos la cuidan y arropan. A pesar de tener ese contexto folklórico, hay una poesía y una canción. Eso es lo que está necesitando la gente, en medio de este quilombo de redes y de información.
- ¿Su próximo disco dejará en evidencia ese rasgo?
- Sasha: Lo estamos trabajando. Vendría a ser como la tercera pata de una mesa. El primero fue como una especie de vómito de hacer lo que se nos ocurría o de llamar la atención. El segundo fue más oscuro y experimental, una consecuencia de la pandemia. Ahora, que tenemos un público esperándonos, se pone loca la cosa. Estamos laburando un repertorio que nos parece increíble, y que nos apasiona un montón. Entramos en una etapa de madurez en cuanto a lo lírico. Hay mucho enfoque, y es una música más global.
- Gabriel: Estamos tratando que sea un viaje: podés pasar por el Río de la Plata y el tango, podés pasar por Colombia y su cumbia, y podés pasar también por el góspel, el R&B y el soul. Tenemos unos mestizajes muy hermosos.
- ¿Hubo algún disparador para llegar a esto?
- Gabriel: Gauchito era más laberíntico con su música. Ahora el concepto va a estar lejos de ese empalagamiento que puede tener una canción comercial. Nos estamos situando, además, en los '90s, que fue una época muy hermosa de la música, al menos para mí. Tenían esos hits, pero también podías ver sus arreglos. Si bien esto nos llega con mucha madurez, a la vez parece una luna de miel. Y con la responsabilidad de no bajar las expectativas.
- De verdad, ¿no le dan bola a las tendencias que están en boga?
- Sasha: Parte de la decisión de quedarnos en Mendoza es para no prestarle atención a las modas y confiar en lo que hacemos. Pese a nuestro corto recorrido, nos dimos cuenta de que transmitimos mucho. Nos hacemos cargo de ese mestizaje natural que tenemos, y que está relacionado con lo que consumíamos de pibes. Encendías la televisión, y pasábamos de MTV al canal 9 de Mendoza, o a Cartoon Network. Todos esos condimentos nos hicieron entender que estaba bueno lo que proponemos. Y la gente lo agradece. No elegimos una sola cosa, y nos mantenemos frescos. Siento que se caza nuestro mensaje.
Lo que inicialmente nació como un arrebato, por lo que sus artífices eran inconscientes acerca del impacto que podían generar, en el segundo disco terminó pareciéndose a una banda. Es por eso que Gauchito Club esta vez se toma con más recato cada lance que lleva adelante. "No todas las bandas pueden hacer muchos géneros, y que al mismo tiempo les salga bien", justifica Gabriel. "Ese es un punto a favor para nosotros, y de paso nos sale natural. Creo que representa lo que va a buscar la gente."
- ¿Qué querés decir con eso?
- Gabriel: La experiencia de ir a vernos en vivo tiene que ver con arropar a la gente a la que le gusta la música en general. Como en Gauchito la magia pasa por la canción, nos damos el lujo de poder recrear esos clubes en los que se pasaba un montón de música y volvías a tu casa emocionado. Tenemos una fuerza orgánica.