El juez federal Otmar Paulucci, presidente del tribunal que juzgó a los policías acusados del asesinato de Franco Casco -a quienes absolvieron por dos votos de sus pares- fue terminante ayer al explicar su disidencia argumentando que “no hay posibilidad de que los policías imputados no fueran partícipes”. Además, indicó, que "Casco fue detenido ilegalmente, sin motivos y llevado a la comisaría 7ª donde había un lugar siniestro, le decían 'la jaulita, donde no se podía ver lo que hacían con los detenidos; allí llevaban a las personas mientras averiguaban si tenían antecedentes. Ni a un perro lo hubiese metido a esa celda”. Y afirmó que "en ese lugar un grupo de presos escuchó su tortura". En la misma línea Paulucci fue muy crítico de la investigación inicial, y en especial con el fiscal Guillermo Apanowicz, quien estuvo a cargo de la causa en octubre de 2014. "Fue una muy mala instrucción que se inició en la Justicia provincial, después la causa pasó a la Justicia Federal y en este tipo de investigaciones, cuando las cosas no se aclaran rápido y las medidas no se toman rápido y precisas, comienzan a perderse cosas", indicó el magistrado. En este sentido ejemplificó con un dato: "Un testigo civil (Martín Casella) que vivía enfrente de la comisaría ofreció su video para ver qué había pasado ese día, y ese video acá no llegó. Lo que dijo el testigo es que nunca lo pasaron a buscar, que había hablado con el fiscal", contó el juez en relación a una posible prueba que nunca se puso a disposición de la causa. "Ese video era importante, podía mostrar cuándo ingresó Casco en la comisaría 7ª, y cómo se fue si se fue, caminando o de otra manera, o si nunca se vio salir a Casco de ahí", agregó.
La tarde del martes el Tribunal Federal Oral N° 2, compuesto además por los jueces Ricardo Moisés Vásquez y Eugenio Martínez Ferrero, dio a conocer su veredicto.
Paulucci explicó ayer en el programa Trascendental por LT8 que hay una "gran discusión de base" en relación a las distintas hipótesis de lo ocurrido con Franco Casco y está relacionada al día en que sucedieron los hechos. Teniendo en cuenta que la versión policial asegura que Casco fue detenido el 7 de octubre de 2014, mientras que la hipótesis acusatoria sostiene que fue un día antes, el juez analizó: "Yo interpreté que la versión oficial es falsa. Me remití al día anterior, cuando él (Franco Casco) sale de la casa de su tía hacia la estación de trenes para irse a Retiro donde lo esperaba el padre, de acuerdo a la comunicación telefónica que está en la causa y le dice al padre que lo espere en Retiro".
El juez que votó a favor de condenar a prisión perpetua al jefe de la seccional 7° de Rosario, Diego José Álvarez, al cabo Franco Zorzoli y a la agente Romina Díaz, sostuvo que, a su criterio, “fueron las personas que lo detuvieron, lo llevaron, estuvieron a cargo de la tortura que se le impuso” a Casco. Y consideró, además, que el comisario Álvarez “era el responsable, fue el que lo detuvo, no hay posibilidad de que no fueran partícipes de eso”.
Además de cuestionar el día en que según la versión policial se concretó la detención, Paulucci apuntó a los motivos de ese procedimiento. "La pregunta es por qué lo detuvieron si no estaba haciendo nada ilegal, ya ahí está todo mal, no se puede detener a una persona en la calle si no está haciendo nada ilegal, por portación de cara, portación de gorrito o portación de color de piel", consideró.
"Si vamos a creer que el día 7 lo detuvieron en la forma que dice el personal policial, bueno, entonces hay que creer todo lo que dijo el personal policial y terminamos en una absolución", sostuvo. Y agregó: "Si vamos a creer lo que yo interpreté por los elementos que voy a decir en los fundamentos, el día 6 lo detuvieron ilegalmente".
El magistrado puntualizó también en el lugar en el que Franco Casco estuvo detenido dentro de la comisaría 7ª, el cuarto conocido en ese ambiente como "la jaulita". "Ese lugar es siniestro, de un metro por uno y medio y no tiene nada. No había silla, no había agua, inodoro, nada. Un lugar cerrado que tenía rejas pero tapada con una capa para que no se viera lo que pasaba ahí adentro", contó.
En ese marco es que Paulucci basó su voto condenatorio a los policías Álvarez, Zorzoli y Díaz. "Fueron para mí los que lo detuvieron, lo llevaron, estuvieron a cargo de las torturas, que empieza al haberlo dejado en esa jaula, de los golpes, la desaparición y el homicidio", analizó. "No hay posibilidad de que no fueran partícipes", indicó.
Según distintos testimonios que integran la investigación en ese lugar eran alojadas las personas detenidas por averiguación de antecedentes, donde a su vez eran sometidas a golpizas. Parte de ese contexto de violencia institucional que explicaron los acusadores fue construido a partir de la declaración de las personas que estaban detenidas en la comisaría 7ª al momento del paso de Casco por esa seccional. “Los presos escuchaban los golpes que le dieron a Casco, estaban a tres metros de ese lugar", explicó el magistrado.
Esas declaraciones fueron cuestionadas durante el debate por la defensa de los policías. Sobre ese punto Paulucci analizó: "Con el criterio de algunos defensores de que a los presos no se les puede creer, cuando esos mismos defensores defiendan a algún preso y me quieran convencer de que dicen la verdad, ¿yo les voy a poder creer con ese criterio defensivo de que a los presos no se les puede creer?". "A mí me da vergüenza escuchar esas palabras", sostuvo.
En este sentido la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que actuó como querellante en la causa, apuntó ayer que "fallos como este legitiman la violencia policial e incentivan la repetición de estos hechos, donde fuerzas de seguridad detienen a jóvenes pobres por portación de rostro, los torturan y –cuando “se les va la mano”- los matan. Y recordó el testimonio como el de D.O.N. quien testimonió que esa noche se escuchaba que el joven pedía agua, que le dolía, que le pegaban y que le tiraron baldazos de agua. Por su parte, el testigo M.O.N. afirmó que esa noche se escuchaban muchos gritos fuera de lo normal, gritos de un pibe que decía basta, y después no se escuchó más nada.
O el testigo C.A.O. quien relató que escuchó gritos desgarradores de alguien a quien le estaban pegando mucho. Pedía a gritos auxilio, que en la comisaria era normal escuchar los gritos, que le pegaran a gente. También dijo que los golpes duraron un buen rato, hora, hora y media. Le pegaron y se escucharon gritos, al rato volvieron a pegar. Fueron dos veces que se interrumpieron en dos lapsos. Pararon y después no se escuchó más nada, silencio total, y al rato discusiones entre ellos, los policías. Y así otros testigos más que fueron internos de la comisaría y que resultaron coincidentes en la tortura a Casco, como lo expuso el testigo J. E., quien contó que se asomó a la reja y les dijo a los policías que lo dejaran de golpear, que no podía soportar que lo torturaran, que lo sacudieron por todas las paredes, lo golpeaban exageradamente, y el muchacho decía que le dejen de pegar y este chico gritaba demasiado, que no podía dormir por los golpes.