Abe Vigoda fue un actor de reparto en Hollywood, cuyo nombre no dice mucho, aunque un personaje suyo forma parte de la memoria colectiva de los cinéfilos. Hizo de Tessio, uno de los lugartenientes de Don Corleone en El Padrino. Antes de morir, Don Vito alertó a su hijo Michael que aquel de su familia que concertara un encuentro con la familia Varzini era un traidor. Tessio arregló la cita y el alertado Michael desactivó el complot. "Dile a Mike que fue por negocios, siempre me cayó bien", dice en su memorable despedida de la pantalla.
En 1982, cuando tenía 61 años y se encontraba haciendo teatro en la ciudad canadiense de Calgary, la revista People informó su muerte. Vigoda se lo tomó con humor y desmintió la especie posando para Variety, sentado junto a un ataúd y con el ejemplar de People que lo ubicaba fuera de este mundo.
Cinco años más tarde, un canal local de Nueva Jersey se refirió a él como "el fallecido Abe Vigoda". Pasaron 24 horas hasta que enmendaron el error. En los años siguientes, el actor participó de programas de TV en los que, recurrentemente, había chistes sobre su muerte. De hecho, en los albores de Internet, llegó a existir una página que informaba si todavía estaba vivo. Murió el 26 de enero de 2016, a los 94 años. No lo incluyeron en el listado in memoriam de los Oscars.
Las noticias sobre muertes que no se han producido son, en muchas ocasiones, intentos por tener algo que, en tiempos de Internet y redes sociales, parece anacrónico: la primicia. De ahí para abajo, aparecen cada tanto revelaciones sobre el estado de salud de algún famoso, en contra de sus deseos y afectando su privacidad. En algunos casos se genera una mitología, como con la falsa muerte de Paul McCartney en los 60.
Los medios argentinos ofrecen unos cuantos casos. Uno de los primeros lo protagonizó Pepe Biondi. El cómico, ícono del humor blanco y dueño del rating, padecía de problemas cardíacos. A mediados de los 60 viajó a operarse a Houston. Fue una operación compleja y se filtró que no había sobrevivido.
Biondi vivió hasta 1975 y, en su primer programa posterior a la operación, hizo un sketch con Tita Merello. Por un momento se apartaron del libreto, ella le agradeció la invitación y contó la desazón que sintió al oír la noticia de su fallecimiento, sobre todo por los chicos que lo seguían. Acto seguido mostró la publicidad a toda página de un diario de ese día, en la que se anunciaba el regreso televisivo del cómico, algo que daba cuenta de su popularidad. Biondi le agradeció y dijo que la presencia de ella en el programa era el mayor honor de su carrera.
Alberto Olmedo, en el otro extremo del humor de Biondi, pero también de enorme popularidad, generó él mismo una noticia que conmocionó al país. Comenzaba el nuevo ciclo de El chupete, por Canal 13. El locutor Jorge Nicolao apareció en cámara y, circunspecto, anunció que "Alberto Olmedo ha desaparecido. Este hecho nos ha llenado a todos de consternación. Sorpresivamente, su familia, sus amigos, sus compañeros, el país todo, se ve privado de la presencia física de quien tanto quiere. Olmedo, el Negro Olmedo, ha hecho esta vez un viaje inesperado que, terriblemente, por primera vez, no causa gracia”. Se produjo un escándalo y lo que era una broma derivó en dos años fuera del aire. Para hacer más tenebroso el asunto: fue el 4 de mayo de 1976, en plena dictadura militar (esa misma noche se produjo el secuestro de Haroldo Conti) y el locutor dijo "ha desaparecido".
Una de las marcas de los años 80 fue el HIV. A partir de la revelación de que Rock Hudson padecía la enfermedad se generó una histeria. En 1988, Sergio Goycochea esaba a punto de pasar de River a San Lorenzo. En la revisión médica le encontraron una lesión en la clavícula. Se filtró la noticia y comenzaron especulaciones sobre la salud del arquero, que fue tapa de la revista Gente con este textual en tapa: "No tengo SIDA".
Tres años más tarde, Crónica planteó que Héctor Veira tenía HIV. El entrenador estaba a punto de ir a la cárcel por el abuso sexual a un menor de edad. "Temen que hayan contraído el SIDA", publicó el diario en abril de 1991.
Ya en tiempos de redes se dieron situaciones paradójicas. Paul Newman y Ray Bradbury, entre otros, fueron dados por muertos cuando ya habían fallecido. Umberto Eco, mientras tanto, sufrió varias veces el anuncio de su muerte antes de dejar de existir en febrero de 2016.
A fines de 2011se dio una imagen que causó repudios. La revista Caras puso en tapa la foto de Luis Alberto Spinetta y anunció que el músico sufría cáncer. La imagen de Spinetta fue tomada en la puerta de su casa sin consentimiento, después de una guardia furtiva. El compositor sobrellevaba la enfermedad en la mayor privacidad y debió sacar un comunicado para llevar calma. Murió el 8 de febrero de 2012.
Antes, se había producido la muerte de Jorge Guinzburg. Su fallecimiento en marzo de 2008, a los 59 años, causó conmoción. Muy pocos sabían que estaba mal de salud y se armó un debate sobre el derecho a la privacidad, que Guinzburg había resguardado (como lo haría años más tarde Gerardo Rozín) y que no se respetó en el caso de Spinetta.
El 29 de junio de 2012 murió Juan Alberto Badía. Batallaba contra un cáncer y su estado de salud se había deteriorado. La noche de su muerte, varios medios se apuraron a dar la noticia del fallecimiento, que fue desmentida. El locutor vivió unos minutos más hasta que se confirmó.
Otra muerte presunta que no fue tal se anunció en abril de 2017. Genoveva Teruggi, la madre del locutor Silvio Soldán, tenía 102 años. El propio Soldán debió desmentir la noticia. Doña Tita, como se conocía a la señora, murió al día siguiente.
En abril de 2021, un periodista de América TV anunció al aire la muerte de Jorge Cacho Fontana. Antes de dar la noticia afirmó que estaba "chequeada" y que el dato venía "de una fuente muy allegada a él". La muerte del animador fue desmentida minutos más tarde en el mismo programa.
Wanda Nara se sumó hace pocos días al listado de personas cuya salud, aunque sean famosas, es un asunto que pertenece a la esfera de la más estricta privacidad. La sumatoria de antecedentes permite dudar respecto de que sea el último caso.