“Queremos pensar las políticas de cuidado y las formas de construir redes afectivas que se fugan de normas impuestas, abrir preguntas desde lo colectivo sobre qué dinámicas tienen los cuidados en nuestras vidas, reflexionar cómo insertar otras lógicas en el pensar legislativo y de políticas públicas, y cómo desarrollar experiencias militantes que puedan hacerse de estos devenires.” Este desenlace, que es comienzo y presentación del nuevo informe “Reconocimiento legal de la socio-afectividad como organizadora del cuidado: aproximaciones desde la desbiologización y la desbinarización”, elaborado por La Sublevada-Hacete Transfeminista, vuelve a interpelar sobre el desafío de construir entre muches para proponer formas de pensar y tejer redes de cuidados, “que no tengan como sustento el refuerzo de las exclusiones”.
“El punto de origen que nos impulsó a pensar en este sentido tiene que ver con identificar que la forma en la que se venían abordando las diferentes líneas sobre las políticas de cuidados, nuestras existencias, nuestras formas de tramar vínculos, de estar cuando otrx lo necesita, de pensar los vínculos con la familia, no estaban contenidas”, explica Magui Fernández Valdez, referente de La Sublevada, organización que publica el nuevo trabajo en el marco de la discusión sobre políticas de cuidados y la ampliación del régimen de licencias, en la Cámara de Diputadxs de la Nación.
“Se da entonces una conjunción entre esa cuestión práctica, desde cómo se piensan las licencias hasta cómo se piensa la infraestructura de los cuidados, en relación a poder considerar las múltiples formas de vincularse que tienen las personas -remarca-, hasta encontrar, pensar, militar, construir una filosofía política, en torno a puntos que consideramos centrales y que están muy vinculados con el espíritu de la Ley de Identidad de Género y de la militancia transfeminista.”
Uno de esos puntos refiere a comprender que la biología no es destino, que “se empezó a desandar desde la política hace mucho tiempo, y la Ley de Identidad de Género es un paradigma para venir a decirnos que no es necesario un diálogo exigido y producido entre el cuerpo y, precisamente, la identidad de género, rompiendo con ese mandato biológico como principio y final”. Desde el vamos, “con la socio-afectividad pensamos algo en la misma línea, en el sentido de observar que los vínculos biológicos no son un mandato y es el lugar producido y exigido para pensar las formas en las que se estructuran las redes de cuidado”. El otro eje, también articulado con esa normativa, “y en diálogo con romper con la biología como estructurante socio-político”, subraya Fernández Valdez, “enfoca la idea de desarmar los binarismos, que es una militancia de larga data, de los movimientos trans, no binarios, intersex, de los movimientos lésbicos, de las lesbianas que no se consideran mujeres, etcétera, pero que el texto de la Ley de Identidad de Género encarna y materializa, y ahí la ruptura con ese pensamiento binario y dicotómico producido para cada sexo”.
La socio-afectividad se comprende en este sentido como una gran estrategia política, “y es desde ese lugar que la pensamos para terminar con el binarismo de estructurar los vínculos a partir de los lazos sanguíneos de la biología y de pensarlos únicamente en ciertas estructuras, como pueden ser padre-hije, madre-hije”, detalla la activista. Una acción de inteligencia política vital que, asegura, "permite pensar en otros entramados, como las triple filiaciones, las redes de cuidados entre amigues y otras estructuras que existen hoy en nuestro país, y donde el espíritu, la voluntad y el desafío de publicar un informe como éste es colectivizar algunas experiencias, para que empecemos a pensar un poco más allá”.
-¿Y es herramienta para seguir creando políticas desde una perspectiva integral?
-¡Claro! Un intento de que no pensemos las políticas públicas de manera segmentada, ni de que las nombremos y analicemos desde los conceptos e ideas que son producidos por esa misma historia política, estructurada a partir de los binarismos, sino que nos animemos a romper con esas viejas mochilas e inventemos otras maneras de nombrar las formas en las que nos vinculamos, y entonces garantizar el ejercicio de derechos de manera equitativa. Muchas veces, cuando la forma en la que analizamos o miramos algunas realidades no logra abrir o romper ciertos bordes que aparecen como muy duros entre lo posible de ver y no, se terminan generando políticas públicas que refuerzan exclusiones. Este informe intenta hacer un aporte, en el sentido de contar con políticas públicas de cuidados que no tengan como sustento el refuerzo de las exclusiones o la segmentación como espíritu, sino que puedan pensar la multiplicidad de experiencias e identidades que ya son parte de nuestra sociedad.
El informe completo en: hacetetransfeminista.com.ar