Será su tercer Mundial de Fútbol, el segundo femenino. La periodista deportiva y fotógrafa Romina Sacher llega este sábado por la mañana a Nueva Zelanda para cubrir el camino de la selección argentina --que debuta el lunes contra Italia-- para varios medios, entre ellos, la TV Pública y El Femenino, la página web de referencia para la disciplina, que creó y dirige desde 2016 cuando a pocos les importaba el torneo de Primera División de mujeres de la AFA. Pero no irá sola: viaja con su hija Josefina, de tres meses, y con su pareja y padre de la beba, que se encargará de cuidarla mientras ella trabaja. En Qatar, Sacher fue la única cronista acreditada que estaba embarazada. Postales de un cambio de época en las coberturas del fútbol. En diálogo con este diario, analiza el impacto del crecimiento del fútbol femenino en el país y los desafíos para el Seleccionado Nacional que dirige el DT Germán Portanova en la Copa Femenina que comienza este jueves en la ciudad neozelandesa de Auckland.
“Argentina llega mejor plantado, con un récord de seis partidos sin perder en lo que va del año. Para el que nunca vio fútbol femenino, el que no entiende nada, el golpe o la hazaña hoy es ganar un solo partido”, advierte Sacher. Por momentos, su hermana le alcanza a Josefina, que reclama mimos de la mamá. Están en su casa, en el barrio porteño de Barracas.
En realidad, la periodista deportiva pensaba que no iba a viajar a este Mundial, por el reciente nacimiento de su primera hija. Ya se había mentalizado a hacer la cobertura desde Buenos Aires.
Si la escena fuera al revés, un cronista deportivo que acaba de ser padre, es muy probable que no se hubiera cuestionado la posibilidad de ir a cubrir una Copa del Mundo de Fútbol. Se descuenta que la madre --o si es una pareja de varones, el otro padre-- se quedaría al cuidado de la criatura en su casa.
“No me veía viajando a Nueva Zelanda por lo que implicaba cruzar el mundo con la bebé y aparte porque también había algo de no poder adelantarme y saber cómo me podía pegar el posparto. Y eso también era como un condicionante. El cuerpo necesita un tiempo de recuperación, y para cada una es diferente. No podía anticiparme. Por todo eso, pensaba ver este Mundial por la tele”, cuenta a este diario.
Es directora de El Femenino, especialista de vóley y fútbol femenino en DeporTV, hace campo de juego en las transmisiones del torneo femenino en ese canal y también en la TV Pública, y conduce su propio programa en DSports Radio, donde además, es columnista.
Estuvo al lado de la selección argentina, cuando pocos espacios periodísticos le daban visibilidad. Ella fue quien sacó la icónica foto que se hizo viral de las jugadoras del seleccionado argentino con las manos en las orejas “a lo Riquelme”, en la Copa América de 2018, en Chile, pidiendo ser escuchadas por la Asociación de Fútbol Argentina: habían llegado a la competencia intercontinental sin poder entrenar previamente por falta de apoyo de la AFA, venían de hacer paros en reclamo de viáticos, indumentaria, mejoras en las retribuciones económicas y sobre todo en las condiciones para desarrollar la actividad. El Femenino fue el único medio argentino en Chile para cubrir el desempeño de las chicas con la camiseta celeste y blanca.
La propuesta de una marca de ropa deportiva para viajar al Mundial de Nueva Zelanda y Australia le devolvió la posibilidad de soñar con una tercera Copa de Fútbol como cronista. Pero les planteó que no podía ir sola. Negoció. Podría ir a trabajar como freelancersi la acompañaba su beba y su pareja, para que él pudiera cuidar a la niña. Entre los arreglos también estuvo que su novio se pudiera tomar vacaciones en su trabajo --es empleado administrativo en una distribuidora de vinos-- para sumarse al equipo familiar.
Como ella retomó su trabajo de comentarista de campo para DeporTVal mes y medio del parto, la beba además de la teta ya toma mamadera, así que ese punto, destacó, lo tiene resuelto.
Su pasión por el deportele viene del vóley, deporte que practicó más de diez años. Pero al fútbol nunca jugó más que algunos mixtos. En su adolescencia no tenía en claro que se convertiría en periodista, pero sabía que su vida iba a estar vinculada con el deporte. Su trabajo periodístico dándole visibilidad al fútbol femenino ha sido clave para acompañar el crecimiento que tuvo la disciplina en los últimos años en el país y sobre todo, a partir de la lucha por la profesionalización que lideró Maca Sánchez, al ser desvinculada tras siete temporadas del club UAI Urquiza, donde Sacher trabajaba en el área de prensa y comunicación.
Viajó a dos Copas Libertadores Femenina, a Uruguay al primer amistoso internacional de la Selección de mujeres después de dos años, y luego a la Copa América en Chile y al Mundial en Francia en 2019. Por entonces, decía que “muchos periodistas no saben siquiera que el fútbol femenino es el mismo deporte, con las mismas reglas”.
Contó que su primera toma de conciencia sobre la invisibilidad del fútbol femenino en Argentina fue en 2012. UAI Urquiza definía el campeonato de Primera División contra la UBA en cancha de Excursionistas. “Estábamos viendo el partido unas diez personas, entre 5 o 6 familiares de las jugadoras, un par de dirigentes y como periodistas una pasante que trabajaba con nosotros en UAI Urquizay yo. Eso era todo”, recuerda. UAI Urquiza ganó. “En los partidos que yo jugaba de la categoría Maxivóley nos iba a ver más gente. ¿Cómo puede ser que no tenga la repercusión que se merece una final de un torneo de Primera?”, se preguntó en aquel momento. A partir de ahí en el área de prensa del club se le empezó a dar la misma importancia al femenino que al fútbol masculino. Por entonces, todavía el torneo de mujeres era completamente amateur.
“Había dos sitios web que se ocupaban de fútbol femenino, pero también lo hacían de una manera tal vez más romántica de la disciplina, buscando el costado más vulnerable de las futbolistas, lo que pasaba afuera de la cancha con ellas, y a nosotros lo que nos interesaba era ¿y cómo fue el partido? ¿Quién hizo los goles? Contemos eso también, porque es parte de la disciplina y nadie lo estaba haciendo, entonces fuimos por ese lado”.
Dice que tuvo la suerte de viajar a cubrir en el 2015 a la Copa Libertadores Femenina, a Colombia. Fue la primera experiencia que le permitió ver qué estaba pasando afuera del país con el fútbol femenino. En Colombia el fútbol ya era profesional. Cuando regresó a Buenos Aires, creó El Femenino. “Entendí que había una necesidad muy grande para comunicar lo que estaban haciendo las jugadoras argentinas”.
--Después vino en el 2018 el reclamo de Maca Sánchez….
--Claro, fue súper disruptivo. Aunque seguimos hablando de un torneo semiprofesional con un montón de cuestiones de logística y de recursos a resolver, a pesar de que todavía no toda la plantilla recibe un sueldo o el sueldo que reciben no les alcanza para vivir del fútbol, se consiguió que sean reconocidas como trabajadoras del deporte. Es un derecho adquirido, es una conquista en la que no se puede retroceder.
Actualmente más del 40 por ciento de las jugadoras de la Primera División argentina aún son amateurs. El sueldo mínimo es de $ 75 mil pesos brutos --por debajo del Salario Mínimo Vital y Móvil que es $87.987 en junio--, según los datos del sindicato de jugadorxs Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA). Si se tiene en cuenta que el salario mínimo en la primera división masculina es de $126 mil brutos, existe una brecha salarial en el fútbol entre ambos géneros del 40,5 por ciento.
La profesionalización del fútbol femenino en el país comenzó en marzo de 2019, con al menos, la inscripción de 8 jugadoras de Primera División con contrato y sueldo equivalentes a los de un futbolista de Primera C, que en ese momento, era de 15 mil pesos. A partir de 2022, los equipos de Primera División femeninos deben tener un mínimo de 15 contratos profesionales. “La AFA armó un plan quinquenal, progresivo, para llegar a la profesionalización total de los planteles”, apunta Sacher.
--¿Qué cambió desde este quiebre que marcó el inició de la profesionalización?
--A pesar de que todavía falta un montón en cuanto a generar una estructura independiente dentro de los clubes, porque hoy el fútbol femenino, en algunos casos, no deja de ser una estructura interna que se comparte con otras áreas, hay un pilar fundamental y es que la disciplina no se puede borrar. Primero por obligatoriedad y segundo por lo que significaría para un club quitarlo. Toda esta transformación se acompañó desde el movimiento feminista. Al mismo tiempo, la posibilidad de consumir los partidos de manera gratuita a través de cualquier plataforma de los medios públicos no deja de ser también un cambio radical, porque lo que no se ve no existe. Y ahora está la hermosa posibilidad de poder ver a mujeres futbolistas disputando un torneo en La Bombonera o en el Monumental, tomando posesión de la cancha que históricamente era de los varones. Eso es lo que legitima a una niña que hoy está viendo la tele que pueda decir: “Yo también quiero jugar al fútbol”, básicamente por imitación. Ya no va a ser la diferente, como le pasó casi a la mitad de las futbolistas del plantel que va ahora al Mundial de Nueva Zelanda. La mitad no tuvo esa chance, hay otra mitad que sí. Hay una mitad que decía “Quiero jugar como Fideo Di María” porque no sabía que había una Estefanía Banini. Lara Esponda, que es la tercera arquera de la Selección Femenina, tiene 17 años, y quiere ser como Vanina Correa, que es su compañera de plantel y viaja con ella al Mundial. Ahí está el quiebre, ese es el diferencial. Desde el inicio del profesionalismo hasta ahora se fueron dando pequeños hitos que fueron construyendo esta identidad que tiene el fútbol femenino.
Sin contar el partido en el que la selección argentina conquistó el título de campeón del mundo en Qatar, para Sacher la mayor emoción que vivió en un estadio de fútbol fue la remontada del femenino argentino ante Escocia, en Francia 2019, cuando terminó empatando 3 a 3 en los últimos minutos del segundo tiempo, metiendo dos goles casi en tiempo de descuento. “Fue un regalo para los que somos fanáticos del fútbol femenino y fanáticos de esta selección porque entendemos que hay mucho más detrás desde lo emotivo, desde el corazón, no porque los varones no lo tengan, sino porque también hay mucho de poner el cuerpo para las mujeres, a las que durante muchos años les negaron la práctica deportiva. Imaginate que quiero escribir un libro, pero me dicen que no puedo comprar hojas, que no tengo lapicera, que la tinta se cortó, y me van poniendo un palo tras otro en el camino para que yo no pueda escribir: eso mismo es lo que a estas pibas les pasó con el fútbol. Les negaron la práctica, les dijeron que no podían jugar, que las mujeres no servían, que tenían que ir a lavar los platos, algunas tuvieron que cortarse el pelo para parecer a un varón para poder patear la pelota. Y que hoy estén por jugar un mundial me emociona….”.
Sacher no puede seguir hablando. Se emociona hasta las lágrimas. Llora. Y retoma el diálogo con la voz entrecortada, mientras abraza a su hija --que tiene los cabellos renegridos, lacios, como ella--y la acurruca en su pecho.
--Estas pibas son eso, son un ejemplo. No importa si son buenas, si son malas, eso es lo de menos. El mejor ejemplo que nos están dando es que nunca soltaron sus sueños.