La escena musical litoraleña es una de las más vitales y prometedoras del país. Nde Ramírez (Formosa), Pol Nada (Entre Ríos) y Yacaré Valija (Misiones-Buenos Aires) forman parte de una camada de músicos que viene revitalizando la música de esa región del país hace más de una década. Tres exponentes de una larga y diversa lista de artistas que parten desde la raíz folklórica pero se nutren de los materiales de su tiempo y las músicas de otros territorios. En el marco del ciclo #Sesiones, que invita a “descubrir a los artistas más activos, inquietos, movedizos, soñadores y exploradores del momento”, estos músicos litoraleños se presentarán hoy a las 21 en Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 20137).
Pol Nada, cuyo nombre real es Pablo Jacobo, acaba de editar La San Llamarada, un disco en donde revisita la obra del emblemático folklorista y poeta Linares Cardozo (1920-1996), pero en clave pop, psicodélico y con reverbs digitales. “Si bien el folklore estuvo presente desde chico en mi vida, no era la música que más escuchaba o consumía. Mis viejos escuchaban Los De Imaguaré y Los Chalchaleros, pero yo no había profundizado. La idea inicial era grabar un disco de canciones folklóricas mías, pero antes quería investigar. Y gustó la idea de empezar por Linares Cardozo, que es un músico con el que estamos en contacto en mi pueblo desde el preescolar”, cuenta Jacobo, oriundo de La Paz, Entre Ríos, al igual que Cardozo. “Vivía a cinco cuadras de mi casa”, dice el músico ahora afincado en Buenos Aires.
El disco, editado por Mamboretá Psico-Folk y Fértil, fue también una excusa para reencontrarse con sus raíces musicales. Las canciones que integran el álbum, como “Ausencia con río con luna”, “Canto a la paz”, “Peoncito de estancia” o “Como los pájaros”, suenan distintas a las originales. El músico logró apropiárselas y reconvertirlas. “No me propuse hacer algo diferente. Pero sí pensé desde el principio cuál era el sonido que quería lograr, con los reverbs, los bajos, los delays, las cámaras. Me resulta interesante cantar canciones de otros autores. No me cuestiono el concepto de cover, pero intento ver a dónde estoy yo en esa interpretación”, explica el músico y psiquiatra. “La oscuridad y la luz son dos componentes que aparecen en la obra de Linares”, entiende. El misterio del monte y el río Paraná que aparecen en la obra de Cardozo conectan muy bien con la voz introspectiva y serena de Pol Nada.
Por su parte, Nde Ramírez propone una “simbiosis entre folklore, psicodelia y rock”. Es una de las bandas más movedizas y originales de Formosa. En vivo, la parte visual (el vestuario, la puesta en escena) es tan importante como el hecho musical. “El grupo nació como una propuesta multimedia con la necesidad de compilar un montón de inquietudes de audio y de imagen que aparecieron ya en proyectos anteriores (como Los Teresos, 1995-2000) donde teníamos performers, vestuario y condimentos locales en formato teatro rock”, cuenta Marcos Ramírez, líder de la banda y cabeza también del sello Mamboretá, que edita a Guauchos. “Si uno visita Formosa o la zona de frontera, puede palpar ese tono visual, todos ingredientes cocidos a puro calor formoseño”, dice.
Nde conecta con la urbanidad, pero también con el universo telúrico, filosófico, popular (la leyenda del Pomperito, por caso) y estético de las zonas rurales y la cultura guaraní. Y eso se refleja en dos discos: Bienvenidos a Villa Jardín (2010) y Trágico Robótico Erótico Exótico (2014). “Desde que empezamos a hacer música, la idea fue cocinar con ingredientes locales. ‘Lo formoseño’ o ‘lo fronterizo’ siempre fue un combustible conceptual de nuestras creatividades, pero como traductores de una postal fronteriza. Formosa es una trinchera de cruce entre lo urbano y rural”, entiende Ramírez. Antes de fin de año, editarán su tercer disco, Preso del chiste. Esta noche contarán con la participación del MC formoseño Shecka, Tomi Lebrero y el VJ santiagueño Ramosorama.
Gastón Mayol (guitarra y arreglos), Rafael Climente (contrabajo y voz), Pablo Broide (saxofones) y Juan Donati (percusión) le dan vida a Yacaré Valija, una propuesta que aborda con elementos del jazz e improvisación la obra de Ramón Ayala, Vicente Cidade, Raúl Barboza, Horacio Castillo y otros autores del Litoral. Sin perder un sonido folklórico, el grupo se le anima al gualambao, la guarania y el chamamé. “Es poco usual para la música del Litoral la inclusión del saxofón y percusión. Un concepto nuevo sin olvidar la tradición”, define el misionero Gastón Mayol, quien vive en Buenos Aires hace once años. “Nos interesa buscar una especie de evolución en la música litoraleña, que está muy encerrada todavía en un marco bien tradicionalista”, dice y reconoce a Los Núñez como referentes. En noviembre editarán su segundo disco, que incluirá composiciones propias y abrirá las fronteras hacia la música de Perú y Brasil.
–¿Qué cosas tienen en común las tres propuestas musicales?
Marcos Ramírez: –Tenemos varias cosas en común. Lo primero es una inquietud experimental sobre los ritmos regionales del Litoral argentino, así como pertenecer a una escena en formación, o en deformación, que es el nuevo psicofolk argentino. Y formamos parte de un recambio generacional que ya tiene su década de vuelo.
Gastón Mayol: –Todos agarramos la tradición folklórica de nuestro lugar y hacemos algo nuevo. Como artistas, tenemos la obligación de no repetir cosas viejas y sumar otras referencias, otras músicas, a lo que hacemos.
Pol Nada: –Me parece que hay en un montón de artistas una búsqueda a partir del concepto de identidad, pero que rompe con el concepto de identidad que hace que uno sienta que por esto que tiene en particular es diferente al otro. En decir, buscamos el concepto de identidad como un vehículo de conexión con otras cosas que son diferentes. La identidad entendida como algo que trasciende, no como algo que limita o divide.