Se pensaba que la pandemia sería una puñalada mortal, pero no. Así como sobrevivió a la radio, la televisión, el video, el cable y la piratería, el cine continúa dando batalla para encontrar un lugar en un ecosistema audiovisual muy distinto al que lo vio nacer, el mismo que en el último lustro sumó a las plataformas de streaming como actores de enorme relevancia. Tiene razón, entonces, el mensaje que se lee en el hall del CineArte Cacodelphia, nombre con el que este jueves, con las proyecciones de la británica Aftersun, de Charlotte Wells, y la francesa Asuntos de diván, de Manele Labidi, reabrió sus puertas el mítico complejo ubicado en Diagonal Norte 1150: “El cine es para siempre”.
“El complejo fue completamente puesto en valor manteniendo su estilo original”, cuenta el periodista y realizador Oscar Feito, uno de los socios –junto a Gastón y Sebastián Gallo– detrás del regreso de las funciones regulares, interrumpidas desde mediados de 2019, a este lugar histórico. Y sigue: “Se restauró tanto la infraestructura y la ambientación (aire acondicionado central, ascensor para discapacitados) como el mobiliario y, especialmente, el equipamiento técnico. Hay dos salas con capacidad para cien personas y otra para noventa, porque le sumamos un pequeño escenario para presentaciones. Todas cuentan con equipos Barco Láser 2K, dos de ellos nuevos, pantallas también nuevas y de alta calidad y sonido Dolby Surround 7.1. El tratamiento acústico fue realizado especialmente por ingenieros de la empresa proveedora”.
“Vamos a dar ese cine que no llega a los complejos mainstream. Lo que se llama 'el otro cine' o 'cine de autor' y que para nosotros significa que sea de calidad, diverso, heterodoxo y abierto a todo, incluso a las buenas películas de Hollywood. Previo a la pandemia, por ejemplo, estuvimos a punto de proyectar El irlandés, de Martin Scorsese. Porque, ¿quién puede no querer disfrutar de una película de Tarantino, Cuarón o Woody Allen en una pantalla grande?”, dice Feito sobre el perfil de programación del CineArte Cacodelphia, cuyas entradas generales cuestan 1.100 pesos (la mitad para estudiantes y jubilados) y pueden adquirirse personalmente o a través de su página web. “La idea es honrar el pasado de este espacio trayéndolo a nuestros días, por eso se llama CineArte. Cacodelphia es el nombre de la sociedad, además del de la proveedora de equipos e infraestructura de filmación, aunque son completamente independientes”, agrega.
Un emblema porteño
La mención al pasado no es casual, porque CineArte es un nombre anclado en la memoria colectiva de un sector importante de la cinefilia porteña. Así se llamaba la sala dedicada a películas de autor, ya fuera estrenos o retrospectivas, que a partir de 1960 funcionó en el subsuelo del imponente edificio racionalista construido en 1950 por el ingeniero civil Adolfo Moret (colaborador de Alberto Prebisch en la construcción del Teatro Gran Rex) para uso de oficinas. En los años ’80, el combo de crisis económica y furor por el VHS obligó la reconversión de “el Arte” en una sala porno, llamada Cine Hall, a la que le siguió un cineclub programado por Octavio Fabiano y, luego, una sucesión de cierres y reaperturas.
Recién en 2006 empezó a recuperar parte del brillo de antaño gracias al programador y exhibidor Alberto Kipnis, bajo cuya ala la antigua sala fue remodelada y dividida en tres para reinaugurarse, en enero de 2007, con el nombre de Arteplex Centro. Seis años después, las persianas volvieron a bajarse durante varios meses, hasta que en 2014 se levantaron para que funcionara el Cine BAMA (Buenos Aires Mon Amour). El 29 de julio de 2019 llegó un nuevo cierre ante la imposibilidad de sus dueños de afrontar los gastos fijos producto del alquiler y las tarifas de servicios. Poco después pasó a manos de Orgaz Multicultural SAS, una sociedad conformada por Feito, el programador y distribuidor Oscar "Cacho" Ortiz y el realizador Gastón Gallo, con la idea abrir durante 2020. La pandemia obligó a que esa inauguración fuera mediante una sala virtual, en mayo, que durante un año estrenó una película por semana vía streaming.
“En 2021, y con la prolongación de la pandemia, empezaron aparecer algunas diferencias. Nosotros tuvimos que seguir pagando los gastos, como lo hemos hecho hasta ahora, aunque el cine estuviera cerrado, y había que terminar de acondicionar las salas y resolver cuestiones burocráticas. Ahí empezamos a tener distintos puntos de vista, lo que empezó a afectar la sociedad con Cacho Ortiz. Gastón y Sebastián Gallo le compraron su parte, se quedaron con la mayoría de las acciones y yo como socio minoritario”, explica Feito sobre el esquema comercial detrás del regreso. Los proyectores ya están haciendo lo suyo. Ahora le toca al público.