HBO Max estrenó Superpowered: la historia de DC Comics, una docuserie de tres episodios que recorre de punta a punta la historia de la editorial de Superman, Batman y la Mujer Maravilla, entre otros centenares de personajes. Superpowered no se queda sólo en el papel sino que también explora cómo los personajes saltaron de un medio al otro, pasando por la televisión, el cine y los videojuegos. La serie está codirigida por Lesli Iwerks y Mark Catalena, y narrada por la actriz Rosario Dawson. Dado el contexto de lanzamiento, apenas unas semanas después del homenaje con el que a toda pompa que Marvel dignó a Stan Lee, las comparaciones son inevitables. La figura de Lee cohesiona todo el relato de la historia misma de Marvel, pero también convierte la historia de la compañía en la vida de un solo hombre. Pero Iwerks y Catalena toman otro camino y ahí es donde su trabajo gana interés.
El relato de la dupla de documentalistas es interesante por varios motivos. El primero es una llamativa exposición de los fracasos, los traspiés e incluso de las malas prácticas de la compañía. Esto no sería raro si se tratara de un documental independiente, pero es una serie producida por la misma casa matriz de la editorial (DC Comics pertenece a Warner Bros., que también es dueña de HBO). Así, por ejemplo, el documental reconoce que la compañía explotó a Superman sin el debido reconocimiento a Siegel y Shuster (sus creadores) o que Bob Kane invisibilizó por años el aporte de Bill Finger en la construcción del universo de Batman, pero también las dificultades económicas de la industria en distintos momentos de la historia.
Otro punto interesante de la docuserie es que pone el relato no sólo en la voz en off de Dawson sino en el rostro de sus protagonistas. En este punto, Iwerks y Catalena evitan la tentación de centrarse exclusivamente en las estrellas de Hollywood. En lugar de eso, incluyen y le dan un espacio preponderante a dibujantes y guionistas fundamentales para la historia del noveno arte, y en particular para el género de los superhéroes. Así aparecen desde los más conocidos por el gran público –como Frank Miller y Alan Moore en material de archivo- hasta aquellos cuyos nombres sólo movilizan a los lectores especializados, como Marv Wolfman, Geoff Johns, Bruce Timm, Tom King, Jill Thompson, Grant Morrison y muchos otros. Muchos de estos autores resultaron fundamentales para concebir las historias que luego llegaron al cine o la TV y se hicieron conocidas por el gran público. Por ejemplo, sería impensable la reciente The Flash si no hubiera existido Crisis en tierras infinitas de Wolfman en los ’80 o el Flashpoint de Geoff Johns en este siglo.
Todo esto sucede sin descuidar la influencia que los medios audiovisuales tuvieron eventualmente sobre los cómics, desde el Batman televisivo con Adam West a su versión de Christoper Nolan o la fundamental de Tim Burton. En cierto modo, la docuserie reconoce implícitamente que cada resurrección editorial estuvo vinculada a un acierto -a veces medio de carambola- en cine o la TV. Ahí los testimonios de directores, productores y actores (Gal Gadot y Lynda Carter dedican sus buenos minutos a hablar de sus Wonder Woman, por caso) suman puntos de atractivo para quienes sólo siguen las representaciones superheroicas en pantalla.
Hay también un buen trabajo de contextualización para explicar no sólo la evolución de los personajes sino también decisiones editoriales, artísticas y cinematográficas/ televisivas para la compañía. Desde las sucesivas crisis económicas hasta el auge de determinados movimientos sociales (los derechos civiles, el #MeToo, el orgullo de las diversidades sexuales y el Black Lives Matter). Incluso, llamativamente, hay una fuerte toma de postura contra el conservadurismo que ganó espacio en los últimos años en la industria.
A la docuserie la recorren otros dos ejes fundamentales. El primero está explicitado y es la capacidad de los personajes de ser lo que el público necesita que sean en cada momento de la historia. “Ese no es Batman”, que esgrimen muchos fans debería leerse en verdad como “ese no es mi Batman”. Porque es tan Batman el del ’66 como el de Nolan, y el de Kane y Finger como el de King. Y al mismo tiempo, el documental realza el carácter mítico de estos personajes, su lugar como panteón mitológico moderno al que se puede acudir en busca de consuelo y respuesta contra los males del mundo, y que pueden ofrecer una brújula moral y ética de acción. “Cuantos más problemas tenemos en la vida, más nos apoyamos en estos personajes”, destaca un entrevistado. El gran poder de Superman o la Mujer Maravilla, recuerdan los directores al espectador, no es su superfuerza ni su invulnerabilidad ni el poder volar: es su capacidad para inspirar dentro y fuera del papel.