No queda duda alguna que el índice de participación se convierte en uno de los interrogantes de mayor importancia de cara a los comicios que se avecinan. El desconocimiento y el desinterés juegan un papel preponderante. Muchos argentinos responden en las encuestas y comentan en los Grupos Focales que no votan en las internas porque no son obligatorias o porque las consideran de poca importancia.

Pero desde esta perspectiva es posible suponer que en los próximos comicios no debería existir falta de interés. En la coalición opositora la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta está al rojo vivo. También existe interna en Unión por la Patria. No es dura ni virulenta, pero le ofrece a sus potenciales votantes dos alternativas diferentes aunque complementarias, que, por lógica, deberían despertar un mayor interés.

En las elecciones de medio término de 2021 fue posible observar un nuevo comportamiento político electoral que se convierte en uno de los factores que permite explicar la baja participación electoral que caracteriza estos tiempos. Este segmento podría denominarse como votantes en transición. Lo componen tres categorías: los que afirman que votarán en blanco, los que aseguran que están convencidos que no irán a votar y los clásicos indecisos. Según la encuesta del CEOP, exclusiva para Página/12, al día de hoy, este segmento redondea un 18 por ciento. Es un valor para nada despreciable, que se convierte en el ajuste fino de la predicción del resultado electoral.

Para que se vea más claro, veamos los resultados de 2021. En esos comicios Juntos por el Cambio se impuso con alrededor del 40 por ciento. Una situación extraña, ya que en 2019 Mauricio Macri fue derrotado con un valor similar. 

En la antípoda, el entonces Frente de Todos se impuso cómodamente con el 48 por ciento en 2019, aunque en el 21 apenas obtuvo un 34 por ciento. ¿Dónde fue a parar esa pérdida? ¿Qué partido o coalición política se benefició con la capitalización de tamaña migración de votantes?  La mayor parte o bien no concurrió a votar o lo hizo en blanco. Estos datos derivan en una explicación: quien más arriesga con el no voto o el voto en blanco es el peronismo. 

Y este es otro de los desafíos para Unión por la Patria. Más allá de la economía subyace esta otra cuestión.  Es un desafío: la campaña de Unión por la Patria debería instalar el porvenir de la esperanza, generando un clima de época particular, para motivar a estos votantes en transición, incluyendo una marcada impronta emocional y con mayor épica de campaña que se traduzca tanto en la publicidad, como en el trabajo militante.