Tafari Makonnen Woldemikae, nació en la ciudad de Ejersa Gora, en Ethiopia, el 23 de julio de 1892. Se consagró Rey de Reyes y señor de Señores, Leon Conquistador de la Tribu de Judah, Emperador de Ethiopia con 38 años, bajo el nuevo nombre de su bautismo Haile Selassie Primero, que significa, el Poder y la Fuerza de la Trinidad, sin dejar de lado que Ethiopia es el primer pueblo cristiano de la historia, antes que llegue a Europa, Su vida estuvo cargada de luchas desde su nacimiento, ya que fue el noveno hijo nacido con vida luego de que su madre perdiera ocho embarazos, los más incrédulos debaten sobre su rol en la historia, cuando sabemos que puso a Ethiopia en lo más alto, un territorio sin colonizar durante 3000 años que aún hoy es materia de investigación. Aprovechando la efeméride, proponemos un repaso por sus intervenciones internacionales más importantes para pensar su legado en la actualidad.
En el reinado de Haile Selassie Primero que transcurrió desde 1930 hasta 1974. Los primeros cinco años se caracterizaron por un proceso de apertura y modernización de Ethiopia, continuando el legado del Rey Menelik II, introdujo una monarquía constitucional, y lo primero que hizo, fue darle derechos al pueblo Ethiope, que, hasta ese momento, eran servidumbre de la corona, y con Selassie Primero, dejaron de ser esclavos, para ser ciudadanos con derechos. Pero llegado el lustro de su mandato el país fue invadido por la Italia facista conducida por Mussolini. El hecho produjo revuelo en todo el mundo ya que Ethiopia y Liberia eran hasta ese momento los únicos dos países que no sufrían el régimen colonial de las potencias europeas. La ocupación duró desde 1935 hasta el año 1941, y en ese proceso, el emperador recorrió varios países recogiendo apoyo internacional y denunciando la ocupación imperialista. En ese marco, el 30 de junio de 1936 se dirigió a la Asamblea General de la Liga de las Naciones y pronunció un discurso en defensa de Ethiopia, denunciando las atrocidades cometidas durante la invasión italiana, y pidiendo la solidaridad internacional. Pero no solo se refirió a su país, sino que levantó la voz contra el colonialismo y la defensa de todos los países oprimidos, por eso su mensaje resonó en todo el mundo y aun hoy es un hito en la lucha por la justicia global para la diáspora.
Existe una conexión entre nuestro país y este hecho que poco se conoce. En este famoso discurso, Haile Selassie Primero hace mención, a modo de queja, a la delegación argentina, y su lobby en favor de Italia. Esta situación se explica por la influencia del facismo y el nazismo en las distintas administraciones de la década del 30 en nuestro país. Según explica, en los días previos a que él se hiciera presente en la Asamblea General, algunos países intentaban que se levanten las sanciones económicas al país invasor, con el pretexto de que ya no existía una guerra, sino que Ethiopia debía darse por perdedor. Aunque no le atribuye estas acciones a ningún país en particular, señala que son algunos de los países más importantes de los que conforman la Liga de las Naciones:
“Éstas son las circunstancias en que, a petición del gobierno argentino, la Asamblea de la Sociedad de Naciones se reúne para considerar la situación creada por la agresión italiana. Afirmo que el problema que hoy se presenta a la Asamblea es mucho más amplio. No es una mera cuestión de pronunciarse sobre la agresión italiana. Es un asunto de seguridad colectiva, de la propia existencia de la Sociedad de Naciones, del crédito que cada Estado debe otorgar a los tratados internacionales, del valor de las promesas hechas a los Estados pequeños sobre que su integridad y su independencia será respetada y asegurada”.
El otro momento internacional recordado del emperador de Ethiopia fue la exposición ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de octubre de 1963. En esa oportunidad, señaló los problemas de la anterior organización supranacional, y manifestó la importancia de darle contenido a la Declaración de los Derechos Humanos:
“No existe una sola fórmula mágica, ni un solo paso simple, ni palabras, ya sea escrita en la Carta de la Organización o en el tratado entre los estados, que automáticamente nos puede garantizar lo que buscamos. La paz es un problema diario, el producto de una multitud de eventos y opiniones. La paz no es un -es-, es un -llegar a ser-”
Los tres ejes del discurso son la paz global a través del desarme, el fin del racismo y el colonialismo, y la necesidad de cooperación global. Pero no se refiere a estos temas en forma de eslogan sino que propone soluciones política. Por ejemplo sobre el racismo y el colonialismo manifiesta la necesidad de reparación: “La base de la discriminación racial, el colonialismo, ha sido económica y es con armas económicas como estos males han sido y pueden ser superados”.
Fiel a su estilo, se refirió también al fenómeno del racismo desde una perspectiva humanista. Esta forma de expresarse probablemente sea una de las razones por las que su discurso se ha popularizado tanto, más allá de su claro posicionamiento respecto a la reparación por parte de los Estados imperialistas. Su argumentación contra el racismo sigue inspirando a personas de todas las culturas y religiones, y su mensaje de igualdad, justicia y amor sigue resonando:
“El objetivo de la igualdad de los seres humanos que buscamos es la misma antítesis de la explotación de un pueblo por otro (...). Hasta que la filosofía que sostiene una raza superior y otra inferior sea finalmente y permanentemente desacreditada y abandonada; hasta que no haya ciudadanos de primera y segunda clase de ninguna nación. Hasta que el color de la piel de un ser humano no tenga más importancia que el color de sus ojos. Que hasta que los Derechos Humanos básicos estén igualmente garantizados a todos sin tener en cuenta la raza. Que hasta ese día, el sueño de una paz duradera y la ciudadanía mundial y el imperio de la moralidad internacional, seguirán siendo una ilusión fugaz, perseguida pero nunca alcanzada. (...)"
Un capitulo aparte en la vida de Haile Selassie Primero es la conexión especial con Jamaica, ya que fue el único líder africano en reconocer a los afrodescendientes como hijos de Africa, y los repatrió a Ethiopia, para continuar la construcción de un país. Los antecedentes de esta particular relación puede rastrearse hasta el comienzo del siglo XX. En el año 1920, tras la Primera Convención Internacional de los Pueblos Negros del Mundo que estuvo dirigida por el jamaiquino Marcus Garvey, se publicó la “Declaración de los Derechos de los Pueblos Negros del Mundo”, que señalaba en el articulo 40:
“Resuelto, Que el himno -Etiopía, Tierra de Nuestros Padres-, será el himno de la raza negra”.
Garvey, que se consolidó como el primer líder de masas del siglo XX entre los afroestadounidenses, luchaba por un gobierno panafricano. Entendía la lucha por la liberación del colonialismo en Africa, y las luchas contra el racismo que vivía la diáspora en las Américas y el Caribe, como dos caras del mismo problema. Fiel a su estilo de líder religioso, profetizaba un gobierno negro de unidad en Africa y el retorno de los afrodescendientes a la tierra madre. El propio proceso de surgimiento de ideas panafricanistas conectaron fuertemente a los lideres caribeños y norteamericanos con los lideres africanos, sin dudas este no fue el único caso, pero la semilla que plantó Garvey florecería en Jamaica 40 años después con el advenimiento del movimiento Rastafari, en honor al nombre del emperador de Ethiopia. Haile Selassie Primero viajó a Jamaica en el año 1966, y el propio Bob Marley, escribió una canción titulada “War” inspirada en el discurso en las Naciones Unidas de 1963:
En este día especial, recordemos y celebremos el nacimiento de Haile Selassie Primero. Rendimos homenaje a su vida como defensor apasionado de la independencia africana y un líder destacado en la escena internacional. Sus discursos en la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas han dejado una marca indeleble en la historia y han inspirado a generaciones futuras a luchar por la justicia, la igualdad y la paz, como dijo luego de vencer al facismo en Africa, como David venció a Goliat en el siglo XX: “Nosotros los africanos, lucharemos si es necesario, porque confiamos en la victoria del bien sobre el mal”.