A juzgar por lo ocurrido en los últimos días, y especialmente durante el fin de semana, la elección de La Plata se presenta como una de las más calientes de la provincia. El intendente Julio Garro, según denuncian sus opositores, monopoliza el uso del espacio público, retira y rompe carteles de sus competidores y utiliza a empleados municipales para impedir prácticas de militancia que nada tienen de ilegal ni de ilegítimo. Fuentes locales lo atribuyen a la tensa interna y al crecimiento de Alak.

Garro, de Juntos por el Cambio, lleva a su izquierda las boletas de Diego Santilli y Horacio Rodríguez Larreta que, según la mayoría de los sondeos de opinión, aparecen por debajo de sus rivales, Néstor Grindetti y Patricia Bullrich, respectivamente. Nadie sabe con certeza si esos números empujan realmente a su rival interno, Juan Pablo Allan. Pero parecen tener lo que los expertos llaman “efectos de verdad”: esto es, cuando uno cree algo y, efectivamente, actúa en consecuencia.

Respuesta militante

“Ante el impedimento del gobierno de JxC a la realización de actividades proselitistas lícitas en la vía pública, más de tres mil militantes visitaron a más de 80 mil vecinos del casco urbano y las 24 localidades y barrios de La Plata para acercarle un folleto con las propuestas del Ministro de Justicia y candidato a intendente, Julio Alak”, informaron desde la campaña del ex jefe comunal, a través de un comunicado de prensa.

El texto sostiene que “ante la imposibilidad de poder colocar pasacalles y cartelería urbana, que permanentemente son arrancados, en la jornada de hoy nos organizamos y salimos masivamente en todos los barrios a realizar timbreos, conversar con los vecinos y recopilar reclamos sobre las falencias en obras y servicios que afectan su vida cotidiana”.

Agrega que “durante los cuatro períodos de gobierno de Julio Alak en La Plata se vivió una época de libertades públicas y tolerancia política, compartida y valorada por todas las fuerzas políticas, que hoy parecen estar siendo borradas de las reglas de convivencia de una ciudad que nació como “símbolo de la unión nacional”, como dijo Dardo Rocha al colocar la piedra fundamental, el 19 de noviembre de 1882”. A la inversa, hoy todo el cantero central de la avenida Circunvalación está lleno de carteles de Garro. “Los de otros candidatos, por alguna razón, no duran”, señalan los alakistas con ironía..

El clima en el peronismo local es de optimismo y entusiasmo. Alak tiene rivales internos, como Gastón Castagneto y Guillermo Escudero, pero el tono de la disputa es respetuoso, a diferencia de lo que ocurre en la otra coalición. Pero, especialmente, a diferencia de lo que ocurrió en el propio peronismo durante los últimos diez años, en los que la actual ministra de Cultura de la provincia, decana de Periodismo de la UNLP y referente de La Cámpora local, Florencia Saintout, y la albertista Victoria Tolosa Paz, mantuvieron un enfrentamiento que terminó por abrirle las puertas de la ciudad a Garro. 

Castagneto participó de la capacitación a sus fiscales, que reunió a unas 1500 personas, y mantuvo un encuentro con miembros de la comunidad paraguaya.

“Nosotros no miramos mucho las encuestas, pero palpamos el ánimo de cada fuerza política en la calle, las caras, los tonos. A ese nivel, estamos mejor que ellos”, señaló un militante.

Julio “El Turco” Alak fue intendente de la capital provincial durante cuatro períodos, entre 1991 y 2007, cuando Pablo Bruera lo derrotó en las internas. Desde entonces ocupó distintos cargos ejecutivos. Hoy es ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires. Desde esa posición, construyó una muy buena relación con Axel Kicillof, quien le pidió que jugara para recuperar la ciudad.

El gobernador entiende que La Plata es uno de los distritos en los que el peronismo está lejos de su techo electoral, y puede y debe crecer, para ganar la administración local tras ocho años y para aportar un caudal importante a las categorías de gobernador y presidente.

¿Nervioso?

Las semanas anteriores, la discusión entre Garro y Allan y los partidarios de ambos pasó del ámbito privado de las oficinas municipales a los medios de comunicación. Garro dio de baja los contratos políticos de familiares y punteros del espacio de Allan, todos de montos superiores a los 250 mil pesos mensuales, generando la airada reacción de sus beneficiarios.

“Hagan lo que quieran”, cuentan que les dijo al alcalde, “pero no pretendan que yo les garpe la fiesta.” El vuelto de la decisión de Garro no tardó en llegar, en este caso, al HCD, donde los ediles de la otra línea interna rompieron el bloque para armar uno propio. Lejos de pactar o intentar contener el conflicto, Allan tuiteó videos con reclamos de "los trabajadores y trabajadoras de La Plata castigados pr su ideología, por manifestarse a favor de Patricia Bullrich. Fueron privados de su derecho primordial, su sueldo".

A pesar de su actual enfrentamiento, Garro y Allan tienen un pasado común. Ambos fueron filmados en la reunión de las oficinas del Bapro en el microcentro porteño en 2017, ilegalmente filmada, conocida como "Gestapo Pro" por las declaraciones del entonces ministro de Trabajo, Marcelo Villegas. Allí, junto con empresarios y funcionarios de la AFI, conspiraron para armar causas judiciales y perseguir sindicalistas. Por esa causa, ambos siguen procesados.