Todo cambió cuando un señor asumió la Presidencia. Al menos ésa es la historia que reconstruye Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda, cuando se le pregunta cuál es el criterio del municipio para obtener algo que parece imposible en el primer cordón del Conurbano: tierra para construir viviendas. Y ese señor se llamaba Néstor Kirchner, que arrancó el 25 de mayo de 2003 y entregó el mando el 10 de diciembre de 2007.

--Hasta el 2005 --explica Ferraresi a Buenos Aires/12-- no se podía hacer planes de vivienda en áreas como ésta.

--¿Por qué?

--Más allá del ordenamiento legal, el criterio era que el Conurbano ya estaba superpoblado y que había que hacer viviendas en otros lugares del país o de la provincia de Buenos Aires.

--¿Y eso estaba mal?

--Sí, porque la gente quiere vivir donde hay trabajo, o donde supone que puede conseguirlo.

--Más allá de que una Argentina equilibrada regionalmente precisa polos productivos en todo el país, supongo.

--Claro, pero eso no cambia la dinámica de la necesidad que la gente tiene de vivienda en determinados lugares. Con Néstor apareció otro criterio: construir viviendas donde se pudiera, para satisfacer esas necesidades. Urbanizar. Y hacer viviendas en barrios precarios, por ejemplo. Eso comenzó alrededor de 2005.

--A primera vista, caminar por Avellaneda es como hacerlo por Caballito o Flores. Uno diría que no hay tierra aprovechable.

--En Avellaneda había que buscar esa tierra. Era una decisión política, y las decisiones políticas hay que llevarlas a la práctica. Un ejemplo es cuando se fue de Avellaneda la empresa Unilever. Negociamos con ellos. Ese terreno se convirtió en un sitio donde construimos 158 viviendas.

Villa Tranquila

La historia que cuenta Ferraresi está narrada en la página del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, que el propio intendente ocupó entre noviembre de 2020 y noviembre de 2022 tras pedir licencia en Avellaneda.

Se trata de un barrio popular, Villa Tranquila, en el margen derecho del Río Matanza Riachuelo. Se constituyó en la década de 1940, cuando empezaron a poblar la zona los trabajadores de las industrias de Avellaneda, y sobre todo de los frigoríficos.

Ferraresi es intendente desde 2009. Durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner trabajó con el Banco Provincia, el Ministerio, la Universidad Tecnológica Nacional, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de La Plata, en conjunto con entidades barriales, para reordenar el área, abrir calles y mejorar la infraestructura.

--Además del acuerdo con Unilever fuimos buscando otras formas de conseguir tierra --dice Ferraresi sentado en la oficina del gobierno, en el área donde alguna vez funcionó el viejo Mercado de Lanares de Avellaneda.

--¿Qué métodos utilizaron?

--Cuatro. Uno, expropiar. Otro, comprar. Otro más, comprar quiebras. Y el cuarto, la vacancia administrativa. También sacamos una ordenanza, votada por el Concejo Deliberante para los casos de deterioro de una propiedad.

--¿Y el municipio puede meterse?

--Tiene competencia, sí, porque el propietario está obligado a que su inmueble no se deteriore.

--¿La ordenanza fue votada por unanimidad?

--No. El PRO votó todas las disposiciones sobre vivienda en contra.

--¿Y la intendencia tenía mayoría?

--Sí. No incidía el voto en contra en el resultado final, pero evidentemente ellos quisieron dejar sentada su posición. El argumento del PRO es que nuestras ordenanzas violan el principio de la propiedad privada. Argumento curioso, cuando lo que hicimos fue generar 3316 propietarios nuevos. Bien. Después de la ordenanza, cuando hay deterioro lo constatamos legalmente y luego intimamos a que se realice la inversión. A los tres años el municipio puede aumentar la tasa del impuesto un 50 por ciento. Y al quinto año la propiedad no arreglada es pasible de expropiación. Hay muchas formas posibles. El punto es que uno tenga claro el criterio de lo que debe hacer el Estado. Por ejemplo, cuando se fue de Avellaneda una papelera muy grande, quiso instalarse Carrefour. Yo me negué. Dije que otro Carrefour más, no.

--En París no hay ningún Carrefour dentro de la ciudad, para proteger a los comercios más chicos. ¿Aquí se puede?

--Claro. Por eso hablaba del criterio que uno aplica, siempre dentro de las normas y de la ley. ¿Otro supermercado o una escuela y un jardín maternal? Son decisiones.

--También está el tema de los fondos para urbanizar o construir. ¿Cuánto dependen esas decisiones del marco nacional?

--Mucho. Pudimos construir 2700 viviendas con Cristina y 700 mientras Mauricio Macri fue Presidente. Por eso cuando llegué al Ministerio, en noviembre de 2020, ya tenía una experiencia. Y viceversa. Si ya habíamos satisfecho en Avellaneda las demandas de infraestructura, educación o deporte, vivienda era y es una demanda evidente, y ni hablar hoy por la dificultad de alquilar. Si hay un ministerio nacional que financia y tiene un cupo, nosotros presentamos proyectos. Hay provincias que no ejecutan nada. Nosotros sí. Y aclaro que en Avellaneda no veníamos construyendo viviendas sociales. Veníamos construyendo viviendas.

--¿Cuál es la diferencia?

--El concepto. Hablar de “vivienda social” estigmatiza. Pero no solo por el nombre sino por su traducción práctica en la construcción. Son “viviendas para pobres”, chicas y de mala construcción. Para nosotros todas las viviendas son iguales. Y en los distintos planes tenemos en cuenta que construimos vivienda de clase social ascendente. Si sos pobre no tenés que tener vivienda de pobre. Y así trabajamos. Esto es como la masa de la pizza. Una vez que te sale, ya está. Siempre fue complicado hacer vivienda. Y hay que ser serios. Desde el Ministerio establecimos un recobro obligatorio a partir de un fondo de recupero solidario. Cada unidad ejecutora tiene que encargarse de hacerlo. Y no es gratis pero tampoco inalcanzable. La cuota vale 56 mil pesos. Es clave que el Ministerio no acumule deudas ni genere ningún obstáculo que termine bajando la calidad. No menos de 60 metros cuadrados y dos dormitorios. Y primerísima calidad de construcción. Así pensamos. Así como no hay jardines ni plazas de primera y otras de segunda, tampoco hacemos casas de segunda para nadie.