La marea rosa inundó las carteleras de todo el mundo con una fuerza sorprendente. Sucede que Barbie terminó su primer fin de semana con una recaudación mundial de 337 millones de dólares, por lo que ya recuperó los 295 millones de dólares invertidos para la producción (145 millones) y la campaña de marketing (150 millones). La Argentina no fue la excepción, al punto que la película sobre la muñeca creada en 1959 vendió más un millón de entradas -1.006.309, para ser precisos- en las 566 salas computadas por la consultora Ultracine, consiguiendo el tercer mejor arranque en la historia de los cines nacionales desde que existen estadísticas confiables.

Según recordó el periodista Diego Batlle en el portal Otroscines, su perfomance durante los primeros cuatro días solo fue superada por Toy Story 4 (1,65 millones) y Avengers: Endgame (1,185 millones), ambas lanzadas en 2019 y con más salas a su disposición: la cuarta aventura del vaquero Woody y el astronauta Buzz Lightyear había ocupado 709; el cierre de los superhéroes de Marvel, 789. Lo particular es que Barbie no es una franquicia, ni una película animada ni mucho menos una de superhéroes, que suelen concentrar la porción mayoritaria de público. Su éxito es, pues, una bienvenida excepción a una regla por la que hasta la semana pasada las 10 películas más vistas del año pertenecían a uno de esos tres tipos.

Toy Story 4 y Endgame terminaron con 6,7 y casi cuatro millones de entradas, respectivamente. ¿Le dará la nafta a Barbie para destronarlas? En el primer caso, parece difícil: aquélla se estrenó –se dijo– en más salas y tres semanas antes de las vacaciones de invierno, por lo que prolongó sus exhibiciones por un mes y medio. Sí podría hacerlo con la segunda, aunque hay que tener en cuenta qué ocurre con el “boca a boca” y cómo se reconfigura la cartelera con la “limpieza” que ocurre el primer jueves luego del receso, fecha en la que suele haber más estrenos que el promedio. Lo cierto es que Barbie mostró los dientes el mismo jueves al cortar 280 mil entradas, un número inédito desde la pandemia. El viernes bajó a 220 mil, pero remontó el fin de semana vendiendo unos 500 mil tickets entre sábado y el domingo.

Barbenheimer

Las distribuidoras internacionales suelen “reservar” las fechas de estreno de sus títulos más importantes con meses, incluso años, de antelación, cuestión de no pisarse la cola entre ellas. Esta vez fue distinto, pues pocas veces dos películas tan grandes y con tanto marketing como Barbie y Oppenheimer se lanzaron el mismo día. Aquello que podía presentarse como un problema, terminó generando una retroalimentación que favoreció a las dos. ¿Qué ocurrió? Reforzaron sus diferencias, las convirtieron en extremos diametralmente opuestos y, por lo tanto, encendieron la mecha de la curiosidad.

Si la de Greta Gerwig es una fábula ultrapop festiva, con canciones y un par de protagonistas rebosantes de carisma; la película de Christopher Nolan es una biopic adusta, presumidamente importante, pomposa y de tres horas sobre Robert Oppenheimer, llamado el padre de la bomba atómica. A caballo de ese contraste surgió en redes sociales el término “Barbenheimer”, una fórmula que en Estados Unidos funcionó tan bien que hizo que el que pasó fuera el cuarto fin de semana con mayor recaudación en la historia. ¿Los tres anteriores? Los que tuvieron el estreno de Avengers: Endgame, Avengers: Infinity War y Star Wars: el despertar de la fuerza, es decir, dos películas de superhéroes y una franquicia.

Cillian Murphy en Oppenheimer.

Barbie acumuló 22,2 millones de dólares en los preestrenos del jueves –allí los estrenos son los viernes– y otros 48,2 millones al día siguiente, quebrando el record que, con 51,8 millones, ostentaba Spider-Man: A través del Spider-Verso. Gracias a los 85 millones recaudados entre sábado y domingo llegó a 155 millones. “Tenemos un unicornio rosa”, dijo al portal Variety el presidente de distribución norteamericana Jeff Goldstein. “Pensábamos que serían 75 millones para el fin de semana. Nadie vio venir los 155 millones. Esta muñeca tiene piernas largas”, agregó.

Por el lado de Oppenheimer, la expectativa era de 50 millones. La pifieron: la última película del responsable de Batman: El caballero de la noche y El origen terminó el domingo con 80,5 millones solo en Estados Unidos y 94 millones en los casi 80 países donde se exhibe, para un total de 174 millones (su presupuesto rozó los 100 millones). Sí, recaudó casi la mitad de Barbie y con “apenas” 600 salas menos (4.243 contra 3.610), pero al durar 180 minutos tuvo varias funciones menos que su competidora directa.

Los números de Oppenheimer en la Argentina también fueron muy buenos, se diría que excelentes: 165 mil entradas. La diferencia con Estados Unidos es que aquí tuvo 209 pantallas contra las 566 de Barbie, es decir, mucho menos de la mitad. Imposible saber qué hubiera pasado si en lugar de las casi mil salas que hay en el país, hubiera 1500 o 2000, una cantidad mucho más acorde para cubrir todo el territorio. Lo cierto que es que el faltante de pantallas no solo afecta a las producciones más chicas, aquéllas que van a postergar sus estrenos hasta que baje la espuma de la barbiemanía, sino también a los propios tanques. Un ejemplo cabal de lo que en el argot bélico se llama “fuego amigo”.