“Las cosas pasan en los municipios, no en los ministerios”. La definición del intendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández, traza su visión sobre cómo debe ser la impronta de la gestión desde el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Su intención es llevar el “modelo municipal” al Ejecutivo provincial como compañero de fórmula de Néstor Grindetti, el hombre elegido por Patricia Bullrich para desbancar a Axel Kicillof. Asegura que, en caso de ganar, habrá un gabinete integrado de Juntos por el Cambio en contraposición a lo que desde 2015 con el gobierno de María Eugenia Vidal.
Con fuertes críticas a la actual política educativa educativa provincial, y con una defensa de la idea del orden planteado por el bullrichismo pero con la claridad de que se habla de un orden institucional y "no castrense", Fernández dice que hay una “intencionalidad política” en hacer ver a Patricia Bullrich como “represora”. Está al frente del Foro de Intendentes Radicales de la provincia y es conocido por las fuerzas políticas propias y opositoras como un dirigente de diálogo y consenso. Ese rol, afirma, es el que institucionalmente le corresponde al vicegobernador en su calidad de titular de la Cámara Alta e imagina llevar a cabo.
Pero no quiere quedar preso de la dinámica legislativa, y asegura que los bonaerenses “tendrán dos gobernadores y dos vicegobernadores” basado en un “trabajo en tándem” junto a Grindetti, y con una línea conductora: “Operatividad desde la acción, de meternos en las cosas, que es lo que hacemos los intendentes todos los días.” “Va a ser un cambio de paradigma”, anuncia.
—Es probable que al frente del Senado tenga el desafío de velar por conseguir los acuerdos para que salgan determinadas leyes. ¿Se plantaría en caso de estar en desacuerdo?
—Lo que hablamos con Néstor es que esto va a ser con cogobierno. Acá no va a haber un ministro perdido del radicalismo, acá va a haber un gabinete integrado, con lo cual los proyectos de ley pueden venir de un ministro radical o del PRO. Yo voy a formar parte del gabinete y de las reuniones del gabinete, como fue con Daniel Salvador durante la gestión de Vidal. Entonces, no me debería llegar nada a la Legislatura que no haya estado en discusión previamente. Me imagino un rol activo de vicegobernador y espero poder hacerle en el sentido de contar con el tiempo, pero venimos para eso. Es la única manera que me imagino para no extrañar la municipalidad.
—¿Cómo está pensado el gabinete integrado? ¿Ya se charlaron nombres?
—No hay un número exacto, pero sí forma parte del acuerdo original el hecho de que será una integración y no el formato 2015. Y como repito en los pueblos a menudo, todos reclaman participación, pero después hay que poner el cuerpito ¿eh? Hay que vivir en La Plata, comerse los cachetazos de ser ministros, secretario, director de línea. Yo asumí que no voy a vivir en Trenque Lauquen, en caso de ganar. No es chiste esto. Y no se mencionan nombres porque no los hay, pero también porque tenemos unas PASO y después vamos a integrar al gobierno a Diego Santilli y Gustavo Posse.
—¿Puede haber una integración genuina con las diferencias que se perciben entre Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta?
—Si. Hasta ahora uno ve el nivel de debate y casi nadie habla del otro. Nosotros no mencionamos a ellos ni ellos a nosotros. Estamos enfocados en recorrer los 135 municipios y llegar con el mensaje. No se dedica tiempo a esas cuestiones que son más nacionales. Es bueno porque así no nos pasa lo que paso en otros lugares donde descalificar al otro hace imposible volver. Hay que cuidar la palabra. Si vos agravias e ironizas sobre alguien, capaz se lo banca pero adentro duele. Hay que evitarlo. Siempre he estado en mesas de negociación donde trato de plantear el pensamiento a largo plazo, charlando y teniendo buena relación con muchos intendentes, incluso del peronismo. Ese es el rol institucional del vicegobernador también.
—Bullrich tiende a tener un discurso más extremista desde el cual no se percibe una instancia de mucho diálogo. ¿No le preocupa que ese liderazgo imposibilte el diálogo con propone?
—Ahí hay una primera cuestión importante: la provincia de Buenos Aires no es el patio del fondo de los porteños. Nos van a elegir a Néstor y a mí para gobernar un país en sí mismo. Nosotros vamos a gobernar la provincia. Vamos a discutir con nuestra Presidente la coparticipación, cuanto aporta y cuanto recibe la provincia. Como gobernador y vicegobernador nos sentaremos a discutir los fondos de la provincia, que han sido anárquicos. El fondo del conurbano que se desactualizó, que luego se hizo un parche en 2018 para que Vidal tenga más recursos, y ahora hay mucha discrecionalidad de recursos que recibió Kicillof de Alberto Fernández que los intendentes la vieron pasar. Bullrich cuando fue ministra articulo con los 24 ministros de seguridad. Cuando te sentás en el sillón de Rivadavia o de Dardo Rocha tenes que gobernar para todos, lo cual te va a llevar a acordar ciertas cosas. Ella lo que dice es categórico: el objetivo de lograr un cambio profundo. El cómo es una pregunta hay que hacérsela a Bullrich. Nosotros vamos a ser gobierno de la Provincia y queremos llevar el modelo municipal a la gestión provincial y trabajar con todos los intendentes. Nosotros vamos a generar un vínculo más cercano con los intendentes.
—¿Cuál sería el salto cualitativo que le daría a la gestión provincial estar comandada por intendentes?
—Las cosas pasan en los municipios, en las ciudades, en los pueblos, no en los ministerios. Los intendentes conocemos cuales son los problemas que tenemos que enfrentar en la cotidianidad. Cuando se discute la economía del país y la provincia, si alguien sabe del equilibrio fiscal es un intendente, que son los que no pueden endeudarse. Si tienen un problema se tienen que reunir con el ministro de Economía de la provincia para ver si hay un salvataje, un anticipo de coparticipación, o un adelante del tesoro. Los intendentes saben lo que es un presupuesto base cero y sabemos que no podemos gastar más que lo que tenemos. Es una parte esencial de lo que venimos a aportar. Y, además, conocemos la intermediación burocrática del Estado que se ha hecho más compleja y que dificulta la ejecución de políticas públicas. Todo lo que el gobernador quiere llevar adelante encuentra escollos. Ya le paso a Vidal, a Kicillof, y no nos tendría que pasar a nosotros.
—¿Cuál es el rol del gobernador entonces?
—Lo que tiene que haber es una planificación de la provincia, pero una descentralización ejecutiva con control. Hay un rol indelegable de la provincia que es controlar a los municipios. Pero los municipios tienen que tener respuestas ágiles de la provincia para ejecutar. Ahí es donde creemos que sacamos ventaja porque con Néstor Grindetti sabemos la letra chica de los problemas que tenemos todos los días. Cuando firmamos un convenio, por ejemplo, conocemos donde están los problemas de criterios que después surgen en los organismos de control, lo que hace que desde que se toma la decisión hasta que se pueda ejecutar pasan más de tres meses. Los municipios para hacer cosas tienen que tener previsibilidad. Nosotros vamos a discutir por la Provincia. Incluso discusiones con otros gobernadores, como por ejemplo en lo vinculado a la política hidráulica. Hay mucha interoperabilidad.
—¿Qué se encontró en estos recorridos de campaña junto a Bullrich?
—Lo que se ve es que la gente necesitando algún ancla para ilusionarse. La gente está angustiada y enojada. Sin embargo, veo que la gente se acerca en las recorridas y veo que Patricia tiene una especie de imán. Veo que hay una necesidad de contacto de parte de las personas. Vemos buena receptividad, tanto de vecinos como de militantes. Creo que Patricia no hace un análisis académico de la situación, ni de cosas raras. Habla claro, y es lo que se pide, un mensaje fácil de entender. Hay ideas fuerza.
—¿Cuáles son esas ideas?
—Hay tres conceptos claros: ordenar la economía, trabajar en la seguridad y mejorar la educación. Y sobre esto último, la sociedad lo recibe más que bien. Porque está percibiendo que tenemos un cuello de botella como sociedad donde si no resolvemos el problema educativo, esto no va tener solución. Venimos probando con esta fórmula y no anda, tenemos que probar cosas distintas.
—En distintas charlas con autoridades educativas, especialistas y sindicatos, la perspectiva sobre la gestión de Kicillof en Educación es positiva.
—Hoy hay clases y las escuelas están abiertas. Que eso sea así, no quiere decir que estén los contenidos necesarios de los 180 días de clases. La calidad educativa también está dentro de análisis. Sobre la cantidad de días de clases, hay que ver el ausentismo de los docentes. Es algo crítico y retirado. El otro día tuvimos una reunión con los propios chicos se quejaban. Yo les preguntaba si tenían ganas de ir a la escuela y me dicen que no, cosa que no es porque son vagos, todo lo contrario. A partir de la pandemia, nuevas tecnológicas, hay nuevos desafíos como educar para el trabajo, como insertar a las universidades. Qué tipo de carreras dar, los tiempos que demandan y la salida laboral que tiene, la remuneración que conlleva. Es complejo el sistema educativo espero creo que se discute fragmentadamente.
—Kicillof hace hincapié, entre otras cuestiones, en el mejoramiento de la infraestructura y la cantidad de escuelas nuevas inauguradas. ¿Eso no representa una mejora en el sistema?
—Si, se hicieron muchos edificios. Pero los municipios también hicimos muchos edificios con el fondo educativo. En esta campaña venimos siendo categóricos en porqué tenemos que ser los intendentes quienes conducen la provincia: nosotros hacemos las cosas. Incluso, la mayoría de las obras que Axel Kicillof financia a través del programa de emergencia educativa lo hace a través de los municipios y cuando la plata la alcanzan la diferencia la ponen los intendentes. Por eso hay que entender el sistema. Y, además, hay cosas que no se arreglan con plata. Por eso los padres tienen que estar involucrados. Patricia lo dice siempre. No se puede tirar los chicos a la escuela y que la escuela haga su trabajo. Ni hablar el último capítulo de violencia de los padres a los docentes. En una sociedad cansada, con pocas pulgas, el sistema educativo viene fracasando sistemáticamente y creo que es uno de los temas fundamentales de lo que vemos en la calle.
—¿Ya tienen estudiadas las primeras medidas a tomar en caso de asumir en diciembre?
—Cuando hablamos de descentralizar, hablamos de recursos a los municipios. Así que la discusión genérica es alrededor de la plata. Pero bueno, hay que tener en cuenta que se asume a 20 días de fin de años, con la proximidad de las fiestas, legisladores nuevos. Hay que estar presentes en la transición porque, por ejemplo, el Coeficiente Único de Distribución (CUD)–la definición de la distribución de los fondos coparticipables- para el 2024 la va a elaborar el actual ministro de Economía. Nosotros, ya en marzo de este año, decíamos de armar una mesa técnica para discutir auditoria de datos que terminan resultando en el CUD del año que viene para no tener los problemas a fin de año con representatividad de todas las fuerzas políticas. No se armó.
—Hay un discurso fuerte alrededor del orden y la seguridad. ¿El rol de un intendente es lo que hizo Diego Kravetz, intendente interino de Lanús, que detuvo con un arma a un motochorro?
—No. Para mí el intendente no es el brazo ejecutor de una política de seguridad. No vi el video de Kravetz. Por eso Néstor plantea tener una policía comunal, descentralizando funciones de la bonaerense en los municipios. Hoy te llenan de móviles, pero no tenemos policías. Sin eso no podes armar las cuadriculas. Ahí empieza el debate de la formación de la policía. Los chicos de Trenque Lauquen no se quedan en su localidad y a mí me vienen a ver los padres porque les mandan a los chicos a denominadas zonas calientes. Por eso hay que hablar con intendentes y también evaluar las condiciones y capacidades profesionales de intendentes, particularmente del interior, para tener gente al frente de la policía. Son debates que hay que tener. Esto incluye resolver el nombramiento de jueces, el presupuesto de la Justicia destinado a alquileres cuando la tecnología puede hacer pensar en edificios o ciudades judiciales con otras características. Después también construir cárceles y alcaidías. Por eso, cuando Patricia habla de orden es esto. Y eso requiere algún grado de coraje o valentía. Y se da una connotación negativa al orden, vinculado al orden castrense, seguramente por el pasado de nuestro país y lo que significó la dictadura.
—¿No le preocupa que el orden al que apuesten Bullrich y Grindetti vaya de la mano, como dicen desde otros sectores, de una política represiva?
—Volviendo a la palabra orden, para mi cualquier ser humano le da una connotación según su sesgo ideológico y experiencia de vida. Yo asocio la palabra orden con un orden democrático, un orden institucional que es implícito a la democracia. No es un orden castrense. Este debate también es político. Obviamente hay intereses de querer presentar a Patricia como una eventual represora. Es la dialéctica de los buenos y los malos, donde los buenos son los que cuidan a los pobres, y cada vez hay más pobres, y por otro lado están los malos están los malos. Yo no creo que Patricia sea una represora, ni piensa en llevarse a todos por delante. Sí piensa que el orden es necesario en una sociedad democrática. Los debates deben ser serios. Hay debates profundos que explican el fracaso de la Argentina y hay que darlos. No hay que tenerles miedo. En definitiva, no la venimos discutiendo. Se pretende instalar políticamente de que Patricia es la mano dura, que va a reprimir, y yo la escucho decir que le van a tirar 17 millones de toneladas de piedras y que con eso va a construir escuelas, rutas y hospitales. Yo la veo como una pacifista. Unos no le creen, otros le creemos, y habrá que esperar al 10 de diciembre para juzgar. Hay que tener carácter y valentía para enfrentar algunas cosas que hay que enfrentar.
—¿Y respecto a la posibilidad de que se limiten derechos existentes?
—En un país pobre, es un problema y una tensión natural poder hacer frente a todos los derechos. Quien tiene un derecho no lo quiere perder y es legítimo, pero después hay que hacerles frente económicamente. Cuando no tenes los recursos, eso genera inflación y al final el derecho que decís que diste lo recortas por otro lado. Creo que hay un discurso de garantizar derechos pero la población está cada vez más pobre y necesita los programas de asistencia del gobierno para llegar a fin de mes. ¿Son sustentable los derechos que garantizamos? Ese es un debate que tiene que darse la sociedad.