El fin de semana pasado la provincia aplaudió la decisión del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación al reconocer como Marca País al Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), que exhibe los cuerpos de dos niñas y un niño indígenas. El reconocimiento se logró tras la gestión del Ministerio de Turismo salteño en colaboración con la Secretaría de Cultura de la provincia. También fue reconocidoel Museo Güemes.
“La Marca País Argentina es una política de Estado que busca posicionar a nuestro país en el contexto internacional mediante sus factores diferenciales, sus tradiciones, su cultura (...). Es una herramienta de construcción de identidad (...) mejora la percepción y la imagen del país a nivel internacional resaltando las características positivas y atractivas como destino turístico”, indica el comunicado oficial.
Dicho comunicado sostiene que además de presentar colecciones referidas al patrimonio arqueológico asociado a las ceremonias realizadas en las altas cumbres de Los Andes, “su colección principal (la del MAAM) presenta el patrimonio arqueológico descubierto en 1999 en la cima del volcán Llullaillaco, donde hace más de 500 años, fueron entregados a los dioses en el contexto de la ceremonia incaica Capacocha, la vida de tres niños y un conjunto de ofrendas simbólicas”.
“El excelente estado de conservación de los niños, hoy conocidos como la Niña del Rayo, el Niño y la Doncella, implicó un desafío en la aplicación de técnicas que permiten su adecuada preservación y presentación. Los cuerpos de los Niños del Llullaillaco se conservan en cápsulas diseñadas según los lineamientos de la criopreservación”, se explica en el comunicado. Y aunque en un momento se indicaba que las dos niñas y el niño no eran exhibidos, al menos en una publicación de marzo de este año se indicaba que “se presentan al público en forma rotativa (NO los tres simultáneamente), presentando uno por vez”.
De hecho, cualquiera que visita el MAAM tiene la oportunidad de observar a alguno de estos cuerpos con su ajuar, que se exhiben, efectivamente, de a uno por vez, por cuestiones de mantenimiento, dado que no están momificados, sino que se conservaron por las excepcionales condiciones del clima en el que fueron dejados en el marco de una ceremonia de pueblos indígenas. Por eso también las comunidades discuten el término "descubrir", dado que para su cosmovisión no estaban perdidos.
Llullaillaco como “sitio sagrado”
Hace poco más de un año a través de la resolución 96/2022, la ex presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Magdalena Odarda, declaró "Sitio Sagrado" de los pueblos originarios al Volcán Llullaillaco, ubicado en el departamento Los Andes.
Entre las consideraciones de ese instrumento se afirma que “numerosas comunidades y organizaciones indígenas a lo largo de dos décadas han solicitado la declaración de Sitio Sagrado a los enterratorios ubicados en el Volcán Llullaillaco y la restitución de ‘La niña del Rayo’, ‘La doncella’ y ‘El niño’, exhumados del centro ceremonial con restos humanos más alto del mundo, a 6.730 metros de altura, en la cumbre del Volcán”. Se sostiene que además el “centro ceremonial Llullaillaco cuenta con un cementerio comunitario a 4.900 metros de altura, constituyéndose así en un centro de ofrendas único en el país”.
“Es el Museo de la conquista”
La antropóloga y ex directora del Museo de Arqueología de Salta (MAS), Blanca "Nenina" Lezcano, volvió a hacer las observaciones respecto de lo que entendió fue una “depredación” que se presentó como un hecho científico. La referencia es sobre la expedición hasta el Volcán Llullaillaco y el presunto “hallazgo” de las dos niñas y el niño que fueron extraídos del sitio que para la comunidad era sagrado.
No por nada uno de los expedicionarios, el montañista Alejandro Lewis, caminó solo por la nieve y durante kilómetros para hacer la denuncia a las fuerzas de seguridad argentinas, que se encontraban en el límite con Chile. Y luego, en cada exposición que se realizaba para dar cuenta del “descubrimiento”, fue a criticar cómo se habían hecho las cosas. Lo hizo hasta que falleció en una expedición en 2004.
Lezcano volvió a abordar las diversas irregularidades administrativas y legales que se generaron en aquel momento cuando, afirmó, se incumplió la ley que enmarca estos hallazgos. “Lo manejaron políticamente sin ningún equipo científico autorizado para hacerlo”, sostuvo. Incluso por pedido de ellos el tema fue tratado en comisiones legislativas durante 1999, cuando sucedió todo.
“Los antropólogos ya dijeron que no debería haber restos humanos en los museos y por lo tanto deberían ser devueltos a su comunidad”, afirmó Lezcano al sostener que “todo el gasto que se hizo para que (el MAAM) se convierta en un elemento turístico frente a la paza 9 de Julio, debería haberse destinado para la preservación (de las niñas y el niño) en el lugar de origen”. Tras estos argumentos calificó al atractivo turístico salteño como “El Museo de las grandes mentiras, Museo de la conquista”.
“Es fácil figurar y hacer plata con recursos ajenos. Porque a los Niños del Llullaillaco, solo los tienen para hacer plata y nada más. Y lo peor de todo es que nadie sabe que hacen con esa plata porque nunca se acuerdan ni siquiera de becar a un estudiante de nuestra comunidad. Todos lo saben, solo que no se animan a decir; porque no quieren quedar mal con el dueño del circo”, expresó por su parte Mario Alancay, cacique de Tolar Grande (en Los Andes), al ser consultado sobre esta caracterización del Museo.