Desde el jueves 27 y hasta el domingo 30, en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, se presenta Colossus, la obra de la coreógrafa australiana Stephanie Lake que reúne cincuenta bailarines, entre integrantes del Ballet Contemporáneo y del Taller de Danza Contemporánea de la misma institución. La puesta ofrece un despliegue pocas veces visto de cuerpos en escena, de posibilidades de movimiento de lo más variadas, de situaciones. Hay cuadros en los que la multitud danza toda junta al unísono, otros en los que cada unx se lanza a su propio baile, otros en que se acoplan, o en los que unx solx domina y dirige al resto con gestos. También hay pasajes de choques y manipulaciones de cuerpos, un cuadro impactante en el que la masa obedece órdenes dictadas por una voz en off, otros en los que un único intérprete protagoniza un solo mientras los demás observan.

La diversidad de escenas es notable y cada una genera sensaciones intensas. Ya la sola presencia de tantos cuerpos vestidos de negro, acompañados por una banda sonora percusiva y electrónica, genera un efecto hipnótico. Y si a esto se suma la precisión de los movimientos, la variedad de estilos y de climas, ese efecto se potencia más. Hay algo muy orgánico a pesar de la multitud, cierta síntesis, cierto orden y desorden, que van mutando y van instaurando una suerte de comunidad en movimiento durante cincuenta minutos.

Esta es la primera vez que Lake, de 45 años, presenta un trabajo en el país. Es una creación del 2018 que hizo su primera temporada a sala llena en el Arts Centre Melbourne y recibió elogios de la crítica. “Las coreografías con grupos numerosos tienen el potencial de decir tanto sobre cómo organizamos nuestras sociedades, sobre cómo los seres humanos vivimos en proximidad, sobre nuestros sistemas de control y de influencia y sobre las dinámicas de nuestras relaciones más íntimas... Para Colossus me sentí convocada a explorar el poder de la masa, para bien o para mal, pero eventualmente para bien ya que soy en esencia una optimista. A nivel coreográfico hay tanto potencial de contagio cuando se trabaja con muchos intérpretes: patrones y ritmos complejos, un unísono poderoso, y también los sonidos de los propios cuerpos y voces de los bailarines", aseguró la artista que dirige su propia compañía, la Stephanie Lake Company, y cuyas obras recorren Asia, Europa y América.

Lake parece dibujar sobre el escenario con semejante elenco. En un comienzo, todxs sentadxs en un enorme círculo mirando hacia el centro, con las piernas extendidas y pasándose un movimiento como una ola, un movimiento que varía de cualidad hasta que una bailarina se diferencia del resto, pasa al centro y domina la acción con su sola mano, generando acercamientos y alejamientos, como una directora de orquesta que rompe esa ronda armoniosa y conduce al grupo. Cuando se produce el apagón, la multitud vocifera y cuando vuelve la luz, ya están dispuestxs unx al lado del otrx en varias filas como para la foto escolar, ejecutando gestos simples y no tanto, siguiendo las indicaciones que una voz en off dispara cada vez más rápido.

La sincronización es impecable, y de esa obediencia pasan a un cuadro en el que mueven y sacuden sus cuerpos en forma frenética sobre el tapete blanco, que se continúa en una tela también blanca en el fondo, sobre la que se proyectan sus sombras. Hay pasajes de mucha libertad cuando todxs bailan sueltos sin seguir a nadie ni a ninguna consigna, otros en los que algunxs generan choques y manipulan ciertos cuerpos dentro de esa marea en la que, de a ratos, todxs percuten con sus manos sus propios cuerpos. Y algo tan simple como golpear las manos sobre los muslos, pisar el piso o chasquear los dedos adquiere otra dimensión al multiplicarse en tantos intérpretes.

La imposición también aparece cuando todxs gritan a un único bailarín: “Vos, vos, vos, vos, vos”, y éste, acorralado, se embala en un solo, respondiendo. O cuando una bailarina hipnotiza a otrxs con su mano levantada y lxs mueve a su antojo. La compañía sorprende con un nivel técnico y expresivo notables: pasa de movimiento ligados, redondos y fluidos a otros rígidos, mecánicos y cortados al ritmo de un metrónomo. También coquetean con el breakdance y las danzas urbanas, con algunos saltos y pasos del ballet y con secuencias tribales. Todo con una exactitud y una aparente naturalidad asombrosas. Con estos recursos Lake recrea escenas de dominación, de entendimiento, de esfuerzo solitario, de encuentro y unión festiva, de explosividad y, como ella misma dice, ofrece una perspectiva más bien optimista sobre la reunión de hombres y mujeres. Un torbellino humano que seduce y transmite alegría, tensión y una vitalidad desbordante


9 (Nueve)

Colossus, por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y egresados del Taller de Danza Contemporánea.
Coreografía: Stephanie Lake.
Ambientación sonora: Robin Fox.
Iluminación: Bosco Shaw /Reposición: Adrián Grimozzi con asistencia de Gabriel Tobares.
Vestuario: Harriet Oxley. Reposición: Camila Ferrín.
Del jueves 27 al sábado 29 a las 20 horas y el domingo 30 a las 17 en la sala Martín Coronado del San Martín (Corrientes 1530).