Hay tanta paranoia en torno a la Inteligencia Artificial que algunas personas empiezan a ver su injerencia incluso donde no ha metido la cola. Suzi Dougherty, actriz de carne y hueso, lo sabe a ciencia cierta: recientemente fue descalificada de un concurso de fotografía amateur porque la imagen que había presentado era tan, pero tan buena, que el jurado consideró que debía ser una composición de mentiritas, montada por una IA. “¡Ni siquiera sé cómo funciona esa tecnología!”, se carcajea esta dama australiana de charla con el diario The Guardian, admitiendo que ella misma se sorprendió cuando, siendo una principiante, logró una imagen tan nítida, de colores saturados, apañándose tan solo con su celular y un set improvisado.
Porque la imagen de la discordia la tomó paseando con su hijo por una exhibición multimedia, Gucci Garden Archetypes, con la que la maison Gucci celebra su historia, a la par que repasa sus inspiraciones. En plena muestra, su vástago de 18 pirulos se arrimó a unos maniquíes de extraña apariencia, ella gatilló, ¡et voilá la obra maestra de Suzi Dougherty! Una fotografía que más tarde presentaría en un torneo local de Sídney, organizado por el dueño de una tienda especializada en impresiones.
El señor en cuestión, Iain Anderson, montó el Charing Cross Photo Contest hace un tiempo; su concurso lleva ya 12 ediciones. Ninguna tan comentada como la última, claro, que se convirtió en noticia por ¡la injusticia! cometida contra la pobre Suzi, y por la admisión del propio Iain, que ha manifestado sin medias tintas que sí, “efectivamente el tema de la Inteligencia Artificial me tiene bastante paranoico”. Reiteradamente, el arrepentido varón le ha pedido muy públicas disculpas a Dougherty: en redes, en entrevistas con medios, en privado. La fotógrafa no se lo tuvo en cuenta; entiende que obró de buena fe, sin intención de jorobarla. De hecho, cuenta que muy posiblemente participe del próximo concurso, aunque el tema de la venidera edición sea arquitectura, ya no moda. Problema zanjado, en fin, hasta la próxima hecatombe por causa de la IA, que sigue sacudiendo el avispero artístico de meses a la fecha.