Locas en apuros 6 puntos
Joy Ride; Estados Unidos/Reino Unido, 2023
Dirección: Adele Lim.
Guion: Cherry Chevapravatdumrong y Teresa Hsiao.
Duración: 95 minutos.
Intérpretes: Ashley Park, Sherry Cola, Stephanie Hsu, Sabrina Wu, Ronny Chieng.
Estreno exclusivamente en salas de cine.
La década de 1970 apenas asomaba cuando el californiano Bruce Lee, cansado de recibir negativas a su deseo de abandonar los roles secundarios en el cine y la TV, decidió regresar a la tierra de sus ancestros para transformarse finalmente en una estrella, de Hong Kong al mundo. ¡Vaya que han cambiado los tiempos en Hollywood! Los asiático-americanos ya no están relegados al fondo del reparto, y el reciente éxito de películas como Locamente millonarios y Todo en todas partes al mismo tiempo, por citar apenas un par de títulos, lo demuestra sin demasiado esfuerzo teórico. Joy Ride (el título local, Locas en apuros, merece algo de sorna) fue escrita y dirigida por la malaya Adele Lim, coescrita por la hija de tailandeses Cherry Chevapravatdumrong y está protagonizada por un cuarteto de actrices de ascendencia china o coreana. Y si bien la película está circunscripta por un estilo de comedia ciento por ciento estadounidense, el choque de culturas, idiosincrasias y usos y costumbres forman parte de su ADN humorístico.
Producida por Seth Rogen, Locas en apuros es una comedia guarra, malhablada, escatológica y absurda, mucho más cerca de Damas en guerra o ¿Qué pasó ayer? que de cualquier relato sutil sobre identidades y raigambres étnicas. Ya la primera escena –con un “fuck you” escupido por una pequeña niña, seguido del slapstick más doloroso– anticipa el estilo de casi todo lo que vendrá. Que es un viaje a China, primero, y a Corea después de dos amigas de toda la vida: Audrey (Ashley Park), exitosa ejecutiva de una gran compañía a punto de cerrar un trato en la tierra de sus padres biológicos –a quienes nunca conoció, ya que fue adoptada por una pareja en los Estados Unidos–, y Lolo (Sherry Cola), artista conceptual obsesionada con las vulvas y penes y que, a los ojos de Audrey -y… bueno, de la sociedad- es poco menos que un tiro al aire. A la travesía se suma Deadeye (Sabrina Wu), una fanática del k-pop, y, ya en tierras chinas, la ascendente actriz de telenovelas históricas Kat (Stephanie Hsu), cuya juventud en los Estados Unidos incluye una lista amatoria tan extensa que requeriría de un volumen similar al de un viejo índice telefónico.
Locas en apuros no funcionaría sin la notable química entre las actrices protagónicas. El trazo grueso es el orgulloso camino que espera a las cuatro chicas, pero la velocidad y la ejecución de los gags y situaciones humorísticas son casi siempre efectivas, ya se trate de un montaje paralelo donde el deseo y el sexo ocupan el centro de atención, del encierro en una cabina de tren llena de drogas, segundos antes de la llegada de un grupo de policías, o el chiste recurrente –con variaciones y remate, como marca la ley– sobre un legendario tatuaje vaginal, externo e interno. Como suele ser la costumbre en muchos de los relatos alocados que la Nueva Comedia Americana supo regalar, en cierto momento la crisis existencial de alguno de los personajes habilita la posibilidad de un fugaz paso de drama. Aquí es Audrey quien sufre un golpe durísimo que pone en desequilibrio su estructura identitaria, aunque para qué están las amigas sino para ayudar a soportar y transitar los malos tragos que ofrece la vida.