Es difícil descifrar el tatuaje en el antebrazo de Caren Tepp. Un polígono inusual, con algunas caras zapatistas en su interior. Para saber qué representa, habrá que preguntar. Y la candidata a concejala de Rosario en la lista “Por una ciudad futura” sorprende: es el mapa del barrio Nuevo Alberdi, inscripto en el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap). En esa zona del extremo noroeste de Rosario empezó el sueño hace 18 años, cuando un grupo de jóvenes comenzó a militar después de la crisis de 2001. “La mitad de mi vida”, musita Caren sobre el tiempo de trabajo. Primero fue la organización Giros, que más tarde se amplió para conformar Ciudad Futura y luego impulsó “Rosario sin miedo”, la lista que ganó las elecciones internas para la intendencia frente al candidato del Partido Justicialista. Juan Monteverde competirá el 10 de septiembre en un mano a mano con el actual intendente Pablo Javkin, de Unidos para Cambiar Santa Fe, la alianza entre la UCR, el PRO y el Partido Socialista. Juan es el compañero de Caren, con el que vivió durante dos años en un tambo de Nuevo Alberdi al que defendían de un posible desalojo. Ahora, se ilusionan con llegar al Palacio de los Leones, como se llama la sede de la Municipalidad. “Tenemos que poder construir un movimiento ciudadano”, lanza Caren.

Un tambo, escuelas de gestión social en los barrios Nuevo Alberdi y La Tablada, un centro cultural en el macrocentro de la ciudad, son algunas de las iniciativas de esta fuerza política. “Nosotros decimos hacer política con el dedo en el mapa, trabajar mucho en materializar las ideas. A lo mejor, en una discusión sobre educación, comercialización, producción, se pueden tener discusiones y diferencias. Ahora, es distinto cuando uno lo puede ver en hechos concretos, y con eso nos obsesionamos en Ciudad Futura: dos escuelas de gestión social para jóvenes y adultos, que desde hace más de 10 años permiten generar oportunidades reales para esos pibes en dos de los barrios más difíciles que tiene nuestra ciudad en términos de violencia. En el caso de Nuevo Alberdi, pasan más de 100 personas por año y terminan sus estudios secundarios y se les abre también la posibilidad de construir otros trayectos y proyectos de vida, que no se les estaban ofreciendo por haber nacido en determinado territorio o barrio”, dice Caren.

Como candidata a concejala, va en una boleta propia de la fuerza política, pero también ganaron en la interna de Juntos Avancemos (el nombre local de Unión por la Patria), con la boleta que encabeza Mariano Romero, militante del Movimiento Evita, que integra Rosario sin Miedo.


Políticas concretas

En 2010, antes de llegar al Concejo –hoy forman el bloque más numeroso del órgano legislativo -, lograron una ordenanza llamada Ya Basta, en la que se prohibía la instalación de barrios privados en Rosario. Hoy parece lejos, a la luz de otros proyectos conseguidos, pero fue un puntapié. “Fue y sigue siendo referencia a nivel mundial, porque no hay muchos antecedentes y fue planteada desde una experiencia concreta, no tanto en términos ideológicos, sino en términos de acceso a la tierra, de la necesidad de democratizar el acceso al suelo en una ciudad. Un intendente no puede definir las variables macroeconómicas, el precio del dólar, el manejo de la inflación, ahora la política del suelo es una herramienta económica que tiene una Intendencia y depende de qué política se aplique, uno genera mayor concentración o permite una mayor democratización en el acceso”, considera Tepp. Para ellos primero fue la militancia barrial. “Tuvo que ver con la lucha en el barrio de Nuevo Alberdi, en el freno a los desalojos a las familias que allí vivían, pero también a la defensa de las últimas 500 hectáreas que existían en la ciudad para poder pensar un modelo de crecimiento urbano y ambiental que sea equilibrado y accesible para responder a las demandas de vivienda que hoy sigue teniendo la ciudad”.

Desde entonces, fueron muchos los proyectos que pusieron en marcha: “Tenemos experiencias productivas, el tambo es el más emblemático, que a nosotros nos permite mostrar que las periferias de las ciudades pueden ser espacios donde se produzcan alimentos y donde eso genere trabajo genuino sobre todo para los jóvenes, además de la posibilidad de tener un vínculo directo con los consumidores, al reducir los costos económicos, pero también ambientales. Y son modelos a pequeña escala, pero sumamente escalables, porque hoy estamos próximos a inaugurar la primera planta de fraccionamiento de la empresa pública de alimentos, que empezamos a construir en medio de la pandemia”. Lo que dice Tepp es que Ciudad Futura, cuando detecta un problema, trabaja en la construcción de soluciones que articulan “los esfuerzos de la parte comunitaria, del sector público estatal y si los hay, de los actores privados”.

Gobernar una ciudad de un millón de habitantes, como es Rosario, con graves problemas de violencia urbana, donde hubo más de 160 homicidios en lo que va del año, trae otros desafíos. “Los territorios y las comunidades de las periferias de nuestra ciudad no son violentos, sino que han sido violentados y hay estructuras que se han ido instalando en territorios que fueron totalmente abandonados por el Estado desde hace ya muchos años y que encontraron ahí la posibilidad de desarrollar, primero, el negocio del narcomenudeo. Pero hoy, una fase superior y más compleja, que es que la violencia misma sea una actividad rentable. Y esto, quizás, para quienes leen esto en Capital Federal o Gran Buenos Aires piensan que también tienen el problema del narcotráfico desde hace muchos años. Y es verdad, la realidad es que la rentabilidad de la violencia en Rosario ya va permeando también las extorsiones a los comercios, que cercena la libertad, las balaceras a las escuelas, que cercenan la posibilidad de ir a estudiar. Hay situaciones particulares que se dan en Rosario que no existen en ningún otro lugar y, además, los altos índices de homicidios que cuadriplican los del resto del país”, diagnostica la candidata a concejala.


Territorios violentados

“Nosotros decimos que a nivel municipal tenemos que llevar adelante una estrategia que va en tres dimensiones, por arriba, por abajo y por el centro. Por arriba, persiguiendo la ruta del dinero narco”, establece y señala que la posibilidad de lavar dinero ilícito en distintas actividades es lo que convirtió a Rosario en playa de maniobras del narcomenudeo y las bandas delictivas. “Es un delito federal, se necesitan los refuerzos federales en términos de justicia, pero la Municipalidad tiene la posibilidad, y por eso propiciamos la creación de una Agencia Antilavado, de detectar maniobras que tengan que ver con lavados de activos, al momento de realizarse inversiones en la ciudad, de solicitarse de los permisos de edificación, los permisos de habilitación”, considera y por eso quieren “generar esas alertas y trabajar con la justicia para elevarlas”. Si llegan a la intendencia, fortalecerán la Agencia que impulsaron desde el Concejo, para “dotarla de mayores recursos para que pueda operar como una agencia de inteligencia criminal, para que desde la Municipalidad conozcamos cómo funciona el delito en la ciudad y brindemos la información para que intervengan las fuerzas de la justicia, ya sea provincial o federal”.

Se distinguen aún más por lo que quieren hacer “por abajo”. “La urbanización de los barrios populares es abrir calles, es llevar el agua, pero es también hacer que la Universidad pública llegue a los barrios, es la posibilidad de generar posibilidades y trayectos de vida diferente para los jóvenes de nuestros barrios, que si quieren generar un emprendimiento en su barrio no tengan que recurrir al dealer o al narco para acceder a un microcrédito, sino que pueda estar el Estado ahí presente”. Para eso, se recuestan en la experiencia de Nuevo Alberdi. “Tiene que ver no solamente con que llegue el Estado, sino que también esa intervención fortalezca la comunidad”, señala.

¿Qué es lo que plantean hacer “por el medio”? “Necesitamos recuperar la autoridad del Estado, hoy hay que reconocer que hay zonas de la ciudad que el Estado no está gobernando, las están gobernando otras fuerzas. Nosotros tenemos que trabajar con la descentralización de las áreas de control, para conocer en cada uno de los seis distritos en los que está dividida la ciudad qué es lo que pasa en ese territorio. Hay que poder trabajar con los grupos de vecinos que hoy se están organizando en torno a la inseguridad”, señala. El otro aspecto es la necesidad de intervenir la fuerza policial provincial. “Estamos convencidos de que, sea quien sea quien gobierne a nivel nacional, no tenemos que discutir solamente cuántos gendarmes mandan a Rosario, sino que tenemos que discutir cuántos recursos se van a mandar para que haya una política integral de abordaje de la violencia y de la desigualdad, y también una intervención articulada con provincia para poder hacer una reforma de la Policía de Santa Fe, que hoy es parte del delito”.

Plantear estas intervenciones lleva a Caren Tepp a otro punto neurálgico, que es la asistencia alimentaria. “Necesitamos que toda la política de asistencia sea universal y transparente, porque más allá de la buena voluntad que puedan tener tal o cual funcionario, hay que crear mecanismos que permitan que la economía delictiva no permee las estructuras y esto es algo que también lo discutimos con el sector privado. Un empresario puede no tener ningún tipo de interés en tener vínculos con las economías delictivas pero, si no creamos los mecanismos de control y transparencia, en la constitución de un fideicomiso se te pueden permear plata que viene del narcotráfico”.


Politizar el miedo

En su opción política municipalista, el año pasado, Ciudad Futura organizó las jornadas “Ciudades sin miedo”. Uno de los ejes fue “ciudades feministas”, a partir de asambleas y paneles que contaron con la presencia de Mónica Benicio, la compañera de la concejala brasileña asesinada en 2018, Marielle Franco. “Soy una convencida de que necesitamos volver a una estrategia de avanzada, que necesitamos encontrarnos para construir una agenda y una estrategia común, porque si nos quedamos defendiendo las conquistas, vamos a retroceder”, enfatiza.

Cree que además de señalar la impronta patriarcal en el diseño de las ciudades, “hay que poder replantearla poniendo, ni más ni menos, que los cuidados en el centro de la agenda de gobierno y de la agenda municipal. Entender que en las ciudades pasan muchas otras cosas, muchos otros movimientos, muchas otras corporalidades, que se trasladan, que se mueven, que tienen que poder hacerlo de manera accesible y libre. Y en particular, tenemos que poder construir una agenda distinta desde los feminismos, pero también poder aportar a la construcción de nuevas formas de liderazgo político y de gobierno y en particular, con la proximidad que nos dan las ciudades, que nos permite un gobierno local”.

Imagina formas de gobierno que habiliten el protagonismo de las organizaciones de la comunidad en la materialización y en el resguardo de cada una de las políticas. “Esa es una forma feminista de construcción y es de alguna manera la que queremos impregnar o aportar en este proceso que estamos dando en la ciudad de Rosario”, dice Tepp, quien también considera que los feminismos tienen “mucho para aportar en términos de cómo trabajar políticamente el miedo. Hoy cualquier rosarino y rosarina siente miedo por el solo hecho de vivir en esta ciudad y para mí, es algo muy similar al miedo que nosotros sentimos por el solo hecho de habitar este cuerpo o habitar una identidad feminizada”. Politizar el miedo para construir respuestas colectivas es, según su mirada, la tarea.

Ante el triunfo de Monteverde en las internas, los diarios porteños dijeron que había ganado “el candidato de (Juan) Grabois”. Tepp sonríe. Recuerda que el armado nacido al comienzo de este siglo se encontró con el dirigente nacional en luchas por el acceso a la tierra, entre otras, pero es una experiencia local, municipal. “Desde los medios nacionales se intenta siempre explicar con figuras o estructuras nacionales fenómenos que pasan por fuera de la General Paz, que tienen otro recorrido, que tienen otra trayectoria. Y es necesario que se los respete en esa diversidad. En este caso, Juan Monteverde ya no es solamente el candidato de Ciudad Futura sino también de un conglomerado de militancias que venimos de distintas trayectorias, algunas más de la izquierda, del progresismo, pero otras también del peronismo, del campo nacional y popular y que entendimos que en Rosario había que suspender los matices o las diferencias para poner una prioridad, que es ofrecerle a la ciudad una salida a esta crisis de desigualdad y violencia, que sea transformadora, que sea con más inclusión, que nos permita volver a vivir tranquilos y sin miedo”.