Christian Federico Von Wernich, excapellán de la Policía bonaerense, desistió por el momento de continuar con su pedido para salir en libertad condicional. La decisión no es un acto de penitencia ni mucho menos de remordimiento del cura condenado por crímenes de lesa humanidad: es producto de que el hogar sacerdotal al que pensaba mudarse rechazó acogerlo, como había adelantado Página/12.

Desde abril de 2017, Von Wernich está preso en la Unidad 34 de Campo de Mayo. Llegó a ese penal –reabierto durante el gobierno de Mauricio Macri– desde la Unidad 31 de Ezeiza. El lunes pasado, Von Wernich cumplió 20 años detenido, lo que lo habilitaría a salir de la cárcel –siempre y cuando así lo autorizara el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, que en 2007 lo condenó a prisión perpetua–.

Ante la inminencia de esa fecha, Von Wernich empezó a mover los piolines para conseguir un espacio donde alojarse si es que los jueces accedían a otorgarle la libertad condicional. El cura que actuó bajo las órdenes de Ramón Camps y Miguel Osvaldo Etchecolatz en la provincia de Buenos Aires durante la dictadura le informó al Servicio Penitenciario Federal (SPF) que pretendía mudarse al Hogar Sacerdotal “Mariano Espinosa”. Es una residencia ubicada en la calle Condarco al 581, en el barrio porteño de Flores, a la que Jorge Bergoglio ya le había puesto el ojo como su lugar para el retiro.

El diácono que está a cargo del Hogar Sacerdotal, Javier Borrelli, le contestó al SPF que lamentaba no poder darle trámite al pedido porque Von Wernich no pertenece a la Arquidiócesis de Buenos Aires y que, en todo caso, debería contactarse con la de 9 de Julio. No hubo en la negativa ninguna alusión a que no lo admitían por su rol en la dictadura, solo una fría respuesta burocrática.

La nota de Borrelli tiene fecha del 19 de julio pasado. Ya estaba firmada cuando este diario anticipó que Von Wernich no sería recibido en la residencia para sacerdotes. Sin embargo, recién el 24 de julio fue recibida por el SPF. Un día después, el área de Asistencia Social le comunicó a Von Wernich que no lo recibirían. Él contestó que desistía de continuar con el pedido de acceder a la libertad condicional, dado que no tenía otro referente u otro domicilio alternativo para aportar.

Este miércoles, el TOF 1 de La Plata les informó a las partes del desestimiento de Von Wernich, aunque nada dice que ésta sea la última carta que juegue el excapellán de la Bonaerense.

En un escrito que él mismo cursó al TOF 1 en las últimas horas, Von Wernich sostiene que la respuesta del Hogar Sacerdotal no debe entenderse como un rechazo, ya que Borrelli únicamente dijo que no lo podía recibir porque pertenecía a otra diócesis. Von Wernich insiste en que quien debe autorizarlo es Jorge García Cuerva, el flamante arzobispo de Buenos Aires.

Von Wernich les informó a los jueces que él mismo se comprometía a “activar” el diálogo entre García Cuerva y el obispo Ariel Torrado Mosconi, de 9 de Julio. Todavía es un interrogante si García Cuerva quiere dar sus primeros pasos como arzobispo de Buenos Aires abriéndole las puertas a un prelado condenado por secuestros, torturas y homicidios durante los años del terrorismo de Estado.

No es la primera vez que Von Werrnich invoca a Torrado Mosconi. En 2020, el excapellán pidió al TOF de La Plata que lo dejara salir de la cárcel por la pandemia de Covid-19. En esa oportunidad, Von Wernich propuso a Torrado Mosconi como garante.

El antecesor de Torrado Mosconi, el obispo Martín de Elizalde, pidió perdón por los crímenes de Von Wernich después de la condena de 2007. Sin embargo, no avanzó en la aplicación de una sanción hacia el excapellán que entraba y salía de los campos de concentración de lo que se conoció como el “Circuito Camps”. El Papa Francisco tampoco respondió al pedido que organismos de derechos humanos le formularon en 2018 para que expulse a Von Wernich. Esas indefiniciones permiten que el excapellán siga reclamando un lugar junto con otros sacerdotes.

Von Wernich es un tema espinoso para la Iglesia Católica argentina. En los dos tomos de La verdad los hará libres, la publicación impulsada por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) solo lo menciona en cinco oportunidades: en general, para referir que había sido denunciado ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), para citar el proceso que se llevó adelante en La Plata o para decir que no hay información adicional.

El excapellán fue condenado por su responsabilidad en 35 casos de secuestros y torturas. Además, se lo responsabilizó por los asesinatos de siete personas que habían estado secuestradas en la Brigada de Investigaciones de La Plata. Todas ellas salieron de la Brigada engañadas con que serían enviadas al exterior. Von Wernich, que participó de los homicidios, después declaró en el Juicio a las Juntas que les había aconsejado escuchar los discos de Carlos Gardel para no sentirse “homesick” –es decir, con nostalgia. Algo que jamás pudieron sentir porque fueron, en algunos casos, enterradas en el cementerio de Avellaneda y en otros, cremadas en el centro clandestino conocido como Puesto Vasco.  Julio Emmed, un policía de la Bonaerense que, por entonces, oficiaba de custodio de Etchecolatz declaró que Von Wernich lo consoló después de los homicidios. Emmed no tuvo un destino mejor: lo asesinaron tiempo después de testificar.