Con la fuerza de lo clásico: así sube a escena Narices, la nueva apuesta infantil con la que el Complejo Teatral de Buenos Aires convoca a chicos y grandes. Se trata de uno de los títulos inoxidables de Hugo Midón y Carlos Gianni, creado en 1984 para celebrar el retorno de la democracia. Una propuesta que, cuarenta años después, ofrece otras resonancias pero cuenta con el mismo espíritu lúdico de siempre.

Una nariz roja se proyecta sobre las paredes de la Sala Casacuberta del Teatro San Martín y recorre el espacio bajo la mirada atenta de los más chiquitos que buscan no perderla de vista. Y la secuencia se repite como prólogo de lo que más tarde ocurre en escena: un combo alegre de humor y reflexión. Dos payasos salen de la buhardilla donde estaban ocultos. Después de mucho tiempo escondidos, vuelven a jugar y a reír. “Ahora la cosa es diferente para la gente sobreviviente. Ahora la cosa tiene más gracia, porque ha llegado la democracia”, cantan.

Narices marcó el inicio de las historias de payasos en la carrera de Midón y fue estrenada en 1984 en el Teatro Lorange (hoy Apolo), con las interpretaciones principales de Andrea Tenuta y Roberto Catarineu. El mismo autor contó que en ese momento, desde algunos sectores, la obra fue rechazada porque se consideraba que abordaba un tema “no apto para chicos”. Y es que, precisamente, si hubo alguien que rompió con las barreras etarias al momento de pensar un espectáculo fue Hugo Midón.

Tanto en la década del '80 como ahora en su nueva versión, la puesta fue concebida para interpelar a la familia en su conjunto. Porque lo que cuenta sobre el escenario es la emoción y el juego. Y para eso no hay límite de edad. Lejos de la mirada adultocéntrica que subestima a las infancias, el material recoge esa esencia creativa de Midón y Gianni escapando de los lugares comunes y, a su vez, haciendo frente a las dificultades de relatar una historia que alude a una etapa compleja como la dictadura cívico-militar.

La emblemática dupla del teatro musical comenzó a trabajar en 1970, año en el cual estrenó su primer título: La vuelta manzana. Después llegaron otros éxitos como Vivitos y coleando (1990); Locos ReCuerdos (1995); Huesito Caracú (2001) y Derechos torcidos (2005), entre otros, siempre con la mágica fórmula del texto de Midón y la música de Gianni. Y, sobre todo, con una premisa central: que los chicos y las chicas son sujetos de derechos, con un poder de autonomía y crítica incluso superior al de los adultos.

A partir de ese concepto es que se enmarca el contenido político que nutre a la pieza. Los payasos que salen de su escondite ya no se callan. Levantan pancartas en las que se leen: “¡Qué vivan los payasos!” o “Reír o no reír. Esa es la cuestión”, y reflexionan acerca de la importancia de las risas y las narices rojas como símbolo de resistencia frente a la gente seria, y a los lobos feroces que provocan miedo y tristeza.

Flavia Pereda y Pedro Frías Yuber (quien reemplazó a Paker en la función analizada) aportan ternura y carisma a la pareja protagonista. Junto a ellos, tres payasas talentosas se encargan de completar un elenco que está a la altura del desafío que supone un clásico midoniano. No faltan en la puesta los colores vibrantes ni los brillos. Tampoco los juegos de palabras ni algunos guiños a la actualidad. No hay estridencias ni excesos, y todo en su punto justo está puesto al servicio del disfrute y del pensamiento.

Un manifiesto de la alegría. Un puente entre pasado y presente que incluye a las infancias. Y un alegato necesario en tiempos en que el negacionismo sigue asomando. Todo eso es Narices. Porque, como cantan los payasos: “Hay que seguir adelante sin olvidar lo de ayer”.

NARICES

Hugo Midón y Carlos Gianni

9 puntos

Intérpretes: Alejandro Paker, Flavia Pereda, Pedro Frías Yuber, Azul “Achu” Mazzeo y Giuliana Rimini.

Coreografía: Marina Svartzman.

Diseño de vestuario: Tadeo Jones y Flavia Pereda.

Dirección de arte: Tadeo Jones.

Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez.

Dirección de actores: Claudio Gallardou.

Producción ejecutiva: Ariela Mancke.

Dirección de producción: Roberto Bisogno.

Música original y dirección musical: Carlos Gianni.

Dirección: Chacho Garabal.

Funciones: sábados y domingos a las 16, en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín (Corrientes 1530).