"Lo más escandaloso del escándalo, es su acostumbramiento”. Simone De Beauvoir
Sabemos que el agua es la sustancia constitutiva de la vida para todos los cuerpos de la Tierra. La vida es un proceso biológico, espiritual, cultural y social, en sí y para sí, que implican desarrollo, regeneración, reproducción y realización de dichos cuerpos, como totalidad diferenciados en sí mismos.
El agua es vida. Es lo distintivo, entre otras cuestiones, de nuestro planeta frente al universo. Sí, el agua es vida. Somos más del 60% agua. Hay 23.400.000 kilómetros cúbicos de agua subterránea y 42.800 kilómetros cúbicos en los ríos y lagos. Sin embargo, últimamente hubo situaciones muy preocupantes por la falta o disminución del vital elemento ya sea por la escasez climática, que es cuando se produce por los factores de la naturaleza o por la escasez social, que se genera por la falta, omisión o negligencia de políticas públicas a favor del agua y el saneamiento.
Muchas veces se da por la combinación de ambas categorías científicas. Así, pudimos observar, entre otros casos, en nuestra región la escasez climática por la alta sequía que afectó al río Paraná en el período 2020 hasta entrado el año 2023 llegando, en algunos períodos, con mediciones hidrológicas negativas -0. Parecido al fenómeno de la sequía de 1944. Sumado a todo ello la quema de más de 1 millón hectáreas de los humedales, dañando gravemente a varios factores ecosistémicos biológicos, generando una profunda lesa ambientalidad. Resulta a todas luces una sumatoria de las categorías climática y la social.
Vemos actualmente la escasez climática, pero también la escasez social, en Montevideo y en Canelones impactando a 1,7 millones de personas sobre aproximadamente 3.5 millones que tiene Uruguay. La escasez social agravó la escasez climática. El Estado no realizó las obras para el Proyecto Casupá que hubiera al menos paliado o reducido el problema. Actualmente el agua no es potable, tiene componentes por encima de los establecido por la OMS. Las autoridades de salud han señalado que es agua no potable pero bebible, resulta palmaria semejante incoherencia.
El agua, si no es potable, no es bebible.
Otro caso fue en su momento la ciudad de San Pablo, con escasez climática agravada por la escasez social en 2014, exponiendo a las personas a sufrir cortes de agua potable durante 4 horas diarias, entre otras cuestiones. La otra crisis acuática que podemos enumerar ha sido durante 2017-2018 en la Ciudad del Cabo, donde la escasez climática se combinó con la escasez social, agravando mucho el acceso al vital elemento. Estas graves situaciones nos indican no sólo la importancia de esta sustancia esencial sino también los condicionamientos que la están afectando.
El agua actualmente se encuentra jaqueada también por la contaminación y el extractivismo sojero, minero, agroganadero e industrial. Todo crecimiento económico de lesa ambientalidad ecosistémica que fragiliza gravemente al vital elemento. No hay peor contaminación que la ceguera por codicia y ambición. Viene a sumar a ello la profunda inequidad social ambiental de la especie humana.
El acceso al agua y al saneamiento se convierte así, más que nunca, en un derecho humano universal para todos los vivientes. El 28 de julio 2010 se votó la resolución 64/292 del Derecho Humano al Agua y al Saneamiento en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hay cuatro ciudades en las que hemos logrado, junto a otros actores, que se haya establecido esa fecha como el Día del Derecho Humano al Agua y al Saneamiento, así, durante 2021 fue establecido en la ciudad de Rosario, en Gualeguaychú , en Bariloche y el 3 de julio del presente año en la ciudad de San Lorenzo. Actualmente tiene media sanción en la Cámara de Senadores de la provincia de Entre Ríos para establecer el día mencionado.
Esta fecha es un hito en la lucha por este derecho humano básico y esencial, producto de una extensa trayectoria de bregar e impulsar la vida para todas las personas. La vida es un bien común público supremo, basal y fundante. El agua constituye vida y es constituida. Todavía millones de enfermos y muertos por no acceso al agua potable golpean la conciencia de la humanidad. Es constante la moratoria en vida de la espera eterna de millones de latinoamericanos para acceder al agua potable segura y de millones de personas que buscan poseer un saneamiento seguro e integral. La ignominia continua con una cartografía que muestra en la Tierra a 2100 millones de personas que no tienen integralmente el vital elemento y a 4200 millones de seres humanos que no poseen un saneamiento seguro.
Arribar al 28 de julio como Día de la Vida, del Derecho Humano al Agua y al Saneamiento es consecuencia de un largo proceso de la ciencia y de la participación ciudadana. No hay derecho si antes no hubo hechos. Todos los antecedentes que vamos a mencionar han construido y consolidaron el actual derecho al agua y al saneamiento, que lo podemos ver en el derecho al agua establecido en la Conferencia del Agua de la ONU en Mar del Plata en 1977, en el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1988, en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, en la Observación General N°15 del 2002 del Comité de los Derechos Económicos Sociales y Culturales de la ONU, en el artículo 47 de la Constitución de Uruguay de 2004, en la Constitución de Ecuador de 2008, en la Constitución de Bolivia del 2009, en el Manifiesto del Agua firmado en 2010 por el Dr. Leonardo Boff y el que suscribe, en el Pacto Público del Agua capítulo Latinoamericano del 2011 firmado por el Dr. Riccardo Petrella y el abajo firmante, en la Constitución de Argentina en el artículo 41 al establecer el derecho humano a un ambiente sano y en el artículo 75 inciso 22. A nivel jurisprudencial, se puede connotar en los fallos de la Corte Suprema de la Nación en el caso Kersich de 2014 y el fallo del 23 de marzo del año en curso, en el caso “Comunidad Aborigen de Santuario Tres Pozos y otras c/Jujuy, Provincia de y otros s/amparo ambiental”. Asimismo, también han incidido las resoluciones de la ONU número 67/291 de 2013 que estableció el Día del Inodoro los 19 de noviembre y la número 76/300 del 28 de julio de 2022 que estableció el derecho humano al ambiente sano.
Hablar del Día de la Vida, del Derecho Humano al Agua y al Saneamiento, es plantearnos también evitar y solucionar los problemas del ambientalismo inclusivo, con equidad social ambiental. Es sostener que los bienes comunes son para la vida y, para ello también es fundamental evitar las guerras del agua y del ambiente. Se debe lograr la multilteralidad dialogal entre el Estado, la ciudadanía y sus instituciones y las corporaciones económica. Así se podría haber evitado actualmente la grave situación de Jujuy, como así también en su momento el conflicto de Mendoza en 2019 y de Chubut en 2021. Entre 1953 y 2003 hubieron 1831 conflictos en el mundo producidos por la guerra del agua, muchos de ellos pudieron haberse evitado. Y en los dos últimos años se produjeron 200 conflictos por el agua. Es necesario que la corporación económica se ajuste al Estado de Derecho. La vida demanda una sociedad armoniosa. Ello no significa que no existan tensiones y disputas, ello forma parte del constructo humano; la cuestión es cómo los conflictos lo resolvemos a favor de la vida.
La vida es la surgencia de la mayor conspiración fundante que cuestiona a la neomodernidad extractivista sistémica.
(*) Magíster en Ambiente y Desarrollo Sustentable. Especialista en Ambiente y Desarrollo Sustentable. Director de la Cátedra del Agua UNR y del CeIA UNR. Coordinador AHT Argentina