Es una verdad a secas, incontrastable, el amor de Charlie Watts por el jazz. Tan fuerte en su ontología, que hasta puede arriesgarse que el otro gran vínculo del baterista con la música -con los Rolling Stones y rock and roll, por supuesto- opera como apéndice del que tuvo con el jazz. Notable, pero apéndice al fin. Es lo que viene a recordar, por si hiciera falta, la edición de Anthology, compilación publicada por BMG, que ya está en las plataformas -también en formato de vinilo y cd dobles-, y reúne piezas del género grabadas por el baterista durante dos décadas, y en los más variados formatos, además de textos escritos por Paul Sexton, autor de la biografía autorizada de Watts Charlie's Good Tonight.

El disco cuenta la historia paralela de Watts a través de una conexión con el arte de las musas que, en vez de Mick Jagger, tiene a Bernard Fowler cantando. Que en vez de Bill Wyman, el que gravita al bajo es su amigo Dave Green, y que entre los vientos (depende año, disco y formación) tiene a Peter King, Evan Parker, Courtney Pine y Gerard Presencer entre sus laderos. Formalmente (ver debajo el porqué) la antología de veinte años arranca en 1986, cuando el batero grabó su primera placa solista, mientras los Stones iban por uno de los mejores discos de su historia: Dirty Work.

La ópera prima del Watts jazzero llevó por nombre Live at Fulham Town Hall, y la antología la trae al presente a través de dos piezas registradas en el Fulham Town Hall de Londres, con una gruesa big band de treinta y tres músicos: “Stompin' at the Savoy”, tema de los '30 nacido del talento de Edgar Sampson en homenaje a Savoy Balroom de Harlem; y una tremenda versión -aliada de la de Benny Goodman- de “Flying Home”. El brazo rockero de aquella primera incursión es la presencia del exbajista de Cream, Jack Bruce, en chelo.

Envalentonado por ese disco debut, Watts produjo luego una zaga de grabaciones cuya cantidad duplicó a la de los mismos Stones en el período que fue desde 1986 hasta su muerte, ocurrida en agosto de 2021. El baterista registró nueve discos en ese lapso, mientras que la banda cosechó apenas cinco. El segundo fue el primero de los homenajes que Watts le hizo a su admirado Charlie ParkerFrom One Charlie, publicado en 1991, con los Stones en pleno parate discográfico. De tal material grabado en vivo en estudio, la antología trae al presente, entre otras, una muy atildada versión de “Bluebird” y otra, justamente relajadísima en su swing, de “Relaxing at Camarillo”.

Al mismo año corresponde la vuelta al presente de una tríada conformada por “Cool Blues”, “Perdido” y la mansa “Lover Man” -donde lo que luce es la voz de Fowler- que Watts y su quintero grabaron en vivo en el Ronnie Scott's de Birmingham, abrigadas por arpa y oboe, y arropadas bajo el nombre de A Tribute to Charlie Parker with Strings.

De Warm and Tender, cuarto disco del Watts jazzero y solista editado en 1993, el recupero histórico pasa por remansos sonoros, tracción a escobilla y whisky fino, de “You Got my Head”, y una brumosa y taciturna interpretación de “If I Should Lose You”, donde la voz de Fowler, que también tuvo su paso por los Stones, brilla por su presencia. La cosecha noventas concluye con el orquestal, finísimo, Long Ago (and Far Away), de 1996, con el tema epónimo como parte que cuenta el todo.

La antología tampoco pierde la oportunidad de echar mano sobre piezas de Charlie Watts - Jim Keltner Project, del año cero del milenio, cuando los Stones transitaban otro largo break discográfico, y del disco en vivo que el baterista nacido en Londres grabó con el grupo Tentet, bajo el nombre de Watts at Scott's, menos de un año antes de la esperada aparición de A Bigger Bang, que traería a los Stones por tercera vez a la Argentina.

Del primer disco del milenio, que conjuga un ensamble experimental entre Watts y el baterista Keltner en beneficio de un homenaje a grandes bateristas, Anthology recuerda a “Roy Haynes”, que poco y nada tiene que ver con el abordaje jazzero de Watts en los noventa; a “Airto”, un samba en obvia referencia al brasileño Airto Moreira, y a “Elvin Suite”, perlita africanosa donde el tributado es Elvin Ray Jones, aquel baterista de John Coltrane amado por Charlie.

Watts at Scott's, en tanto, revive a 19 años de su publicación –y a 22 de su grabación en vivo en mítico Ronnie Scott's de Londres-, mediante Tente, contundente orquesta de diez músicos, con puntos álgidos en el saxo tenor de Evan Parker y la trompeta de Gerard Presencer. Con solo escuchar la lúdica revisita de “Take the A Train”, de Duke Ellington, y la versión en castellano de “Tin Tin Deo”, rumba-jazz mágica, la rémora sobre el disco está saldada.

 

Solo el CD porta tres piezas que rompen la formalidad de los 20 años de Anthology, porque precisamente muestra tres piezas que Watts grabó con su primera banda de jazz, en el Swindon Arts Centre, en enero de 1978, seis meses antes de publicar Some Girls, con los Stones. Ellas son “Rockhouse Boogie”, “Ain't Nobody Minding your Store” y “Swindon Swing”. El rescate rockero, aquí, pasa por la presencia de Ian “Stu” Stewart, el sexto stone, al piano, y un repertorio que resuena más a boogie woogie, blues y, claro, consuelo para rockers.