La actriz, cantante y compositora Carla Pantanali atravesó en 2021 una situación crítica que le permitió tomar una decisión importante en su vida artística. En esos días de confusión a nivel mundial, la artista contrajo Covid y tuvo miedo de morirse. “Frente a esa sensación hubo algo en mí interno que me dijo: ‘¿Qué me falta hacer en esta vida?’. Entonces, ahí indudablemente le di lugar a algo que ya estaba maduro adentro mí y que era hacer un disco. Mis canciones ya estaban listas pero el perfeccionismo me frenaba”, precisa Pantanali, que reunió composiciones de diferentes épocas para darle forma a su primer disco solista, La citadina (2022). “Compongo desde los 13 años. Mi madre tocaba el piano en casa y crecí tocando Bach, Mendelssohn, de oído. Ahora sé que me estaba formando como música. En ese momento jugaba, era algo normal. Y cuando empecé a trabajar como actriz a la par se despertó mi vocación musical”, cuenta quien se presentará el viernes 4 de agosto a las 21 en Café Vinilo (Estados Unidos 2483).

En líneas generales, el disco propone reconectar con la naturaleza y las raíces desde la ciudad. Desde ese enfoque, la artista entrega ocho canciones –con arreglos y producción artística de Jerónimo Guiraud- con impronta acústica, aires folklóricos y ritmos latinoamericanos. De esta manera, el disco abre con la vidala rockera “Dando sonido a la luz”, continúa con el aire de zamba “La citadina” y sigue con “Inventar un mundo”, una canción con percusión candombera. “Eso viene de mi enamoramiento profundo y mi respeto en investigar nuestra música a través de autores muy importantes, como el Cuchi Leguizamón o Ricardo Vilca”, explica Pantanali. “Cuando me estaba formando estudiaba la armonía a través del jazz y luego me puse a analizar las obras del Cuchi. Y me enganché tanto con su música que cuando terminé esa formación me anoté en la carrera de Folklore con Mención en Instrumentos Criollos de la UNA. Y ahí pude llevar a mi mano derecha las células rítmicas de las principales especies folklóricas de nuestro país, que luego me aparecieron en muchos temas”.

-¿Y cómo se dio la versión de "No soy un extraño", de Charly García?

-Charly para mí es un referente, un maestro, un ídolo. Crecí escuchándolo y siempre amé ese tema. En un momento hice un arreglo y para algunos tiene un arrastre medio milonguero. Es mi forma de homenajear a Charly y sentir su música en mi disco es un honor enorme para mí. "El Flaco" Spinetta también me ha marcado muy profundamente con sus letras, con su sensibilidad y su costado espiritual. El mensaje artístico de Spinetta era muy impactante y me siento muy en fila con él.

-¿Y qué tan importante es la ciudad como contexto para este disco?

-Es desde donde me paro para dar mi mirada. En la ciudad estamos bastante desconectados de la naturaleza por tener un nivel de actividad, de exigencia y de producción que no nos permite volver a algo más silencioso, más vinculado con el autoconocimiento, con lo espiritual, con lo natural, que tiene ritmos más lentos. Por ejemplo, una de las canciones que le hice a mi hija Miranda, que se llama "El agua que te espera", habla de parir en libertad, en el sentido de poder respetar el proceso de un parto y lo que el cuerpo sabe por sí mismo porque hace millones de años viene evolucionando. Vivo en la ciudad y como muchas mujeres citadinas necesitamos reconectar, sentir ese dolor que no es ni más ni menos que la transformación de nuestro cuerpo en otro cuerpo más. Entonces, La citadina es un disco de una mujer joven que va madurando y atravesando distintos momentos.

“En un show de música también hay una historia, hay silencio y manejo de los tiempos”, compara Pantalani, de larga trayectoria como actriz de teatro y televisión. Sin embargo, considera que son ambientes con lógicas distintas. “Es muy distinta la experiencia de pararme frente a un público a cantar mis canciones, tocar la guitarra y abrirme como un canal a la de meterme en un personaje y salir a entregarme al escenario como tal. No era lo mismo actuar que salir a cantar. Es como si fueran dos frutas: una tenía ya su maduración (la actriz) y la otra se estaba madurando (la cantautora). Y ahora un poco se van poniendo de la mano, porque el escenario es un escenario. Y de pronto se alinean esa seguridad, esa fuerza”, se explaya.

El jueves 10 en el Cine Gaumont y en espacios INCAA de todo el país se realizará un homenaje a su abuelo, el actor y humorista Luis Sandrini, en el que se proyectarán en pantalla grande clásicos de su filmografía, como La danza de la fortuna y El profesor hippie. En ese marco, se exhibirá el documental Sandrini, realizado por su madre e hija de Luis, Sandra Sandrini, actriz, guionista y directora. Carla Pantanali compuso la música original y grabó la locución, y su hermana Roberta Vadino se encargó de las animaciones y el montaje de la película. “Mi abuelo murió hace 42 años y no hubo un homenaje a su persona como ha habido con otros personajes. Cuando él murió, mi madre era muy jovencita y quizá la familia no podía organizar un homenaje, pero ahora sí”, entiende Pantanali sobre el “postergado” tributo a su abuelo. “Es un hermoso homenaje hecho por nuestras manos, y es espectacular que pueda ser proyectado y compartido a nivel federal”, se entusiasma. “Tuvimos que hacer un enorme trabajo de archivo y averiguar sobre su carrera, que era muy vasta”, dice.

-¿Te sentís continuadora de ese legado artístico que marcaron tus abuelos, tu madre y tu familia?

-Sí. Cada uno en ese clan familiar, en este linaje, aporta lo suyo. A ellos les tocó vivir eso, que fue increíble. Y todos los que formamos parte de esta familia de artistas tenemos nuestra propia impronta y nuestros propios despliegues. En ese sentido, siento que tomo la posta y hago la mía. Formar parte de un clan como este me da mucha fuerza y confianza como artista. Me planta, me da aplomo y estoy muy orgullosa de formar parte. Crecí pisando escenarios, viendo escenografías, de la mano de los actores que salían a escena. Ahí hay algo que el cuerpo y el alma maman, que es muy fuerte. Podría haberme dedicado a otra cosa, pero me dedico a lo mismo. Siento que ahora me toca a mí y eso es muy lindo. Es como decir: todos somos parte de este grupo, ahora brillan estos y después brillarán otros.