Cada jueves en el Nün aparece Suavecita, una mujer ordinaria con un poder extraordinario (algunos dirán sobrenatural), una madre soltera dispuesta a dar un salto de fe para mantener a su hija, un personaje camaleónico capaz de habitar fantasías ajenas y hacer maravillas con su don. Suavecita es el unipersonal escrito y dirigido por Martín Bontempo, y protagonizado por Camila Peralta. En diálogo con Página/12, la actriz cuenta que al leerlo le pasó algo inusual: “En general me cuesta leer un texto teatral y que me conmueva. Los leo de una manera un poco fría, entonces no termino de darme cuenta qué va a pasar en escena. Cuando leí Suavecita no podía parar de llorar. No es una obra ‘para llorar’, pero me atravesó desde un lugar que no comprendo”.

Bontempo y Peralta ya habían trabajado juntos en la obra En la piel. Sobre esa experiencia, la actriz recuerda: “Fue muy reveladora. Era bastante chica y descubrí que la pavada bien vista, eso que más me divierte, los personajes estallados y arquetípicos, todo eso puede contar una historia, ser poético e incluso hacer una crítica social”. Cuando leyó Suavecita recordó también el universo de Las malas, la novela de Camila Sosa Villada. Algo de eso respiran las obras de Bontempo: mundos marginales donde de pronto aparece la magia, lo poético, el brillo, lo sobrenatural.

Por todas esas razones, Peralta tenía ganas de volver a trabajar con el director. “Acepté con un poco de miedo –confiesa– porque no sabíamos cómo abordar el tema o de qué manera íbamos a mostrar esto que ella hace y termina siendo súper poético, para nada explícito”. Eso que hace forma parte del misterio y conviene no develar demasiado; sí se puede decir que trabaja en un hospital aunque no es médica ni enfermera. Cuando se le pregunta por ese límite entre lo explícito y lo poético, asegura que “fue fundamental encontrar al personaje y respetar sus propias leyes: ella nunca haría algo chabacano, nunca se pasaría de graciosa ni dejaría de serlo”. En los primeros ensayos Suavecita era una mujer avasallante que se imponía, pero en un momento ese comportamiento les resultó artificial y descubrieron que su personalidad era otra.

-La obra explora elementos sobrenaturales, el paganismo, los milagros, las creencias populares. ¿Cómo lo abordaste?

-Eso ya estaba en el texto. Yo soy una persona muy terrenal pero tengo cierto interés por estos mundos, es algo que me atraviesa y no puedo negar. Confío en que existe algo. Si no sabemos nada, ¿por qué cancelar esa posibilidad? También hay casos muy locos en el país y en otros lugares, gente que sana o ve cosas. ¿Por qué no? Hago esta obra con la convicción de que quizás existe una Suavecita por ahí.

Con respecto a los desafíos del unipersonal, la actriz asegura que antes de cada función la invaden los nervios. Los miércoles actúa en Un tiro cada uno, pero ahí la situación es distinta: “Vamos por la cuarta función pero ya estoy más relajada porque sé que mis compañeras me pueden salvar. Si te perdés, mirás a alguien a los ojos y sabés cómo seguir. Acá hay un vértigo total porque si yo no lo salvo, no lo salva nadie. Al mismo tiempo podés hacerlo como quieras porque nadie está esperando un pie tuyo, entonces aparece lo inesperado”. Según Peralta, la red de contención que la ayuda a afrontar esa soledad escénica aparece en las distintas disciplinas: música (Germán Severina), luces (Fernando Chacoma), arte (Uriel Cistaro), maquillaje (Adam Efron).

-El tiempo es clave en los procesos pero no siempre se dispone de ese recurso. En tu recorrido hiciste teatro pero también exploraste el audiovisual con series como División Palermo, Planners o Protagonistas. ¿Cuáles son las diferencias?

-El teatro independiente es una locura, lo que sucede en nuestro país es inexplicable. Hay una necesidad de expresión, un deseo. El tiempo de ensayo para mí es lo que hace la diferencia en este tipo de proyectos porque te van cayendo fichas. Nün produce la obra entonces pudimos ensayar en la sala durante cuatro meses. Eso fue espectacular. En general se ensaya en espacios más pequeños y se monta la escenografía tres días antes, pero acá fuimos macerando todo de a poco. En el audiovisual eso no sucede y estoy tratando de adaptarme. A veces me exijo para estar de la misma manera que en el teatro y no sé si es algo a lo que se pueda llegar. Hace poco escuchaba en un podcast a Verónica Llinás: ella decía que la creación de personajes es muy difícil en audiovisual porque no hay tiempo y para que un personaje exista realmente es necesario que pase por el cuerpo. El cine y las series me entusiasman, siento que es un gran desafío y una zona que quiero explorar.

-En la piel, Pequeña Pamela (de Mariana Chaud) y Suavecita narran a mujeres de los márgenes. ¿Creés que cambió la forma de leer personajes femeninos?

-Sí, en mi caso es muy distinto cómo los leo hoy a cómo los leía hace unos años; igual sigo necesitando amigas que me ayuden a detectar ciertas cosas en los textos. Con Martín debatimos un montón porque sabíamos que se podía llegar a hacer una lectura equivocada: no queríamos una víctima y era importante tratar el trabajo que ella hace con respeto. Nos generaba muchas preguntas hablar de ciertas cosas que no vivimos, entonces escuchamos opiniones y llamamos a amigos para poder contar una historia de acuerdo a lo que pensamos sobre el presente, las mujeres, el mundo y cómo vivimos.

Suavecita aborda la dimensión popular de las creencias, pero muchas veces los espectadores más cercanos a ese universo no son los que llegan a las salas. Cuando se le consulta por los desafíos en relación a las audiencias, Peralta dice que a veces es difícil ir más allá del nicho: “En general solemos hacer las obras independientes en CABA, nos vamos a ver entre nosotros, duran unos meses y chau. Tengo el deseo de que Suavecita y cualquier obra en la que esté pueda llegar a otros lugares: viajé pocas veces y lo que pasa es espectacular. Está buenísimo que te reconozcan tus colegas, pero poder transformarle algo a alguien que vive en otro lugar, iluminar una zona de su vida o generarle una emoción… Siento que esa es la razón por la que hago teatro”.

*Suavecita puede verse los jueves a las 21 en Nün Teatro (Juan Ramírez de Velasco 419) y las entradas se adquieren por Alternativa Teatral.