Francia, 5 de marzo de 1971. La escritora activista de izquierda Françoise d’Euaubonne, junto con un grupo de lesbianas atacan armadas con salchichones al profesor Lejeune mientras éste imparte una conferencia contra el aborto en el Teatro de la Mutualité de París. Ese el origen del llamado “Commando Saucisson” (Comando Salchichón).
Para Paul B. Preciado es también el origen y la invención del terrorismo anal. El salchichón ridiculiza al mismo tiempo las porras policiales y los penes como instrumentos de la política tradicional y alude a la analidad: hecha con la piel del tubo intestinal de los corderos y los cerdos, su forma no deja de evocar a la de los excrementos humanos o animales. Como el ano es la región humillada e insultada de los cuerpos mientras el pene es el adorado símbolo de la virilidad masculina, es preciso en un mismo movimiento atentar contra el orden del machismo falocéntrico como en la reivindicación del goce anal. La virilidad fálica no tiene buena convivencia con la analidad erógena.
El terrorismo anal se erige contra una larga tradición: la de los Santos Padres que, temerosos ante el hecho de que el ano es un órgano sexual sin género y eso pudiese derivar en la tentación de que el cuerpo conozca el placer de no- ser- hombre, pusieron en marcha la técnica de extirpar del ano toda capacidad que no fuera excremental. Así fue que, al decir de Preciado, metieron un dólar en el culo del niño mientras exclamaban: “Cierra el ano y serás propietario, tendrás mujer, hijos, objetos, tendrás patria”. O, en otras palabras fue necesario cerrar el ano para sublimar el deseo pansexual, como fue necesario cercar las tierras comunes para señalar la propiedad privada.
Pero es necesario aclarar que el terrorismo anal del Comando Salchichón no solo se levantaba contra la derecha conservadora, neoliberal, militar o ultramontana sino también contra la sobrevalorada y burguesa rebelión de adolescentes dotados de mayo de 1968. Contra la izquierda que en París como en Argentina enunciaban que la lucha de clases era cosa de hombres y no una simple mariconada. (Por ello a los grafitis heterosexuales del mayo francés el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria al que se aglutinará el Comando Salchichón le opondrá las pintadas: “Proletariados de todos los países sodomizaos los unos a los otros”).
En el mismo sentido que la izquierda histórica Alejandro del Carril se sitúa en un lugar de supuesto progresismo y denuncia y critica el votante macrista en las urnas, cuestión que no se puede más que compartir, pero para ello apela a la metáfora más retrógrada, la de la entrega del culo como rito sacrificial doloroso y humillante. Había otras posibilidades: de hecho Jean Genet utiliza la imagen del pelotón de fusilamiento cuando el marinero Querelle va a dar su culo a Nono. Sin embargo, al contrario de del Carril la idea de rito sacrificial es en Querelle, la de un pasaje que transforma al sensual marinero en un enculado, en un hombre que goza como una mujer. Ello hace posible la renuncia al poder masculino y la posibilidad redentora de ser un paria.
Si el ano castrado del niño cumplió un papel central en el desarrollo del capitalismo de los Estados nacionales, la apertura colectiva y socializadora del ano -tal como soñó también el pionero Guy Hocquenheim- es el camino para emprender la utopía contraria. Al decir de Preciado, se necesita una utopía anal capaz de pensar al ano como un biopuerto, un “puerto de inserción a través del que un cuerpo queda abierto y expuesto a otro u a otros” y en esa dimensión “todo lo que es socialmente femenino podría entrar a contaminar el cuerpo masculino a través del ano dejando al descubierto su estatuto de igual con respecto a cualquier otro cuerpo”.
Del Carril se presenta como psicoanalista, sin embargo su artículo puede reducirse a aquella frase que forma parte de un sentido común que expresa que “si votamos al neoliberalismo es que a los argentinos nos gusta que nos rompan el culo”. Ya Omar Acha advertía en El sexo de la historia sobre la necesidad de que el ano y las prácticas anales ingresen a la academia como objeto de estudio, como objeto historiográfico. “La ausencia de la referencia directa a la historicidad de lo anal, a los usos del ano y a las culturas del ano, hacen sistema con las referencias permanentes a la heterosexualidad penetrante. Esto construye identidades”. Educación anal para todas y para todos como camino a la revolución anal, a la colectivización del ano.