La vida extraterrestre constituye uno de los principales enigmas de la historia humana. Y en el siglo XXI, con toda la ciencia y la tecnología disponible, los sapiens buscan develarlo para comprobar si, efectivamente, el planeta Tierra es el único mundo que alberga vida en el universo. A tono con la incertidumbre, a lo largo del tiempo ha habido grupos que confiaron en esta posibilidad. Después de todo, argumentos no faltan: creer que no existen formas de vida más allá de las conocidas por los hombres y mujeres de este mundo representa una posición antropocéntrica difícil de deglutir.
En el presente, un nuevo capítulo se suma a este debate entre defensores y detractores. Pero esta vez con más fuerza porque, a diferencia de ocasiones previas, las declaraciones llegaron de parte de David Grusch, un exoficial de inteligencia de la Fuerza Área de Estados Unidos, que afirmó bajo juramento que “su país está en posesión de naves y restos biológicos no humanos”. Su sentencia, realizada ante el subcomité de Supervisión de la Cámara de Representantes de EEUU, como era de esperar, pronto se replicó en todo el mundo. Hay pocas cosas que despierten tanta ansiedad como la acción de explicar lo inexplicable.
Lo que en esta oportunidad alimentó la algarabía es que desde los ámbitos oficiales no desestimaron los dichos de Grusch. Por el contrario, de visita en Argentina, Bill Nelson, director de la NASA, comunicó la creación de un comité de científicos que se encargaría de deliberar sobre las sospechas. “Todas las inquietudes tendrán sus respuestas”, expresó el titular de la agencia espacial norteamericana. Y se puso un plazo: en agosto, el equipo de notables debería entregar un informe completo al respecto. Sensores, robots y todo tipo de tecnología de última generación colocada al servicio de identificar fenómenos espaciales y especiales. Como desde hace siglos, saber si hay vida más allá del vecindario que constituye el Sistema Solar es un anhelo que se refrita una y otra vez.
“Si las afirmaciones realizadas en el Congreso de EEUU son reales, no hay duda de que haber evitado que esas evidencias estuvieran al alcance de los mejores científicos durante más de 70 años ha retrasado en forma abrumadora todas las investigaciones científicas realizadas en este tema durante décadas”, destaca Guillermo Lemarchand, astrofísico y experto argentino en el área, en diálogo con este diario. En paralelo, el Congreso de EEUU pidió esclarecer detalles sobre los avistamientos. Un testimonio como el de Grusch no podía pasar desapercibido; precisamente, porque se trata de un exmiembro de las Fuerza Aérea que durante muchos años trabajó de manera directa en la recopilación de informes de objetos voladores no identificados.
Andrea Buccino, investigadora del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio, cuenta que la idea de vida extraterrestre “no es descabellada”. Según el principio de mediocridad, se piensa que cualquier otro planeta de tipo rocoso, que estuviese a una temperatura que tuvo la Tierra hace 3.800 millones de años, que tenga agua líquida, los materiales en la atmósfera necesarios (como el nitrógeno y el metano), y una fuente de energía como la radiación ultravioleta del Sol podría albergar vida. “Hay teorías que señalan que la vida se generó adentro de la Tierra, a partir de materiales inorgánicos, así como hay otras que sugieren que pudo haberse generado a partir de impactos de meteoritos. Por lo tanto, pensar que la vida solo es una condición exclusiva de nuestro planeta sería equivocado”, sostiene.
Nada de otro mundo
“La NASA ha tenido científicos trabajando en temas de vida extraterrestre desde la década de los sesenta (proyectos de exobiología y astrobiología). Ha realizado búsqueda de evidencias de vida microscópica en los planetas del Sistema Solar, de vida inteligente extraterrestre usando radiotelescopios (SETI, search for extra terrestrial intelligence) y últimamente de biomarcadores en los exoplanetas”, enumera Lemarchand.
Después continúa con un detalle cronológico que conoce de primera mano. En 1992, explica, la NASA financió con casi 100 millones de dólares el proyecto SETI denominado “Microwave Observing Project”. Sin embargo, algunos años después de lanzarlo, el Congreso de EEUU canceló los fondos. “A finales de los 90, la NASA creó una red de institutos de astrobiología para estudiar el origen de la vida, condiciones de habitabilidad y búsqueda de exoplanetas. Este programa continúa hasta el presente. O sea que el tema de vida extraterrestre no es un tema nuevo para la NASA”, comenta el especialista.
Durante los tiempos recientes, no obstante, el debate se ha recalentado. En mayo de 2022, altos mandos del Pentágono informaron al Congreso el aumento de “fenómenos aéreos no identificados” --UAPs, por sus siglas en inglés--. Constituyó la primera audiencia de esta clase en medio siglo y el hecho significativo fue que los funcionarios de inteligencia de defensa convocados anunciaron que los avistamientos eran “frecuentes” y algunos “inexplicables”. Mencionaron la existencia de unos 400 UAPs, mientras que a principios de 2023, desde el Pentágono insistieron en la existencia de 650. Sin embargo, nada concreto: que un fenómeno no se pueda identificar o explicar, no equivale a afirmar la existencia de vida extraterrestre.
Un interés geopolítico
De cualquier manera, Estados Unidos está muy preocupada por volver a posicionarse como líder en la carrera espacial; y la novedad es que el competidor ya no es la Unión Soviética como en época de Guerra Fría, sino China. De aquí que ambas potencias compitan por llegar primero a la Luna y luego alcanzar Marte. El programa Artemis que promueve la NASA y al que Argentina suscribió intentará conquistar ambos objetivos en 2025 y 2030 respectivamente. Desde aquí, la maniobra de EEUU debe ser comprendida a la luz de este telón de fondo.
Buccino afila la lupa y se concentra en el análisis puntual de la declaración de Grusch. “El hecho de que llegue una nave con restos no humanos implica la existencia de vida evolucionada; quizás formas de vida similares a la de los humanos. Sociedades con capacidad tecnológica suficiente para confeccionar sus propias naves y viajar a años luz. Este planteo sí, en cambio, me parece descabellado: si uno puede estudiar desde una manera remota, por qué se acercarían a nosotros”. Y se pregunta: “Además: ¿por qué llegó a Estados Unidos y no a otros lugares del mundo? Debería haber más señales naturales que nos alerten sobre la existencia de vida inteligente en otros planetas”.
Diego Bagú, astrónomo y divulgador científico, es más terminante: “Pienso que no son más que distracciones. Tal vez la NASA conforme un comité científico, precisamente, para reafirmar que no hay ninguna prueba concreta. Una payasada”. A la fecha, la ciencia ha detectado alrededor de cinco mil planetas extrasolares. Sin embargo, todavía no se ha localizado al mejor gemelo terrestre, esto es, un planeta similar a la Tierra que orbite alrededor de una estrella de tipo solar. “Se espera que, a partir de los datos que comparta el telescopio James Webb, se pueda advertir la presencia de moléculas que tal vez estén asociadas a vida, como puede ser el ozono. Con lo cual, podríamos detectar señales pronto”, advierte Buccino.
Detectives cósmicos
A nivel doméstico, desde 2019, existe el Centro de Identificación Aeroespacial (CIAE), que depende de la Fuerza Área Argentina. Según el sitio oficial, sus actividades consisten en “organizar, coordinar y ejecutar la investigación y análisis de eventos, actividades o elementos presentes u originados en el Aeroespacio de interés; identificar sus causas e informar las conclusiones a los Organismos pertinentes que las requieran”.
A partir de la evaluación de los contenidos recibidos y a la luz de toda la evidencia científica, el CIAE resuelve casos de avistamientos y otros enigmas. Para ello, como buenos detectives cósmicos, solicitan restos materiales, fotos y videos, que se complementan con los testimonios de los testigos del fenómeno en cuestión. Quienes poseen información sobre avistamientos documentados deben completar un formulario y enviarlo a una casilla destinada a tal efecto.
El Centro es encabezado por Rubén Lianza, quien se retiró de la Fuerza Aérea en 2007 y junto a su equipo se encarga de informar un veredicto sobre cada uno de los casos que llegan. Se estima que, en promedio, son unos 30 al año y, a la fecha, ningún evento quedó sin respuesta.