“Vinieron a gerenciar el municipio.” Así define Agustín Balladares, uno de los cuatro precandidatos a intendente de Lanús por Unión por la Patria, el modelo de gestión de Néstor Grindetti, el hombre que Patricia Bullrich eligió para intentar desbancar a Axel Kicillof a nivel provincial. Las palabras del dirigente del Movimiento Evita no ahorran críticas al “abandono” de la ciudad por parte de la Municipalidad, a la “política marketinera” en materia de seguridad, a los “negocios inmobiliarios” que se fomentan en el distrito, y deja un mensaje claro sobre, a su juicio, es el objetivo del macrismo: “Vinieron a Lanús a romper nuestra identidad”.
Balladares es de Chingolo, el barrio más populoso de Lanús. Hoy es concejal, y en 2019 también compitió por el sillón municipal, pero cayó en la interna frente a Edgardo Depetri. Tanto en esa elección como en la del 2015, el peronismo obtuvo más votos que el actual Juntos por el Cambio durante las PASO, pero luego perdió en las generales. “Hoy tenemos unidad política y entendemos que tenemos que trabajar juntos”, remarca de cara al 13 de agosto, día en el que el peronismo sabrá cual es su candidato para enfrentar al sucesor elegido por Juntos por el Cambio: Diego Kravetz.
—¿Qué significa que la gestión de Grindetti vino a "gerenciar el municipio"?
—Cuando uno viene a gerenciar no viene a pensar en el mediano y largo plazo, sino que piensa cómo puede favorecerse, enriquecerse, y tener la ciudad como fuente de extracción en virtud de sus intereses sectoriales y mezquinos. Hoy el 40 por ciento del presupuesto de Lanús se destina a servicios no personales, una partida de dinero destinada a tercerizar los servicios locales. Solo un dos por ciento se utiliza para gastos de capital de trabajo, que es la inversión para capitalizarse.
—¿Cómo se capitaliza un municipio?
—Hace poco estuve en Ezeiza, distrito gobernador por Alejandro Granados. Tienen una planta automotor de 1.500 vehículos, con ambulancias, camiones, palas, retroexcavadoras, y diferentes elementos que permiten tener autonomía, y consolidan su estructura para tener mayor solvencia a la hora de desarrollar políticas públicas. Lanús, por el contrario, es un municipio descapitalizado. Hay que redireccionar los fondos para comprar equipamiento pensando en políticas públicas. En Quilmes, como otro ejemplo, compraron una planta de hormigón a través de un leasing que le permitió bajar el 50 por ciento el costo de políticas públicas. Es algo que también se ve en el área de cultura, siendo el distrito con menor inversión en el sector, con solo el 2 por ciento del presupuesto, y hoy estamos en vacaciones de invierno y no tenemos propuestas para la familia. Pero también se ve en salud, con un serio déficit en la atención primaria de la salud. No hay insumos y no hay pediatras en las salitas. Las madres hacen fila a las 5 de la mañana para obtener un turno y encima la mayoría no lo obtiene, lo que deja una bronca y una impotencia muy grande.
—¿No hay sectores de la ciudad que han mejorado?
—Uno podría leer que gobierna para los sectores céntricos, pero también los estafaron. Hoy estamos atravesados por el negocio inmobiliario que no genera trabajo, que no resuelve el déficit habitacional y detona nuestros servicios. Hoy se habilitan construcciones sobre servicios de cloacas y de luz que están obsoletos. El metro cuadrado en Lanús vale casi los mismo que en barrios de la Capital Federal, pero acá los departamentos están enganchados de la luz, y con luz de obra, porque no hay factibilidad técnica para ampliar el servicio. La realidad es que vinieron a Lanús a romper nuestra identidad. Cada vez más lanusenses laburan 14 horas fuera de Lanús en vez de trabajar en el municipio. Estar afuera 14 horas quita la construcción de comunidad, algo que siempre fue fuerte en Lanús. Nuestra independencia en 1944 se llevó adelante por las instituciones de nuestra comunidad, con la gente que laburaba acá, estudiaba acá, e invertía acá. Hoy somos la única ciudad de la tercera sección que no tiene ventajas impositivas a la hora de invertir.
—¿Cuál es entonces la situación actual tras ocho de Grindetti en la gestión?
—Una ciudad abandonada en varios aspectos. Primero en materia de gestión, porque es un intendente que desde que asumió siempre tuvo planes mejores en vez de hacerse cargo de la ciudad. Lo vimos durante la pandemia, donde no estuvo presente en Lanús porque vive en la Ciudad de Buenos Aires. No piso ningún hospital. Recientemente estuve en el Hospital Evita y me contaron sus problemas, y lo diferente que sería si el municipio lo ayudara. Durante la pandemia, la crisis más importante que todos conocemos y donde se saltaba la grieta, Grindetti no piso ningún hospital de Lanús. Luego fue jefe fe campaña de Diego Santilli, a quien hoy enfrenta, pero en ese momento trabajo para él. Eso lo eyecto del municipio. Luego nos tomó el pelo, porque asumió al frente de un club de fútbol, un hecho inédito en la historia de la política donde un intendente deja su responsabilidad frente al municipio para asumir en un club de fútbol que encima no es de Lanús. Ahora es prencadidato a gobernador de Patricia Bullrich, nuevamente abandonando a la ciudad.
—Pero en reemplazo quedó Diego Kravetz, que lo acompaña desde 2015.
—Deja en reemplazo a un hombre que no nació, no vivió, no vive y no va vivir en Lanús. Esto profundiza ese abandono y expresa el fracaso ante de uno los problemas más grandes que tenemos en Lanús que es la seguridad. Kravetz asumió en 2015 como Secretario de Seguridad del municipio y montó una política circense, estigmatizando la ciudad con una postura punitivista. Pero no quiero quedarme solo en eso, porque lo importante es que fue ineficaz, ya que si hubieran bajado las tasas delictivas uno se banca la discusión. Eso no pasó.
—¿Cómo se resolvería la inseguridad en Lanús?
—Hay que desarrollar tres grandes pilares, que tomo puntualmente de Ezeiza pero lo adapto a nuestra filosofía. El primero, es crear cuadrantes de patrullaje chicos. Hoy Lanús tiene 23 cuadrantes sobre 48 kilómetros cuadrados. Tenemos que llevarlos a 40 cuadrantes, donde patrullen las fuerzas de seguridad federales, la provincial y la secretaria de seguridad local. El intendente de Ezeiza le compra patrulleros a Gendarmería. No le corresponde hacerlo, pero eso garantiza la presencia y es algo que yo haría. Porque vos tenés dos tipos de delitos en el conurbano: el del motochorro, que es el que te roba caminando, o en la parada del colectivo; y el delito organizado, como la entradera o el robo de autos. El delito al voleo se resuelve, fundamentalmente, con presencia policial, y con la presencia de tres fuerzas garantizas que haya contralor entre ellas y no haya zonas liberadas, como hoy sucede.
—¿Alcanza con más policías?
—No. Por eso hablo de tres pilares. El segundo es contar con un centro de monitoreo sofisticado. Yo sigo esperando la respuesta al pedido de informe aprobado por el Concejo Deliberante sobre el centro de monitoreo actual. De todas maneras, por contacto con los trabajadores municipales, sabemos que hay 15 operadores por turno y el fin de semana siete para vigilar mil cámaras que dice Kravetz que hay pero que sabemos que no todas funcionan. Se reparten botones antipánico como caramelos y hay solo dos operadores para seguir a los miles de botones. No tenemos paradas seguras. Según el min publico fiscal se roban tres autos por día en Lanús. Si se roban tantos autos hay que desarrollar retenes policiales, lectores de patentes, hacer seguimiento trabajando en conjunto con los otros municipios. Y después es fundamental la resocialización. La reincidencia es muy alta. Yo ahí quiero tener una política: persona que sale de la cárcel y viene a Lanús tiene que tener cerca al Estado con inclusión. Yo quiero eximir de tasas a los empresarios que tomen trabajadores que estuvieron presos. Eso no va a resolver toda la reincidencia, pero va a bajar las estadísticas.
—¿Qué medidas se desarrollan hoy en Lanús?
—Lo único que veo son acciones en redes sociales. Vivo en Lanús y vuelvo con miedo a mi casa. Mi hija tiene 5 años y me gustaría llevarla a una plaza. No se puede. La llevo a Avellaneda. El primer combate al delito es construir espacios seguros: plazas, corredores escolares seguros, y centros comerciales. Veo mucha política marketinera y poca efectividad.
—En 2015 y 2019, el peronismo ganó las PASO, pero perdió generales. ¿Cree que esta vez será diferente?
—En 2021 yo participé de la interna y terminé segundo a 6 mil votos, y en las generales no perdimos ni un voto. Creo que las PASO movilizan. Y lo sucedido en 2021 fue un proceso político distinto, porque hoy tenemos unidad política y entendemos que tenemos que trabajar juntos. Si me toca ganar, el 14 de agosto convocaré a todos los compañeros porque soy peronista, no soy sectario, y los problemas de Lanús son muy grandes y se necesita de todos los compañeros y compañeras.
—¿Vuelve a haber una empatía con el peronismo en Lanús tras estos ocho años?
—Creo que sí. Grindetti y Kravetz tienen el boleto picado. Creo también que tenemos una responsabilidad muy grande, y como peronistas nos tenemos que hacer cargo de errores del pasado. Tenemos que volver a asociar al peronismo con la buena gestión y las buenas costumbres. Para eso tenemos que trabajar por un peronismo con olor a pueblo. Ahora me reúno con la comisión directiva del parque industrial de Lanús, y el 3 de agosto hacemos una cena con los empresarios más grandes de la ciudad. Tengo una gran relación con ellos, así como la tengo con los vecinos más humildes. Esas realidades desiguales pueden ser convergentes. A eso apuesto, a construir armonía entre realidades de desigualdades.
—¿No es patrimonio del macrismo el vínculo con el empresariado local?
—Hoy no hay políticas desde la Municipalidad para el sector. Hay un apagón productivo de la ciudad. Su negocio está en el negocio inmobiliario. Grindetti vino a poner Lanús a disposición de la Ciudad de Buenos Aires. Por ejemplo, en 2015 Cristina inauguró una planta de tratamiento de líquidos cloacales. Vino el cambio de gestión y Grindetti la conecto a la ciudad olímpica de CABA, cuando nuestra ciudad tiene solo un 65 por ciento de conectividad cloacal. La potencialidad de Lanús se pone a disposición del porteñocentrismo y ahí la productividad no tiene rol.
—En sus redes publicó una reunión con el obispo de Lanús-Avellaneda, Mario Margni. ¿Cuál es el rol de la Iglesia en los barrios de Lanús?
—Yo soy una persona de fe. Creo que Lanús no solo tiene problemas materiales, sino problemas, si se quiere, espirituales. Desesperanza y angustia. Hay un trabajo que excede lo material. La resignación no puede ser un camino. Soy católico, pero todas las Iglesias hacen un trabajo enorme. La Iglesia Evangélica hace un trabajo enorme en materia de adicciones, ya que hoy Lanús encima no tiene un solo lugar que aborde el tema. Hoy lo importante es volver a construir comunidad.