A medida que pasan más y más días de las Paso en Santa Fe, más noción clara aparece acerca del triunfo de la política. La misma que repudian amplios sectores de la sociedad pero que, en el fondo, saben que es la única que puede sacar a todos de las penurias actuales. El estruendo de la derrota de Carolina Losada en Santa Fe es aún más sonoro que la propia derrota peronista. Los slogans vacíos, el marketing sin respaldo, la idea peregrina de los consultores de que se puede engañar a todos todo el tiempo cimentaron un fracaso del que todavía no se hicieron cargo los radicales y dirigentes del Pro santafesino que iban colgados de las faldas de la periodista que nunca supo de qué estaba hablando en realidad de tan vaciada de contenido que estaba.
Despejadas estas vanas expectativas con las que se ocupó durante meses y meses la centralidad del debate provincial lo que quedan son los aparatos puestos en marcha a diferentes potencialidades y velocidades. Como en los ‘80 volvió a ser en Santa Fe, peronismo contra radicalismo. Un “mata-mata” de candidatos pero también de estructuras que se han ido desperezando en cada pueblo y en cada ciudad donde esos sentimientos se mantuvieron intactos, sobreviviendo de la mano del socialismo en algunas oportunidades y del macrismo en otras.
También estos comicios pusieron en entredicho la idea del gobernador Omar Perotti de construir un peronismo comarcal con posibilidades independientes de lo que pase a nivel nacional. Las Paso del domingo 13 de agosto dejarán en evidencia que si hay una rama de la que agarrarse esa es la que sale de un tronco mucho más fuerte que Avancemos Juntos y que se llama Unión por la Patria.
Perotti puede parecerse a Juan Schiaretti, pero no es el gobernador de Córdoba. Este logró imponer a su sucesor en la casa de gobierno mediterránea y al intendente de la capital cordobesa, en una elección que parecía perdida y que se dió vuelta con convicción y militancia política. Perotti no va a empujar decididamente a alguien que no sea él mismo, pero tampoco es verdad que -como apuntan páginas especializadas sensacionalistas- abandonará a su suerte a Marcelo Lewandowski haciendo campaña sólo para la lista de candidatos a diputados provinciales que lidera.
Esta semana lo explicó con claridad Marcos Cleri, uno de los derrotados en las elecciones del 16 de julio. “Parece que estamos divididos pero en realidad se trata de una estrategia en la que un grupo de dirigentes se focalizará en una parte de la campaña y otro en otro tramo. Así está estipulado”, señaló el diputado nacional de La Cámpora que fue el más directo a la hora de evaluar los resultados negativos del PJ en Santa Fe: “La gente habló y nos dijo no”, apuntó de manera directa y agregó “tendremos que mejorar para volver a convencer y en ese camino estamos”. En paralelo, la titular de Migraciones y candidata a diputada nacional del peronismo, Florencia Carignano aseguró que “la gente nunca se equivoca (al votar), hay que revisar en qué nos equivocamos nosotros y debemos redoblar los esfuerzos para revertir esta situación”, reconoció.
Esta es la idea que prima en el peronismo de Santa Fe: Que estas Paso nacionales puedan ser un empujón suficiente para mejorar las chances de Lewandowski de cara a las generales provinciales de septiembre. Es decir, una nacionalización de la campaña como la que tuvieron los postulantes de Unidos para Cambiar Santa Fe en la instancia de las primarias en las que Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich bajaron a la provincia en varias oportunidades.
Otros dos aparatos
A nivel municipal en Rosario también se enfrentarán dos armados políticos de diferentes características. Ciudad Futura no tiene una estructura monstruosa pero sí activa 24/7 con redes en lo social, escuelas propias y extenso trabajo territorial. El partido Creo no tiene casi nada, pero sí tiene el poderoso aparato del Estado. Juan Monteverde y Pablo Javkin protagonizarán, por muchas razones, un enfrentamiento muy peculiar para la historia de la ciudad.
Monteverde no es peronista pero ha tomado una decisión: Su fuerza política progresista no puede seguir esperando un fenómeno de crecimiento que llevaría muchos años más. Este es el momento para dar el paso y también para afrontar los costos que esa trascendente decisión conlleve si el salto queda corto y no logra trepar a la otra orilla.
Por su lado, Javkin también hizo sacrificios al dejar pasar este turno para ser candidato a gobernador cuando dos trenes chocaban de frente en Unidos. Como decía Sergio Massa en su momento “tengo el DNI a mi favor”, Javkin puede decir lo mismo acerca de su edad y esperar otro turno mientras construye y cimenta la gestión después de los momentos más duros en los que le tocó gobernar.
Lo cierto es que Rosario enfrenta mucho más que una elección, enfrenta un proceso necesario y urgente de refundación. Y no sólo por la necesidad de erradicar la violencia urbana que la asola desde hace muchos años sino porque debe dar un verdadero salto de inversión en infraestructura por fuera de su presupuesto inelástico que la vuelva a poner en la dimensión de segunda ciudad de Argentina.