Investigadores de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) llevan a cabo un proyecto denominado GENUP 2.0 que promueve el uso responsable y eficiente de la energía en las universidades públicas nacionales, con un sistema de gestión adaptado a cada una de las sedes. Si bien existen lineamientos generales para cumplir esta premisa en edificios públicos, las actividades académicas son diversas y tienen requisitos particulares. En este sentido, mejorar la calidad de la iluminación, adaptar los sistemas de climatización y ventilación, utilizar fuentes de energía renovable y tecnologías inteligentes son algunas de las premisas para avanzar hacia el objetivo.
“GENUP2.0 es una propuesta de trabajo que busca establecer un procedimiento para implementar un sistema de gestión de la energía en las universidades teniendo en cuenta las características y necesidades propias de estas instituciones”, explica Bárbara Brea, directora del proyecto.
Aunque existe un decreto publicado en 2007 que detalla cómo debe gestionarse la electricidad en los edificios públicos, las actividades que se realizan en las universidades no tienen nada que ver con las que pueden realizarse en bases militares, hospitales o dependencias económicas y administrativas. “No todos los edificios tienen los mismos requerimientos ni la misma dinámica de uso, como así tampoco son los mismos perfiles de usuarios ni recursos humanos con los que cuenta”, detalla Brea.
Opciones inteligentes
Según la especialista, un sistema de gestión de la energía ayuda a conocer de qué forma se utiliza este recurso en la institución donde se implementa. A su vez, esto permite implementar acciones para alcanzar metas de eficiencia adecuadas y posibles de realizar en un período dado. “A partir de allí, se pueden generar nuevos objetivos que nos permitan trabajar bajo un enfoque de mejora continua, asociada a la transición energética”, asegura.
Existen diversas iniciativas que estas instituciones pueden implementar para reducir su consumo energético. La instalación de sistemas de iluminación eficiente, la optimización de los sistemas de climatización y ventilación, la utilización de fuentes de energía renovable y la adopción de tecnologías inteligentes son algunas de las líneas rectoras que orientan los esfuerzos del proyecto.
Además de los beneficios económicos y ambientales, la eficiencia energética en las universidades puede contribuir a la generación de conocimiento y la formación de profesionales comprometidos con la sostenibilidad. Mediante la investigación y la innovación es factible desarrollar soluciones tecnológicas avanzadas y fomentar el aprendizaje práctico de los estudiantes.
Compromiso ambiental y económico
El consumo inteligente de energía eléctrica constituye una necesidad para el desarrollo de la sociedad. Por eso, “es importante evitar el gasto innecesario en recursos que no son imprescindibles y evaluar de manera exhaustiva dónde y cómo se está consumiendo para identificar posibles fuentes de derroche”, resalta Brea.
La implementación de medidas de ahorro no solo supone un beneficio económico, sino también fomenta un aumento de la conciencia y el compromiso de toda la comunidad universitaria. “Al adoptar prácticas sostenibles, las instituciones académicas pueden convertirse en ejemplos a seguir para otras organizaciones, demostrando que es posible conciliar el desarrollo académico con el medio ambiente”, subraya la investigadora, quien además es docente de la UNAJ.
La eficiencia energética apunta a obtener los mejores resultados en cualquier actividad, utilizando la menor cantidad posible de recursos energéticos. En este aspecto, la auditoría de los edificios universitarios permite establecer las mejores condiciones de uso con el menor consumo posible, a través de medidas relacionadas con la eficacia de los equipos y la adecuación arquitectónica de las sedes. Además de conocer el uso de electricidad de los artefactos, se indaga en el estado de habitabilidad de los distintos espacios y analiza la temperatura, la humedad, la iluminación y la ventilación.
Para la especialista de la UNAJ, contar con una evaluación energética de los edificios es clave. “Si no conocemos cuál es nuestra línea de base, no podremos ponderar el impacto de las acciones de eficiencia energética que llevemos a cabo. La evaluación energética del edificio, que se puede llevar a cabo de distintas formas, nos permite contar con los datos de base para la toma de decisiones”.
A fines de 2022, a través de un convenio entre la UNAJ y la Fundación YPF, se colocaron paneles solares en algunos edificios de la Universidad. Además de docentes y estudiantes, de la instalación participaron alumnos de la Escuela Secundaria de Educación Técnica N° 2 de Quilmes.