Jujuy nos duele los argentinos que no somos traidores ni entregadores de la tierra al negociado del litio (la tierra y el agua valen más que las riquezas de los sectores políticos que pretenden lucrar con estos bienes genuinos de nuestra patria). Jujuy nos duele a quienes creemos en la democracia como la peor forma de gobierno (al decir del filósofo griego) para la aristocracia y por ende la mejor forma de gobierno para el pueblo. Jujuy nos duele a quienes creemos en la educación y la salud pública, militando la escuela, militando el hospital. Jujuy duele en el mundo. 

A pesar del cerco mediático que desde el gobierno de la vecina provincia se ha logrado instalar en los medios hegemónicos, las redes sociales han logrado internacionalizar la protesta de trabajadores que se vio fortalecida a partir del reclamo de los pueblos originarios por sus tierras, que la reforma de la constitución provincial permitiría saquear con mayor fuerza a partir de su imposición inconsulta.

En estos tiempos de lucha y cambios, Tiktok informa y no los medios tradicionales, salvo honrosas excepciones. Las redes sociales en general visibilizan la lucha popular y la palabra del Estado: el Estado le hizo caso a Esper y habla con balas a quienes se oponen a la voluntad del gobernador-tirano. Pareciera ser que la dicotomía, que en su momento planteó el diputado Ricardo López Murphy cuando publicó un tweet “primitivo y antidemocrático”, al decir de Mario Walfeind, “Son ellos o nosotros” , fue tomado al pie de la letra por este gobernador provincial con pretensiones presidenciales. Los salteños tenemos al usuario @michelo2.0 para estar al día con lo que la prensa hegemónica oculta. Y luego internet produce la magia de la viralización, que en este caso se ha vuelto ciberpolítica, sosteniendo la protesta y siendo muchas veces el único resguardo frente a las detenciones ilegales de Morales, la violencia institucional que se ejerce rompiendo todas las pautas del Nunca Más. 

Es increíble que a cuarenta años del retorno a la democracia hayamos vuelto a vivir la sensación de contar con compañeros militantes desaparecidos, camionetas privadas al servicio de policías sin identificar y que al mismo tiempo con el mayor de los cinismos el único responsable esté de campaña. Es increíble que se gasten balas para hablar, cuando lo que se espera de un Estado es que en democracia hable con políticas públicas que generen las condiciones necesarias para la inclusión y la participación ciudadana. Y frente a las balas, la persecución judicial o judicialización de la protesta el descuento de salarios y todas las estrategias estigmatizantes que se están usando contra los ciudadanos que ejercen su derecho democrático a la manifestación, las redes muestran la lucha jujeña hecha al ritmo del carnavalito, de la creatividad y la fuerza de lo colectivo.

Es que en el norte, la idiosincrasia no es solo color local. Así, consideraremos lo que está pasando en Jujuy a la luz de una forma de manifestación popular tradicional de nuestros pueblos. En Salta se peregrina desde la montaña por el Señor y la Virgen del Milagro. También, todos los años desde Salta Capital, avanzan los fieles caminando hacia el Cristo de Sumalao. Cultura popular de origen remoto, antiquísimo, previo al cristianismo, el peregrinar como protesta. El avanzar hacia un lugar con fuerza espiritual y en búsqueda. Lo que en Salta se hizo culto, en Jujuy se hizo lucha y protesta de los pueblos preexistentes. Así hoy se está gestando la avanzada del Tercer malón de la Paz.

Es probable que el lector recuerde el término malón de la escuela, de su formación cultural general. Seguramente el lector tiene en su memoria el término vinculado a la conquista del desierto, a la lucha por la construcción de la nación y como manifestación de la barbarie que siempre ha puesto trabas en la rueda de la construcción territorial hegemónica, blanca y europea que se ha soñado desde el poder político. Ángel Della Valle ha creado un óleo que representa La vuelta del Malón (puede verse online en el Museo de Bellas Artes. https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/obra/6297/). 

El estereotipo del indio malo, del que no se convirtió ni aceptó el yugo español aparece representado con ese color que ahora se reivindica como “marrón” y que contrasta con la frágil y blanca cautiva. También seguramente el lector sabe que el General Perón debió enfrentar y recibir en Buenos Aires, en 1946, un Malón de la Paz que caminó los más de 1550 km que separan Jujuy de Buenos Aires para hacer llegar su protesta. ¿Sabrá el presidente Alberto Fernández que en unos días más deberá decidir cómo recibir a este nuevo Malón de la Paz, si con fútbol, paseos en tranvías o con balas en el hotel de Inmigrantes? ¿Sabrá que la historia quiso que como peronista pueda él revivir desde el rol presidencial la cuestión de los pueblos preexistentes? 

También fue por Tik-tok que nos enteramos que hay una asamblea del Tercer Malón de la Paz que avanza desde la Puna con toda la fuerza de las comunidades y que el 16 de julio de este año en el cruce de Purmamarca declaró y decidió, como asamblea soberana de pueblos preexistentes, dar continuidad al Tercer Malón de la Paz con una caminata hacia a la Corte Suprema de Justicia de la Nación y al Congreso de la Nación para exigir que la Corte se expida por el pedido de declaración de inconstitucionalidad de la reforma inconsulta de la constitución provincial. También solicitar al Congreso la ley de intervención federal a la provincia de Jujuy y solicitar al Congreso de la Nación la sanción de la ley federal de propiedad comunitaria.

Solo espero como ciudadano que el gobierno nacional se ocupe de garantizar que cualquier acción que las comunidades locales decidan como formas de protesta no generen más sangre, pérdidas de ojos y de democracia, como lo está haciendo el gobierno provincial jujeño, y que esté a la altura de un suceso que resuena en la memoria colectiva y en nuestra historia.

*Magister en ciencias sociales. Universidad de Reims Champagne-Ardenne. [email protected]