El juez federal de La Plata Ernesto Kreplak procesó al exjefe de Personal de Molinos Río de La Plata Emilio Jorge Parodi por el secuestro y desaparición de tres trabajadores que fueron llevados desde la planta de Avellaneda de la empresa alimentaria en 1976. En su resolución, el magistrado resaltó que, al compás de la persecución a los obreros, la compañía que entonces pertenecía a Bunge & Born incrementaba sus ganancias.

Kreplak indagó el 4 de julio pasado a Parodi, después de haberle ordenado a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que lo detuviera. El abogado que hasta 1991 estuvo vinculado a Molinos negó haber sabido de los secuestros y desapariciones.

Sin embargo, para el juez, Parodi estuvo al tanto de los secuestros de tres operarios y permitió que las fuerzas represivas los llevaran adelante. Todos ellos sucedieron en la madrugada del 7 de julio de 1976 en el área de ingreso de la fábrica de Avellaneda –que está lindante al Riachuelo.

Ese día, un grupo de tareas se llevó a Francisco Fernández, a Santos Ojeda y a Roberto José Rivolta. Fernández había entrado a trabajar en 1973 y se desempeñaba en el área de mecánica, arreglando máquinas. Tenía militancia en la Lista Blanca del Sindicato de Aceiteros, opuesta a la burocracia sindical y ligada a la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Después del secuestro, un vecino fue a avisarle a la esposa de Fernández y le dijo que al día siguiente podría ir a hablar con el jefe de Personal.

Ojeda tenía 24 años y era delegado de base de la sección de Expedición. La tía de Ojeda declaró ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) que se había enterado a través de un amigo de su sobrino que las fuerzas le habían pedido al jefe de Personal que identificara al muchacho. Después de eso, lo sacaron a punta de pistola. A Rivolta lo secuestraron mientras ingresaba por la puerta de Dean Funes al 90. Los tres obreros están desaparecidos.

“Teniendo en consideración el rol que cumplía Parodi resulta imposible que los secuestros de los trabajadores efectuados en la planta hayan pasado desapercibidos para el encartado; tales sucesos fueron conocidos por él a través de sus propios sentidos o por intermedio de los agentes que ejercían labores de seguridad en la zona de ingreso y egreso de los trabajadores a la planta. Asimismo, los eventos investigados no se podrían haber ejecutado sin la colaboración del imputado, quien facilitó la consumación de las detenciones de las víctimas poniendo a disposición de los captores las instalaciones de la fábrica”, escribió Kreplak a la hora de dictar el procesamiento.

La investigación sobre la responsabilidad de Molinos Río de la Plata en crímenes de lesa humanidad se inició en junio de 2013 con la denuncia de tres hijos de trabajadores que fueron víctimas del terrorismo de Estado. En muchos de los casos denunciados por los querellantes o la fiscalía, el juez dictó una falta de mérito para Parodi y dijo que no había podido recolectar evidencia que lo vinculara directamente.

Molinos Río de la Plata fue fundada en 1902. Ochenta años después, tenía doce plantas a lo largo y ancho del país. Antes del golpe de Estado, la planta había sido tomada por los trabajadores en, al menos, dos oportunidades. La compañía tenía personal de seguridad –a quienes los obreros llamaban “bomberos”-- que reportaban todo movimiento a los jefes.

Los operarios con actividad sindical estaban “marcados”. Algunos iban a sus lockers y se encontraban con una bala o con un clavel. Después del 24 de marzo de 1976, hubo un terror generalizado, que ocasionó que muchos renunciaran por decisión propia o por la presión de la empresa.

Las finanzas de la agroalimentaria –que actualmente pertenece a la familia Pérez Companc– mejoraron a medida que la represión escalaba. Según el análisis que hizo la Oficina de Investigación Económica y Análisis Financiero (Ofinec), algunos datos son elocuentes de ese beneficio para los empresarios:

  • Los resultados se incrementaron en un 358 por ciento entre el ejercicio de 74-75 y 75-76;

  • El costo laboral –que representaba el 14 por ciento de los costos y gastos de la entidad para el 31 de julio de 1975– cayó al 8 por ciento al 31 de julio de 1977.

  • En 1975, la empresa tenía 4540 empleados; para 1983, eran 3851 –pese a la multiplicación de las plantas.