La gestión de Néstor Grindetti en Independiente se metió de lleno en la campaña electoral de la Provincia de Buenos Aires a tan sólo dos semanas de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que tendrán lugar el próximo domingo 13 de agosto. El clima de tensión interna que se vive en el club de Avellaneda estalló el pasado sábado con hinchas que apuntaron contra el presidente, intendente de Lanús y precandidato del bullrichismo para la gobernación bonaerense y terminó con una represión que incluyó balas de goma, hinchas y personal policial heridos.
En todo ese contexto, Grindetti apuntó contra el Ministerio de Seguridad provincial, los responsables de la cartera respondieron con un descargo que apunta directamente a su gestión y, en una movida llamativamente oportuna, Diego Santilli, el rival larretista en la interna de Juntos por el Cambio, se prestaba a participar, al cierre de esta edición, del programa “El loco y el cuerdo” que el periodista Flavio Azzaro conduce junto a Andrés Ducantenzeiler, ex presidente de la institución de Avellaneda y uno de los críticos más feroces de la gestión que lleva adelante el precandidato a gobernador en el que el pasado domingo perdió de local frente a Boca por la última fecha de la Liga Profesional de Fútbol.
El estallido
Como viene advirtiendo BuenosAires/12, la decisión de Grindetti que permanecer al frente de Independiente se presentó desde el minuto cero como un arma de doble filo. Confiando en su autoproclamada capacidad para gestionar instituciones en crisis, el hombre que gobierna Lanús desde el año 2015 pidió licencia en el municipio para hacerse cargo de la silla que había abandonado el conductor televisivo Fabián Doman y se propuso “acomodar” una situación económica y deportiva más que complicada.
En boca del propio Doman, el armado que lo había llevado a la presidencia de Independiente se había agrupado con el objetivo de “sacar a los Moyano”, Hugo y Pablo, del club. Con esa meta cumplida, el resto de planes empezaron a trastabillar y, en apenas siete meses de gestión terminaron estallando el sábado, con los hinchas pidiendo por la renuncia del técnico y apuntando directamente contra los dirigentes.
Los hechos que se sucedieron al terminar el partido se viralizaron rápidamente por las redes y terminaron siendo una piedra en el zapato para las aspiraciones de Grindetti, que decidió combinar la campaña electoral con la gestión en el club y terminó en el centro de la tormenta justo en el último partido antes de las PASO. Sin dar nombres, Grindetti apuntó contra el gobierno provincial y acusó una “operación” en su contra.
Mediante un comunicado, la Comisión Directiva “repudió” los hechos y calificó de “injustificada represión policial”, al accionar de la fuerza en el Playón Erico, lugar por el que se retiran los simpatizantes que acceden a las plateas más caras entre las que se venden en el Estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini. En esas gradas, donde también se encontraban algunos directivos, comenzaron las discusiones entre hinchas y dirigentes luego del segundo gol de Boca.
Los que saben de la vida interna del club, advierten que el lugar del estallido no parece un espacio en el que pudiesen colarse integrantes de la barra, ni “infiltrados del moyanismo” como se deslizó desde algún sector del oficialismo rojo, sobre todo a razón de una convocatoria opositora previa que había girado a través de las redes y algunos desmanes que, sorpresivamente, habían tenido lugar frente a la sede social de Racing horas antes del cotejo del sábado.
El club puso “a disposición de la Fiscalía interviniente todas las imágenes obtenidas por las cámaras de vigilancia con la intención de esclarecer lo acontecido”, y, en claro divorcio con los encargados de los operativos provinciales informó “la decisión de que la seguridad dentro del estadio quede a cargo de la seguridad privada contratada por la institución”. La respuesta de la cartera a cargo de Sergio Berni no tardó en llegar.
En un mensaje distribuido a los medios, la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) recordó que "la seguridad puertas adentros del club es responsabilidad de las máximas autoridades" y reveló que fue el secretario del área de Seguridad de Independiente "quien solicitó la presencia urgente de personal policial".
“El intento de politizar la intervención policial, solicitada por el propio club, es una demostración de la falta de competencia de la dirigencia para llevar adelante la responsabilidad de organizar un partido de fútbol", agregó el propio Berni horas más tarde.
En el fondo de ese cruce, a Grindetti le empiezan a crecer las desconfianzas dentro de su propio núcleo interno, donde todas las miradas apuntan a Carlos Montaña, que forma parte de la pata peronista de la actual gestión y es el segundo de Berni en el Ministerio de Seguridad bonaerense. Junto a él, también están los que advierten la relación tirante con el denominado Grupo Champagne, del que también participa Cristian Ritondo y que viene ocupando espacio en Independiente desde antes de la gestión de Hugo Moyano, de la que todos participaron.
Mientras acusa "una opereta política", Grindetti analiza los pasos a seguir en una situación que difícilmente pueda resolver en el marco previo a las PASO que definirán la suerte de su candidatura a la gobernación. Con Independiente en llamas debe conjugar el sprint final de campaña con las decisiones deportivas para un equipo que no encuentra rumbo, una institución que se dispuso sanear y todavía no pudo y una situación general que logró pilotear al comienzo, ayudado por el clima generado a partir de la colecta que encabezó Santiago Maratea, pero se que complicó justo en el momento más inoportuno.