El reconocido empresario y productor teatral Carlos Rottemberg tiene una historia muy especial con Matilda, el musical que es furor en el teatro, basado en el libro de Roald Dahl y desarrollado junto a tres productora. Pero por AM750, no destaca únicamente su vínculo con la obra y el origen casi azaroso, sino también la estrategia de venta de entradas, con precios sostenidos en un rango amplio para que nadie se quede afuera.
Rottemberg empieza contando cómo surgió la idea de hacer este megamusical. “Diez años atrás, mi mujer, saliendo de ver la obra, dijo que si alguna vez quedaba embarazada de una nena, la llamaría Matilda. No pensábamos tener hijos porque éramos grandes los dos. Pero, tratamiento de fertilidad mediante, en 2016 nació Nicolás y en 2019 nació Matilda”, comienza el relato.
“Cuando confirmaron que era una nena, el nombre estaba cantado. Y cuando nació, que fue el 9 de mayo de 2019, yo tuiteo a los pocos minutos, desde la puerta de la sala de parto, para la gente de nuestra comunidad, esta historia. Dije que no teníamos los derechos del musical, pero desde hacía unos minutos la protagonista”.
Lo que sigue es de novela, ya que dos años más tarde una productora lo contactó porque había leído ese tweet. Y no era una productora cualquiera, sino la que tenía los derechos del musical en Argentina. “Nosotros, que somos de teatro de prosa, nada que ver con el gran musical, o con la megaproducción, terminamos asociados junto a cuatro empresas, en medio de la pandemia, para preparar Matilda”, relata.
Matilda y el objetivo de “llegar a las familias”
La obra finalmente se estrenó dos años más tarde, en 2023, y tras superar varios obstáculos. Entre algunos elementos que destaca Rottemberg, por ejemplo, está el hecho de la escenografía y la gran cantidad de niños actores que hicieron falta para poder llevar a cabo los shows, ni más ni menos que tres elencos enteros y rotativos.
En este marco, y con todas las dificultades, el productor afirma: “Queremos llegar a la mayor cantidad de familias posibles. La ecuación difícil es cómo hacer para llegar a la mayor cantidad de familias posibles con estos costos. Y en abril fijamos un precio que iba de 4 mil a 12 mil pesos. Y nos juramos cumplirlo. Ni la inflación, ni el éxito, ni las vacaciones de invierno nos iba a hacer cambiar. Terminamos el 30 de julio con lo mismo”.
En este contexto, analiza: “A veces me siento frívolo hablando de mi propia actividad, porque estamos hablando del sector que puede consumir. Recién cuando hablé del precio, es porque uno tiene que reconocer que hay una gran mayoría que la está pasando mal y que está con necesidades básicas insatisfechas”.
“Uno trata desde la posición de cada uno de hacer la política con ética de poder llevar el barco a buen puerto. Yo soy empresario, a mí cuando me preguntan, yo soy empresario. A mí me da honra decir que son empresario. Tiene muchas veces mala prensa. Seguramente porque hay un sector que habrá hecho mal los deberes. Pero yo conozco falta de ética en todas las profesiones. Lo que trato desde hace 48 años, en lo privado y en lo público, es mantener una línea ética”, finaliza.