Hay una voluntad de representación que invade la escena y que se convierte en un elemento estructurante de la trama. Los dos personajes actúan en el marco de la ficción, por lo tanto estamos frente a una puesta en abismo. Juegan a interpretar y buscan establecer un pacto entre ellos que se parece al vínculo entre Vladimir y Estragón en Esperando a Godot de Samuel Beckett porque esa forma de simular, de actuar y componer el personaje de la madre, de revivir un tiempo de la representación ligado al vodevil, a cierto teatro de revistas, a formas populares de la escena, es algo que estos dos personajes hacen habitualmente. 

No hay sorpresas entre ellos, solo la convención frente a situaciones que señalan como nuevas pero que forman parte de la reiteración de ese ritual. En este sentido, Como pata de chancho podría ser una obra sobre el teatro en su versión más desolada, como una práctica que se realiza de manera agónica, para permanecer o sobrevivir.

Ese pacto necesita seguir sosteniéndose, incluso imponerse como una urgencia que hace al sentido de estos dos hermanos. Sus representaciones son sacadas y violentas, casi como si se metieran en sus personajes para descuartizarlos. Pero para Mateo y Antonio el público no existe o, dicho de otro modo, ellos son al mismo tiempo intérpretes y público, lo que convierte a esta farsa que llevan adelante en un drama. En la representación el personaje invocado es la madre que protagonizaba espectáculos eróticos clase B. En ese travestimo que los personajes emprenden, las formas femeninas remiten a la mujer por excelencia en sus vidas sobre la que reconstruyen recuerdos disparatados. Como pata de chancho toma del absurdo ese relativismo extremo que hace de cada afirmación una mentira, que convierte los parlamentos en frases donde cualquiera podría estar diciendo la verdad o mintiendo.

En el trabajo actoral de Damián Smajo y Gonzalo Carmona (que además son los directores de esta propuesta) la relación con las cosas, con los objetos de ese espacio (que también está a cargo de Smajo junto con el asesoramiento de Melina Benitez) y con la ropa (en una idea de vestuario también guiada por Benitez) producen una fetichización de la figura de la madre que deviene en la conversión de esos hijos a sus formas y maneras, a un modo de decir y de comportarse que sostiene la actuación y la dramaturgia casi en una manifestación espectral de esa evocación.

Esta obra escrita por Smajo parece dialogar con Las criadas de Jean Genet. El vínculo entre estos dos hermanos recuerda a las hermanas Lemercier y a su vez esa representación que los anuda y de la cual no pueden escapar, supone la antesala de una acción que nunca realizan, para la que se preparan pero no pueden ejecutar porque estos dos hermanos que suspiran por las ropas de su madre y desean convertirse en mujeres, no son capaces de vivir por fuera de esa sala teatral desvencijada.

La llanura a la que se alude, le da una dimensión épica a Como pata de chancho. Llegar a ese teatro donde alguna vez actuó la madre, donde han quedado sus cosas como restos a recrear, podría ser solo una etapa del camino, un momento donde los hijos se detienen. Pero en la historia de esta obra eso no será posible. La representación, en su lógica de repetición, aquí se convierte en una escena funesta de la que los hijos no podrán escapar.

Los personajes que encarnan Smajo y Carmona se piensan como artistas pero son, en realidad, seres subsumidos en esa ficción, encapsulados en la representación. Hay aquí un ritual farsesco que tiene como motivo el teatro mismo. El travestismo y el teatro conviven y se alimentan. Los cuerpos de estos dos actores parecen necesitarse, como les sucede a sus criaturas. Si por momentos alguno de los dos amenaza con irse, sabemos que eso no ocurrirá, nuevamente aquí la referencia a Esperando a Godot funciona como esa no correspondencia entre las palabras y las acciones. De este modo Smajo y Carmona encuentran su efectividad actoral en el vínculo: se complementan, se unen y se yuxtaponen sus cuerpos y sus voces como si crearan un ser extraño, propio de la escena, nacido de ellos mismos.

Como pata de chancho se presenta los viernes a las 20 en Espacio Polonia.