"¿Qué pasó con los activos?", pregunta un perfil de Grindr unos cuantos kilómetros más cerca de otro que declara: "Me hice versátil porque ya nadie la pone... ¿Algún activo acá?". Del Yin al Yan a la oferta y la demanda, el binomio activo-pasivo también genera sus ideales puntos de equilibrio...pero también sus faltantes de stock. ¿Estamos ante una crisis de activos? ¿Debería existir un dólar macho para asegurar la producción?
Curiosamente, en la aplicación de la mascarita naranja, abundan los 100% act y los emoticones de espaditas pero como el viejo y confiable "ya nadie quiere trabajar", la queja por la falta de laboriosos activos en realidad habla de otra cosa más de lo que enuncia. ¿Por qué cuesta tanto separar el ser (masculino) del hacer (de activo)? ¿La revolución tiene forma de un dildo de dos cabezas?
"No tiene que ver con que no haya personas que disfruten del rol insertivo, sino que hay un arquetipo de macho que se asocia con el ser activo y erotiza pero que está puesta en disputa por otras performatividades", explica Eva Martínez Navarro, filósofa transfeminista que investiga actualmente la emergencia de identidades no binarias.
La masculinidad se hace
Navarro co-coordinó junto a Ramiro Garzaniti, psicólogo y docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), una investigación sobre las dinámicas de homosociabilidad en Grindr. Sobre la aplicación —basada en la geolocalización y orientada a varones gay, que cuenta con la peculiaridad de no necesitar un match previo al chat— Garzaniti dice: "En líneas generales hay tres casos. El primero es el usuario tapado, perfil sin datos, sin foto que suele ser muy exigente. Luego, las identidades más feminizadas suelen encontrarse con personas que las violentan, entonces en los perfiles suelen aclarar todo lo relativo a su identidad y deseo para ahorrarse el mal momento. Y después, les que dicen que son activos para coger más, que ponen ciertas fotos para tener más interacciones, que se cortan el pelo para gustar más y que en realidad lo que hacen es una perfo más masculina para conseguir eso".
La idea de que esos roles se pueden performatear está excelentemente trabajada en Machito (Editorial De Parado), la segunda novela de Gael Policano Rossi, de reciente publicación. El autor cuenta: “Es un chico que a los 28 años conoce al amor de su vida y no sabe su rol. Entonces, para que no exista chance de incompatibilidad sexual busca ser activo por primera vez y no sabe ni qué tiene que hacer: toda su vida conoció únicamente el ser dominado. La trama es aprender lo binario, conformarse con lo binario".
La novela se publicó en el 2021 pero está ubicada once años atrás. "Elegí que la novela suceda en el 2010 porque era una época muy incorrecta todavía”, dice Rossi, “todavía dormían esos gigantes como las preguntas sobre quién es el varón o la mujer de la relación. Es un mito absoluto eso y me fascinaba la idea del secreto, del activo que en realidad es una loca total; eso de que te comés la perfo y que sea, de hecho, algo performateable".
Adolfo, el protagonista, entonces emprende la transformación en activo. ¿Qué significa esto? ¿Es, para él, sólo aprender a penetrar? "Mientras Adolfo más se siente activo menos le importan un montón de cosas que antes sí. Incurre en violencia, incluso", dice Gael. ¿Qué tiene un activo que le hace sentir que tiene esos derechos?
Que los hay, los hay
Cuando la socióloga Eva Illouz habla del mercado del deseo no habla de un mercado de manera estricta, pero bien podrían pensarse ofertas y demandas. La queja sobre el faltante de activos —en el Fin del Amor, Tamara Tenenbaum menciona algo similar en las mujeres cis que se quejan de la falta de hombres— habla sobre la escasez de productos, pero también de consumidores. Es complejo y también es una hipérbole sesgada por la experiencia personal, por la frustración y el destrato. Entonces, ¿hay de verdad una escasez?
"No creo que sea numérica. Activos hay”, dice Eva Navarro, que agrega: "Los machos están pero son menos visibles (tapados, usuarios sin fotos, monosilábicos y ásperos) y buscan un segmento muy específico de los usuarios de las apps". ¿Es la masculinidad un token con el que se pagan las exigencias? ¿Es el desapego más importante en un activo que la intención de penetración? Para Navarro, un pasivo que accede a las exigencias de un machito (depilarse, ser femenino, no mostrar la pija, no besar) se debe a “cierta demanda de binarización para acceder al mercado de lo sexual".
“En tanto a esta oferta-demanda los activos con perfo machito, digamos, si creen que pueden hacer demandas y exigencias no tiene que ver con una escasez, sino con las atribuciones propias de superioridad que se le da a la masculinidad y que le da ese valor y ese poder para exigir", agrega.
Facundo Saxe, Profesor y Doctor en Letras por la UNLP e Investigador Asistente de CONICET, sostiene que la queja sobre el stock viene de larga data: "A la idea de que ‘no hay más activos’ también la encontramos en el 1900. La búsqueda de una masculinidad más hegemónica aparece como motor de deseo por parte de la población queer”.
Aún así, cuenta que “los debates de Las locas vs. Los varones gay (que no tienen linealmente que ver con los roles pero de alguna manera sí), se pueden ver en registros del Frente de Liberación homosexual”, por ejemplo. Y agrega: “Las maricas no son varones según el heteropatriarcado pero tampoco aspiran a ser mujer como categoría, entonces el binarismo siempre fue problematizado".
Sobre la demanda, Policano Rossi ironiza: "Parafraseando a Sylvia Plath la verdad es que todo el mundo ama a un activo —la frase original es “toda mujer adora a un fascista”—. Un activo machito con perfo de macho es un rockstar dentro de un chatroom. El poder que tiene el activo es ese poder de ignorar, de destratar. Y suele gustar, eso es lo loco".
Machos en situación de deconstrucción
¿Por qué tarda más la deconstrucción en la cama que en la calle? ¿Seguimos cogiendo como si fuéramos enchufes? ¿Se puede salir de esa? "Hay un montón de expectativas de lo binario que generan una disonancia con lo que une puede habitar identitariamente", explica Navarro. Los vínculos Masc4Masc, sostiene la filósofa, “funcionan como espejo que valida el ser masculino”. “Eso también habilita el desprecio social a la loca, a la marica, a la trava. Los casos en el que el objeto de deseo es una identidad feminizada, opera el desprecio interiorizado de los hombres a lo femenino; una interpolación de lo que pasa en el universo paki", agrega.
Garzaniti dice respecto a esto: "Hay una asimetría de poder, como entre hombres y mujeres, que son binomios jerarquizados. Los activos tienen los privilegios de la masculinidad sobre la feminidad. También podemos pensarlo desde el discurso del amo y del esclavo y decir que no existe el uno sin el otro". "Muchas pasivas que entrevistamos para la investigación sobre Grindr contaban una frustración al momento de tener citas con personas muy masculinas pero que después eran también pasivos y eso truncaba el encuentro", cuenta el psicólogo.
Saxe dice, conclusivo: “También hay un miedo anal, un miedo a perder los privilegios de la masculinidad". "Hay un problema de cómo seguimos pensando la masculinidad y la feminidad; aunque la deconstrucción nos diga que no tienen que ver con el ser varón y el ser mujer, quedan vestigios de ese pensamiento. Hay que hacer un esfuerzo en pensar cómo siguen funcionando los estereotipos de lo binario hegemónico, falocéntrico. ¿Qué pasaría si reivindicamos otras formas? ¿Dos pasivos no podrían estar juntos y disfrutar? ¿Sólo cogen un macho y una loca? Hay mandatos dentro de la comunidad que construyen sentidos y también son opresivos".