La palabra "viejismo” alude a la discriminación de personas en edad adulta. Dentro de los “viejismos”, se encuentra uno postergado e invisibilizado: la sexualidad. Aunque hay quienes piensan que la educación tiene fecha de vencimiento, mujeres adultas en La Plata comienzan a organizarse en talleres de género donde hablan del cuidado y del placer, como parte del Programa Universidad Para Adultos Mayores Integrados de Pami en la Universidad Nacional de la Plata (UNLP). Las encargadas son Virginia Subiaga y Clelia Paredes, que a su vez son estudiantes de la universidad. Los contenidos se dan por trimestre, donde se comparten diferentes visiones feministas que dan lugar para hablar, entre tantas cosas, sobre el disfrute. 

“Desde que vi la película Mujer Nómade, de Esther Díaz, me doy placer sin tanta culpa”, o “cómo me hubiera ayudado en la vida conocer la letra en castellano de esa canción que escuchaba en los sesenta: You don't own me, de Lesley Gore (No eres mi dueño)”, son algunas frases de las propias mujeres que asisten al taller que comparte Subiaga. En un diálogo colectivo, intentan reconstruir lo que viven bajo obligaciones y estereotipos. Presumir que no hay Infecciones de Transmisión Sexual en personas mayores, y que no pueden o no quieren aprender nuevos contenidos sobre educación sexual integral puede limitar diagnósticos clínicos y sociales. 

Según la Fundación Huésped, el 63 por ciento de los adultos mayores no tuvieron contacto previo con actividades de prevención de VIH/Sida u otras infecciones de transmsión, y el setenta por ciento no se realizó el test de VIH. Algunas de las razones para ello: no considerarse en riesgo (25,7 por ciento), tener o haber tenido pareja estable (30), no habérsele presentado la oportunidad (20) o nunca haber recibido el ofrecimiento del test por parte del servicio de salud (24,3). Quienes sí lo realizaron, fue por prescripciones médicas y análisis pre operatorios.

Varios especialistas analizan este fenómeno poco comentado pero muy practicado en el silencio. Y no se trata solo de cuestiones de prevención sino también del devenir del deseo.

¿Se puede deconstruir a los viejos y aprender sobre el placer? Hablamos con el término "viejo", porque según la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, las palabras adultos mayores o viejos no son despectivas sino formas de nombrar una etapa, la “vejez”, así como nombramos a los niños por la “niñez”. 

Las transformaciones sociales, a su vez, llegan a impactar en el cuerpo. En conversación con la doctora Bárbara García, ginecóloga obstetra y activista en redes sociales bajo el nombre de Docbarbaragarcia, ahondamos en la importancia de advertir la presencia de ITS en adultos mayores. “Como ginecóloga trabajé para Pami y le hacía preguntas a mis pacientes sobre su actividad sexual y los últimos controles que se habían hecho de ITS y habían sido durante el embarazo. Les comentaba a las pacientes los riesgos de tener relaciones sin preservativo, y durante mis cuatro años de trabajo allí, diagnostiqué de HIV a dos pacientes mayores”, afirma. 

El tema de la deconstrucción no necesariamente pasa por la rigidez de las personas mayores, sino por la falta de educación que se les ofrece. “La ESI es una ley muy buena pero viejista, no habla de las personas mayores, tanto en los adultos como en los niños, para repensar esos prejuicios sobre la vejez”, comenta Carolina Iglesias, psicóloga diplomada en educación sexual integral y coordinadora de talleres antiviejistas. 

Y agrega: "la ESI para viejos es un derecho, porque el derecho a la educación está en el artículo 14 de la Constitución, más cuando se da el fenómeno de la geronto-globalización. En el 2050 se calcula que un tercio de la población argentina va a ser mayor a los 60 años, actualmente hablamos de familias multigeneracionales donde hay varias personas que superan los 80 años. Lo que siempre digo en mis talleres es que uno primero tiene derecho a no saber, y después a aprender, para tener la posibilidad de cuestionarnos. Hay personas que no están dispuestas a cambiar, pero las que sí, lo pueden hacer hasta el último suspiro”, concluye.

Con el aumento de infecciones de transmisión sexual, y las ganas de replantearse modelos sexoafectivos, quizás podemos decir que estamos en una suerte de "Edad en disputa", trastocando el título de la filósofa feminista Judith Butler: “El género en disputa”. De hecho, hay viejos que están cambiando sus propios paradigmas. Tal es así que emergen nuevos relatos, como el de Rosa Rodriguez Cantero, poeta de 76 años que escribe de forma erótica y se define como “payadora sexual”. Publicó libros cuyos títulos dan cuenta de esta problemática y el ímpetu de salirse de ella, aunque sea a través de una palabra que la enuncie: “El amor en los tiempos del Pami” y “Lo senil no quita lo caliente”. 

En este sentido, no habría que hablar necesariamente de “adolescencia tardía” o de un “rejuvenecimiento”. El deseo puede mutar, pero está siempre presente, a veces de forma explícita o a veces a la espera de su despertar. A partir de estos testimonios, y muchísimos más, quizá podríamos simplemente decir que el deseo no se jubila. ¿Por qué pensamos que al deseo se vuelve y no es un camino al que se va?