El prolífico director cordobés Santiago Loza cambió el encierro de la pandemia en 2021 por la posibilidad de filmar una película en Sierras de la Ventana, alejándose totalmente de lo restrictivo que fue ese período, y dando una muestra de libertad no sólo creativa sino vivencial. Sin embargo, no fue el tedio el motor de su puesta en marcha sino varias motivaciones. Empezó a leer otro tipo de géneros literarios a los habituales en su biblioteca y se aferró a la poesía. Cerca de la zona donde fue el rodaje, asistió a un taller de poesía. Para ese entonces, ya había leído a Roberta Iannamico, que vive en esa zona de las sierras bonaerenses.
"También me dieron ganas de seguir contando historias que tengan que ver con la amistad o con vínculos afectivos", dice. Y así fue. Su nuevo film está teñido de poesía. Se titula Amigas en un camino de campo y parte de una situación prácticamente inédita para los seres humanos, como lo es la caída de un meteorito en la Tierra. Pero, en realidad, es la excusa para contar una amistad y una pérdida. El estreno será en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín este jueves 3, y a partir del 10 estará en el Gaumont, Centro Cultural Kirchner, Centro Cultural Recoleta y Museo del Cine.
-¿Se podría decir que desde el lugar que parte la historia, con la anécdota del meteorito, se trata de un relato de dos amigas con una vida común, ordinaria, que están ante una situación extraordinaria?
-Sí, a mí siempre se me ocurren esos personajes que tienen como algo bastante opaco, por llamarlo de alguna manera, y hay algún elemento que hace una especie de salto a lo extraordinario. En este caso, es la historia de una caminata, una road movie a pie. En esa caminata, el pretexto es ir a buscar el meteorito, pero también ellas están haciendo la última caminata, o hacen algo que va a ser recordado. Ese día por algo tiene la cualidad del recuerdo. También tiene lo de los vínculos fraternales: alguna situación especial va a parar a la zona del recuerdo.
-El impacto del meteorito puede funcionar como una metáfora del impacto emocional de estas dos amigas que perdieron a una tercera, como una cuestión de lo incomprensible que significa el impacto de un meteorito para la gente común y también de la ausencia de alguien a quien se quiso.
-Sí, es lindo pensarlo así. No lo pensaba así, tan racionalizado. Para mí, lo del meteorito tiene que ver con la zona de misterio y también de despedida. O el impacto de la pérdida. Pero también con la poesía. La poesía es como una materia extraterrestre, una materia que no sirve, una materia que le da a lo ordinario otra dimensión, como hay algo del lenguaje de la poesía que puja en la materia ordinaria o común y la transforma o le da cierta belleza. Y la materia se resiste a eso. Es una película de despedida, pero también de perderse y encontrar cierto lenguaje que pueda con esa pérdida.
-¿La película es también una reflexión sobre el duelo?
-En parte sí, y en parte está hecha en un momento donde había algo social que tenía que ver con la pérdida. Y en parte, tiene que ver con crecer o pasar a una zona de adultez. Cuando uno se va haciendo adulto, además de que va perdiendo afectos, hay una pérdida permanente. Es como se convive con esa pérdida. Esos personajes eran un trío y han perdido a una amiga y la están duelando, recordando con humor. La van recordando de muchas formas. Pero también había algo en la película que tenía que ver con empezar a envejecer y que eso no está tan mal. Tiene otro ritmo, otra cadencia. Es empezar a aceptar algo que entra más en una zona de despedida.
-En un momento, una de ellas dice “La amistad no puede ser exigente”. ¿Qué mirada tenés sobre la amistad y cómo buscaste plantearla en la película?
-Para mí, la amistad ha sido muy identitaria. Por muchas razones, he formado como familias con amistades. Me sostengo mucho en la amistad. Ha sido muy constitutivo de mi vida laboral, artística y de mi vida personal. Pedro Lemebel dice "Yo no tengo amigos, tengo amores". Yo tengo una relación muy amorosa, muy apasionada, a veces, con la amistad. Inclusive, he tenido acercamientos y distanciamientos con amistades más grandes que con parejas. Ha sido muy difícil alejarme de amigos. Y me vuelvo a encontrar. Tengo una relación muy necesaria con la amistad. Y supongo que muchas gente que se siente medio outsider, en algún momento ha sentido la necesidad de aferrarse a la amistad. La amistad es muy constitutiva. A algo de esto necesitaba rendirle tributo. De hecho, la película está dedicada a una amiga y un amigo que fallecieron y que fueron muy importantes en mi vida. Quiere rendir ese tributo y es súper importante que las dos actrices principales son muy amigas mías. Había una complicidad con eso.
-El sonido ambiente juega un rol importante. ¿El sonido y el paisaje son más que contexto y medioambiente en la historia?
-Sí, el paisaje es casi una protagonista más. Es casi esa ausencia. Se filmó en Sierras de la Ventana y tiene que ver con la poesía de Roberta también. Ella es de la zona. Yo sabía del paisaje por la poesía de Roberta, pero no había ido. Fuimos unos días a aislarnos, por ese momento de la prevención de cómo se filmaba. Nos pasaba que con Eduardo Crespo íbamos descubriendo el paisaje a medida que la película se hacía, que también se hacía un poco cronológicamente. Entonces, había un asombro con ese paisaje tan particular. La filmamos hace dos años a fin de un invierno. Y había como una luz ocre que Edu captó súper bien. Alguien de la zona decía que cuando se van yendo los fríos, cuando el invierno se va aplacando, hay una necesidad de salir a caminar. Y algo de eso pasa en la ficción de la película y nos pasaba haciéndola. Había ganas de estar ahí, caminar, buscar la toma, esperar la toma. La película también se da sus tiempos.
-¿Trataste de generar una historia afectiva donde la compañía es un bálsamo para la soledad, pero evitando caer en el sentimentalismo?
-Sí, por supuesto siempre está el temor de lo cursi. Yo no tengo tanto miedo, pero siempre está. Pero a mí me importa un cine de lo emocional. Me pasa que en lo que escribo y, a veces, en lo que veo o leo, me importa que estén implicadas las emociones. Me sale así. Necesito conmoverme y desentrañar los afectos. Pasa que en los rodajes se arma también una red afectiva en esos pocos días o semanas que se comparten. Me hace bien eso, me dan ganas, me pone activo trabajar sobre afectos, y generar afectos. Tampoco hay que empujarlos. En la película no está empujado.
-¿Por qué elegiste que todo sucediera en un día, como si algo se encendiera con el amanecer y se apagara con la caída del sol en esa relación de amistad?
-Me parecía lindo contar una jornada y que ese paseo que ellas hicieron muchas veces ese día va a ser un día para el recuerdo, para la memoria. Hay como un ciclo de la naturaleza en el contar eso desde el inicio hasta que declina ese día. También era ordenador en esos días que íbamos buscando en la película. Decíamos "Estamos siguiendo el trayecto de un día", con las pérdidas que tiene un día porque un día tiene algo de linealidad, pero sobre todo hay una zona errática, hay horas del día que no parecen seguir una linealidad, por momentos hay una zona de pérdida de conciencia temporal de esa linealidad del tiempo. Pero me parecía ordenador y tranquilizador contar la historia de un día y de una caminata.
-Hay quienes ven a tus historias como minimalistas. ¿Vos estás de acuerdo con esta categorización?
-No sé si estoy de acuerdo o no (risas). Pienso que cuento historias de personajes que, aparentemente, no tienen nada tan importante para decir o no hacen grandes cosas, o grandes movimientos. Me interesa eso, como cierta modestia de esos personajes, que también me conmueve. Pero no sé si es minimalista. La calificación de que algo que sea menor trata de dejar correr a un costado, de acallar ciertas voces. Me parece que esas voces periféricas tienen su poder. Eso me importa, me sigue conmoviendo. Escucho que dicen que mis historias son minimalistas. Digo "Será así". Es lo que me sale, y es en lo que creo y puedo.
-¿Qué encontrás en esa búsqueda de personajes femeninos, como suelen tener varias de tus películas?
-Me pasan varias cosas. Generalmente, me conmueven más las actrices que los actores. También me pasa que hay algo de lo femenino con lo cual me siento muy identificado. Me siento muy femenino en muchos aspectos. Y, a veces, me resulta natural escribir desde ahí. Después, creo que en lo femenino hay cierta libertad con ciertos asuntos emocionales, vitales, ciertas dosis de dolor, donde, a veces, la masculinidad lo ha bloqueado, o no lo puede expresar. Entonces, genera cierto movimiento y cierta energía que los personajes masculinos, a veces, la coartan a esa energía o a esa posibilidad expresiva que tiene lo femenino. La verdad es que me gusta, me sale naturalmente y convivo con eso.
* Las funciones de Amigas en un camino de campo en la Sala Leopoldo Lugones serán el jueves 3, viernes 4, sábado 5 y domingo 6 de agosto, a las 21. Y Martes 8, miércoles 9 y jueves 10 a las 18. En el Cine Gaumont desde el 10 agosto a las 14.15 y 20.15. Circuito Chico: CCK, Museo del cine, Centro Cultural Recoleta.