En la explanada del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, el público esperó el renovado ritual de la inauguración de la Feria Internacional del Libro. El inusual calor de principios de agosto dio paso a un viento que tiró una columna de luces. El tiempo se suspendió con las palabras de Selva Almada. Fueron pura poesía, nombraron al río en su inmensidad y trajeron preguntas. "Espabilemos un poco. ¿Realmente tiene sentido la vieja discusión centro-periferia? Primero, Buenos Aires, seamos honestos, no es el único centro. Aquí estamos en Rosario, que puede sentirse periférica comparada con Buenos Aires pero es central en relación a otras ciudades de la región. Segundo, ¿qué es ser periférico? Pensarlo solo relacionado a lo geográfico sería reducir el concepto", planteó la escritora entrerriana y siguió: "Entonces ¿cuánta de toda la literatura que se escribe y se edita en las provincias es verdaderamente periférica? ¿No hay acaso mucha literatura que se escribe con los mandatos del mainstream aunque no logre serlo por las limitaciones de los mercados regionales? Y algo que me parece fundamental para dar vuelta esta dicotomía: ¿acaso no hay un buen número de escritores y escritoras provincianos que son influencia clave en la literatura del país de las últimas décadas?", dijo la escritora entrerriana, que terminó su intervención con una referencia a Río Paraná, canción que lanzó en 1999 el grupo Suárez, de Rosario Bléfari. 

Así quedó inaugurada la 25° Feria del Libro. Fue el intendente Pablo Javkin quien dio la bienvenida. "Esta edición también es muy especial porque reconoce los 40 años de democracia ininterrumpida. Por eso, me gustaría empezar con una reflexión. Este lugar está cargado de historia y de memoria. Hace poco más de un año, hicimos acá mismo la señalización de lo que fue la Conadep Rosario, un grupo de 13 rosarinos y rosarinas fueron parte de la enorme misión de recopilar testimonios y poner en palabras las atrocidades cometidas por la dictadura militar, y de hacerse eco en el Nunca Más para recuperar la democracia", dijo sobre el valor del edificio donde, hasta el 12 de agosto, los libros, sus lectores y lectoras, las autoras y los autores, llenarán de vida los tres pisos.

El discurso preliminar estuvo a cargo del presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, quien celebró la ocasión pero también hizo un "verdadero llamamiento a todos los candidatos a los que le toque cumplir tareas legislativas y ejecutivas para que reparen detenidamente en la industria del libro". Para Vaccaro, la Feria está fuera de "toda grieta" que -aseguró- no alienta un espíritu mercantil. "Es una gran actividad cultural con eje en la pluralidad, en la diversidad, que necesariamente contribuye al acercamiento de todos", dijo el presidente de la Fundación que co-organiza la Feria. 

El público se congregó para escuchar a la escritora. Selva Almada se tomó unos segundos para ponerse los anteojos rojos y agradeció el honor de abrir una Feria que alguna vez tuvo a "la querida" Angélica Gorodischer en el mismo lugar. La autora de El viento que arrasa, Ladrilleros y No es un río hizo un recorrido delicioso que fue desde su infancia sin río, cuando la imaginación le dibujaba el Mississippi desde Las aventuras de Tom Sawyer. "A los nueve años me hubiera gustado saber que había un viejo poeta muerto hacía poco que también era entrerriano, que había nacido en Gualeguay, a menos de 100 kilómetros de mi pueblo, que había pasado la adolescencia en Villaguay, a menos de 80, y que había vivido sus últimos años en Paraná, la ciudad donde viviría yo unos años después. Me hubiera gustado leer a Juan L. Ortiz mientras leía a Mark Twain. Ver sus fotos de viejo flaco, pelo revuelto, fumando con boquilla, rodeado de gatos. Saber que el poeta argentino más grande de todos los tiempos era entrerriano", hizo fluir su prosa como un río. 

El público colmó la explanada para presenciar la inauguración. Imagen: Andrés Macera.

Porque Selva Almada, una vez más, evitó la grandilocuencia y dio el tono justo. "Los festivales: sin ir más lejos aquí se realiza hace más de treinta años el Festival Internacional de Poesía; y hay festivales más jóvenes que crecen año a año como el Festival Mulita y el Literatura Impenetrable, ambos en Resistencia; el FILT en Tucumán; la Fiesta de la Palabra, en Bariloche; el Festival Intergaláctico de Escritores, también en Tucumán, por nombrar sólo algunos, muchas veces organizados por escritores y escritoras de manera independiente, y que llevan y traen y ponen en contacto y generan encuentros entre lectores y autores de todo el país. Y por supuesto las ferias", enumeró. Y volvió al ejercicio de la pregunta, esa invitación a pensar. "¿No sería más interesante pensar la literatura argentina como un gran río, alimentándose de afluentes, derramándose en otros, sedimentado por voces y escrituras de distintas partes del mapa, con pequeñas islas y bancos que van mutando? Y también orillas, por supuesto, tal vez ahí está la auténtica periferia, en la escritura orillera, de borde y desborde".

En un momento, el viento arrasó con una de las plantas de luces, pero Selva apenas hizo una exclamación y siguió con su tono amoroso. "A los diecisiete me mudé a la ciudad de Paraná y conocí el río. No me acuerdo si fue apenas llegada o si pasaron semanas o meses hasta que se produjo el encuentro. Como sucede con los momentos fundamentales de nuestras vidas, a veces no recordamos los detalles pero el impacto de la experiencia queda para siempre en nosotros: un asombro infantil, una alegría nerviosa", contó. Y siguió: "Fui al río cuando me di cuenta de que quería ser escritora. ¿Se lo habré dicho en voz alta? O solamente lo habré mirado fijo, pensando alto y claro para que me oyera. ¿Habrá sido compartir un secreto o hacerle una promesa?". Habló de escritoras, de sus conversaciones con la poeta Sonia Scarabelli, nombró a hombres y mujeres -entre ellas, a Beatriz Vignoli- que escribieron y escriben. 

Almada construyó una parábola entre el río y la escritura, a partir del audio de una amiga -Raquel- que nada en aguas abiertas. "Entonces, si lo traslado a la escritura tanto afuera como adentro del río es lo mismo: miedo, negritud, no saber. Cada vez que mi amiga se mete a nadar no sabe y tiene que aprender de nuevo. Cada vez que empiezo a escribir no sé y tengo que aprender de nuevo. Por eso me parecen una estafa los manuales, talleres, seminarios que prometen enseñar cómo se escribe una novela (un cuento, un poema, para el caso es lo mismo). Escribí tres y les juro que no sé cómo se escribe una novela", dijo Almada. 

Leer, escribir, encontrarse en actividades que anudan ese ritual íntimo con el disfrute de otras y otros, serán el eje de los próximos once días. Allí habrá espacio para celebrar la palabra que es la materia de los sueños. "Si no durmiera no podría ni soñar/ Con lo que de otra forma nunca encontraría", dice Viento Helado, otra canción de Rosario Bléfari. En su discurso, el intendente habló de un sueño urgente: “Hoy tenemos una lucha sin igual contra los violentos. Si hay un sueño que cumplir, es construir un futuro en paz para nuestros chicos. Para nosotros, la vuelta a la democracia fue un pacto de paz. nuestro deber, con el mandato del 83’, es salvarlos de la violencia”.