En función de la nota “Hemos tenido malos Gobiernos” de Gustavo Grobocopatel en respuesta a la nota de Alfredo Zaiat “Cristina, Eunekian y las boludeces que se dicen”, hay algunas cosas importantes a reflexionar, dado que es estratégico para un país poder analizar el rol de las cúpulas económicas, tanto en el debate sobre los modelos de desarrollo como sobre las crisis.

Por un lado, un signo de pregunta sobre la frase: “en el sector privado si administramos mal el sistema nos hace desaparecer”. Esto podrá ser cierto para las Pymes y para las economías que viven con importantes niveles de competencia, pero no ocurre en una economía oligopolizada y/o monopolizada como la Argentina.

Nunca desaparecen quienes tienen una posición dominante sino que administrando mal mantienen o aumentan su posición de poder. Ni que hablar si cuando escuchamos la frase “administrar bien” nos preguntamos: ¿se administra bien para quien? ¿para los usuarios? ¿o para que los propietarios tengan una renta rápida que luego fugan? Basta ver la historia de las gestiones privadas en Aerolíneas Argentinas, en YPF, o en las proveedoras de electricidad para que quede claro que la supuesta buena administración no llega a los usuarios.

Rol empresario

Respecto al rol de las cúpulas económicas en el desarrollo de los países, es muy importante poder revisar la historia del desarrollo del capitalismo y ver casos como el de EE.UU. y algunos más recientes de países del sudeste asiático, como Corea del Sur.

En ambos casos, primaron las políticas de industrialización y de desarrollo del mercado interno, no el libre mercado. Esto fue posible porque hubo una apuesta público-privada a la planificación del desarrollo, con un Estado proteccionista que estuvo acompañado de empresarios acompañaron la planificación, reinvirtieron sus excedentes y fueron protagonistas de la industrialización.

Los EE.UU. se proyectaron como país desarrollado luego del resultado de la guerra civil, donde el Norte industrialista le ganó a los terratenientes esclavistas del Sur. Este resultado se explica muy bien en el clásico “Lo que el viento se llevó” de Margaret Mitchell, en donde el protagonista le comenta a sus compatriotas sureños que el norte ganará la guerra porque poseen “las fábricas, las fundiciones y los astilleros, todas cosas que nosotros no tenemos”.

Ese desarrollo en el norte se produce con una fuerte protección de la política pública a las industrias nacientes basado en proteccionismo, subvenciones, inversión en infraestructura, ley de patentes para incentivar invenciones y medidas para el desarrollo de un sistema bancario que financie la producción, propiciados por Alexander Hamilton 50 años antes de producirse la guerra. El camino de los EE.UU. fue proteger para acompañar la inversión empresarial y lograr un nivel de competitividad industrial que les permitiera competir en el capitalismo mundial.

Un caso de desarrollo más reciente es el de Corea del Sur, un país donde el ingreso por persona pasó de ser 6 veces menor al argentino en 1960 a ser tres veces superior en 2019. ¿Cómo se explica el desarrollo coreano? Un determinante importante es la planificación sostenida en el tiempo, articulando educación, ciencia, tecnología y desarrollo industrial, que hizo posible el crecimiento de un sistema productivo robusto basado en empresas innovadoras.

Así se explica por qué Corea del Sur inicia primero una senda de crecimiento tan consistente que les permite avanzar e incluso recuperarse rápidamente de las crisis financieras, tal como ocurrió por ejemplo después de 1997. En resumen, el crecimiento es la existencia de una política industrial sostenida en el tiempo con articulación público-privada y con un plan claramente definido a partir de un Estado promotor del desarrollo productivo.

Experiencia local

En la Argentina de los últimos 50 años, se ve una sucesión de gobiernos con discontinuidades en las políticas que dan como resultado general un saldo negativo. Dentro de esas discontinuidades no todo ha sido lo mismo, habiendo tenido procesos de desindustrialización, especulación financiera, endeudamiento, caída del salario y del empleo en los períodos 1976-1983, 1989-2001 y 2015-2019 y un período de recuperación productiva, generación del empleo y mejora del salario entre 2003 y 2015. Pero haciendo las diferencias --que por justicia corresponde hacer-- podemos coincidir que las políticas públicas tuvieron un conjunto de discontinuidades con un resultado final negativo.

¿Qué rol cumplieron las elites económicas en todo este proceso? ¿Fueron neutras y tienen poco que ver con el resultado general del país o fueron parte activa?

Políticamente, las elites se alinearon con las políticas económicas que causaron desindustrialización, especulación financiera, endeudamiento, caída del salario y del empleo, siendo el caso más gráfico el del gobierno de uno de sus miembros -- el del Ingeniero Macri--, que dio como resultado el peor desempeño económico de los últimos 50 años con caída de la economía y quiebra de muchas empresas nacionales.

Las cúpulas económicas han tenido sin duda responsabilidad en las políticas públicas como ejecutores en este último caso, pero también como financiadores de campañas políticas, como generadores de opinión a través medios de comunicación oligopólicos de los que son propietarias y con poder de veto, ya que han abundado maniobras como corridas bancarias o cambiarias cuando querían condicionar una política económica.

En un sentido económico, se puede decir que nunca han apostado a la expansión industrial, ni al desarrollo tecnológico, ni a un mercado interno fuerte, todas condiciones a las que sí han apostado las burguesías de los países capitalistas desarrollados. El comportamiento habitual de esta cúpula ha sido rentista y no emprendedor, buscando siempre dolarizar y fugar los excedentes.

Es bueno que sintiéndose “parte de la solución” puedan seguir el ejemplo de las burguesías de los países capitalistas desarrollados y aporten al desarrollo nacional tanto como empresarios como desde el gran poder que tienen para poder influenciar la política pública.

* Profesor de la UBA y la Universidad Nacional de Quilmes.