Esta foto se publicó el 4 de octubre de 1902 en la Revista Caras y Caretas en una nota póstuma, titulada: “Muerte de la tía Rosa. A los 133 años de edad”. En la imagen vemos a Rosa Pérez sentada con su bastón y una canasta a su izquierda. Allí llevaba empanadas y alfajores, las dos cosas que vendía por la calle para sustentarse. Según explica el periodista, Rosa había fallecido en la última semana del mes de septiembre, sobre su avanzada edad, la nota señala que la información fue brindada por “personas que la conocían”. Respecto del apodo de “tía” no aclara la procedencia, pero da a entender que lo obtuvo ya anciana cuando empezó a trabajar como vendedora ambulante.

Rosa Pérez, había nacido esclavizada por la familia Alzaga. Tras algunos años pasó a ser esclavizada en la casa de la familia Azcuénaga, según relataba la propia Rosa, allí había conocido a San Martín y a Belgrano. No se cuenta nada sobre el lugar donde vivía, ni se presentan más datos sobre su historia, no obstante, el solo hecho de haber trabajado como vendedora en la calle hasta el final de su vida siendo una centenaria, nos muestra su frágil situación socioeconómica. Rosa, por supuesto no es la única víctima del crimen de la esclavitud que nunca recibió una reparación, sino por el contrario, su caso es apenas una muestra de la situación general.

En la nota se presenta un breve diálogo, que el periodista introduce en tono burlón, donde hace hincapié en los supuestos matrimonios que habría tenido Rosa, ella le contesta que: “Antes no duraban los maridos” porque eran obligados a ir a pelear a las guerras. El periodista lejos de conmoverse, hace una broma en relación a la situación de precariedad económica de los hombres afroargentinos a comienzos del siglo XX, acusándolos de viciosos y borrachos.