Se suele afirmar -David Viñas y Ricardo Piglia mediante- que la literatura argentina nace bajo el signo de la violencia política y de la violación. También nace heterocéntrica y centrada en Buenos Aires y sus alrededores. A su vez, desde que, en el origen oficial de la literatura local, los falos de los carniceros federales amenazaron el esfínter del apuesto unitario de El matadero de Esteban Echeverría, pasando por el tálamo nupcial de la Amalia de José Mármol y hasta el asexual Facundo -según la versión de Sarmiento-, el sexo diverso es invisibilizado, poco frecuente o demonizado y el sexo hétero solo persiste a través de las formas de la violencia, el abuso y la muerte.

Quizás porque esos orígenes fundantes funcionan como ficción orientadora, no existe en Argentina un gran corpus literario erótico y mucho menos erótico de corte gay-lésbico-trans. No hay muchas páginas de celebración báquica de la carne y de los sentidos. No hay un Satiricón, ni un Decamerón, ni un festejo a lo Rabelais o a las mil vergas a lo Apollinaire. No hay -tal como en Brasil- sensuales Vadhinos que, aún muertos regresan para seguir garchando. Ni heroínas voluptuosas: Doñas Flores bígamas o Gabrielas que, de piel con olor a clavo y canela, cambian la moral mojigata de una sociedad. Tampoco salvajes féminas como la Doña Bárbara de la literatura venezolana

Ni hablar de militares voluptuosos que, como el soldado Antonio encendiera las nalgas del poeta peruano César Moro, ni taxis con viriles choferes pansexuales que hicieran las delicias de Salvador Novo, ni playas ardientes de chongos como las de la Cuba pre revolucionaria que describiera Reinaldo Arenas. La metáfora fundante de la violación y de la violencia aparece actuar como destino. El campo literario argentino no abunda en goce de los sentidos, pero sí en coitos forzados. La poca apertura al placer de los interiores corporales corre en paralelo a la poca apertura porteña a universalizar la literatura a todo el país.

Por ello y por otros tantos motivos es celebrable y todo un acontecimiento erótico- político-cultural el impulso de Nico Colfer -con sede en Buenos Aires- y de Vir del Mar -con sede en Córdoba- de fundar y codirigir Ojo de loca, la primera editorial argentina especializada en narrativas LGTB+ con perspectiva federal. Asimismo, la editorial tiene como premisa el erotismo desmesurado y una especie de realismo mágico voluptuoso que se sucede a lo largo y a lo ancho del país. Como si se pudieran explorar las orillas desbocadas de Macondo de García Márquez o ir más allá de los límites del deseo y territoriales del Coronel Vallejos de Manuel Puig.

Tal como reza en su manifiesto fundacional: “Ojo de loca es una editorial independiente con perspectiva federal. Se especializa en narrativas LGBT+ contemporáneas que se desbordan del realismo y proponen una degeneración de las cosas, de la realidad en principio. El ojo, con pestañas como pijas o tentáculos, capta la visión degenerada típica de una loca-voyeur que sale de Buenos Aires para internarse en el pantanal, el desierto y la floresta”.

“Ojo de loca” se despliega en tres colecciones. Por un lado, la colección “Yire” dedicada a novelas noveles de autores inéditos surgidos de una convocatoria llevada a cabo entre noviembre de 2022 y febrero de 2023. De allí surgieron los nombres de Cairo Elio (Córdoba), Facundo Giménez (Formosa) y Martino Araujo (PBA) con sus respectivas novelas. En “Animal de compañía” Elio se centra en la historia de Checho, un joven cordobés que trabaja en un taller y cuyas manos llenas de cerámica manchan el teléfono cuando contesta mensajes de sus amantes. A su vez, en “La Caacupé”, Giménez narra el regreso de Ignacio -guiado por la virgen que da nombre a la ficción- a su Formosa natal. En este retorno se encontrará con un universo poblado de canoeros paraguayos con los músculos tallados por los remos y bultos fácilmente inflamables ante cualquier estímulo y, una versión gay del Pombero que, con su facha de enano de falo gigante evoca a algún sátiro de la antigüedad pompeyana. A su vez, en “Zorro merodea” Martino Araujo relata el periplo de dos jóvenes desde Buenos Aires, pasando por Córdoba hasta llegar al paraíso del nordeste brasileño. Como en una versión contemporánea de “Orgía” de Tulio Carella (un texto que merecería ser rescatado para la literatura argentina), los muchachos descubrirán por qué la alegría puede ser brasileña, al festivo encuentro con garotos y cordobeses que, como decía Moria en un audio destinado a hacerse célebre, siempre están prontos para garchar.

Por otro lado, con el sugestivo nombre de “Polvo fijo” aparece una colección destinada a novelas de autorxs ya publicados. De esta partida, será parte “Vamp”, una novela del autor enterriano Ferny Kosiak que combina elementos del terror con un humor marica plagado de elementos camp, en una historia donde lo insólito no es la putez del vampiro sino su surgimiento en el litoral argentino.

Finalmente la colección “Exprés” va a yuxtaponer textos de todos los géneros y estilos posibles. Poemarios, ensayos, cuentos y nouvelles van a formar libros ad hoc, publicados como con urgencia en formatos breves y sencillos. El primer título de esta colección va a ser “Monja se electrocuta delante de otras y causa estupor”, del poeta cordobés Nitsu. En los veintiocho poemas de este volúmen, Nitsu despliega imágenes que atraviesan la ciudad de Córdoba con desparpajo. Nitsu ve la ciudad con una mirada torcida, o retorcida, una sensibilidad que está en fuga. Así en “Apágame un pucho en un callo o Haceme doler, pero no” expresa: Salgo./ Voy hacia los puentes de las vías del tren./Ese horizonte ferroviario me calma, a veces me conmueve,/ es como el mar./ Me cruzo con un hombre de traje, con olor a perfume y a pedo./ eso no me calma, eso no es como el mar”. 

De estas y múltiples maneras, Ojo de loca se propone explorar los imaginarios LGBT+ de territorios históricamente olvidados por el furor urbano. En todo caso, degenerar imaginarios que han estado siempre bajo la potestad del heterosexismo. Así recupera el rol tradicional de la literatura gay militante -que se erigió como poderoso discurso contra los discursos jurídicos, médicos, psquiátricos y policiales que, en un mismo movimiento, creaban, patologizaban y condenaban a la homo y a la transexualidad- y devuelven la idea de que la ficción puede ser un poderoso y eficaz discurso político y campo de batalla y resistencia para las identidades, los amores y las pasiones alternativas a la hetenormatividad.