Una de tantas cosas que nos quedan por el camino en ese otro planeta que es la Argentina vieja, es el misterioso título de don Juan Manuel de Rosas. El hombre era gobernador de Buenos Aires, algo claro y entendible. Pero también era brigadier general sin haber servido bajo bandera ni un minuto, lo que indica una manera de decir comandante en jefe. Pero el misterio es lo de Restaurador de las Leyes, que suele explicarse rapidito recordando el período de anarquía y guerra civil de comienzos de la década de 1830.
Es verdad que andábamos a los tiros y mal, pero Rosas lo adoptó más por el bandidaje suelto que por las guerras, que al final se hacen de uniforme y en formación. La provincia que tomó el flamante gobernador era peligrosa y chuza, fuera de control en sus esquinas oscuras y sus caminos solitarios. Para desgracia de los malandras, Rosas entendía su posición bastante a la romana, en eso de que el cónsul es también magistrado, hombre de ley. Era una promesa de campaña, diríamos hoy, y al Restaurador le encantaban las cosas legales.
Un viejo legajo de 1845 encontrado en 1972 por un historiador en los archivos de la Alcaidía de Paz de Bahía Blanca es un caso ejemplar del interés por estos temas del gobernador, un tipo bastante anal retentivo. Resulta que en una pulpería de Ranchos asesinaron a fines de junio de 1845 a un norteamericano con el improbable nombre de Almendro Beaca e hirieron de una puñalada -y un par de rebencazos en la cabeza- al pulpero "yngles". El juez de paz Benjamín García le escribió al Restaurador el primero de julio un parte dando la novedad. Primera pista: ¿por qué le escribía a Rosas por un crimen común?
El parte es notable por su ortografía, y arranca con el por entonces normal ¡Viva la Confederación Argentina! y afirma que "El Juez de Paz que suscribe pone en el superior conocimiento de SE que el 20 de junio del pasado á la noche mataron al Norte Americano Almendro Beaca, en la casa pulpería del Ingles Dn Felipe C, el cual fue muerto con un Acha, y dos puñaladas mas, y al otro le dieron dos revencazos con un revenque con argolla de fierro, y también una puñalada en la barriga, pero no mortal. Este hecho fue cometido por tres individuos que habian estado dos días en la casa, los cuales fugaron sin robar por haber hido el herido á dar parte a la vecindad, y ir un Teniente Alcalde. Exmo Sor".
"He tomado todas las medidas que he conciderado útiles para la captura de dichos, pues en el momento pase órden a todos los Alcaldes para que saliesen a perseguirlos, pero á pesar de estas diligencias no se han podido agarrar, pues se ignora quienes son; hasta la fecha handan las partidas recorriendo toda la sección de mi mando; lo mas que he conseguido saber es que esa noche robaron tres caballos á un vecino del Espartillar que es adonde cometieron el hecho, Cuartel 2. Dios guarde á SE muchos años, Exmo Sr".
La nota llegó a Buenos Aires a matacaballos en cosa de un día, y Rosas la contestó de inmediato. El papel está fechado el tres de julio y es una pieza ejemplar de furia: el Jefe estaba lívido... "Ha faltado y sigue faltando a lo más sagrado de su deber, porque ni ha formado el correspondiente sumario ni circulado los prontos avisos al Gefe de Policia, y á los Jueces de Paz de la campaña, con la exprecion de las señales de los asesinos, de las prendas de Vestuario, y demas datos por los que conosca o sospeche quienes pueden serlo. Que llega a tal punto su criminal proceder que ni aún en el parte que importa la antecedente nota al Gobernador de la Provincia hace referencia de aquellas circunstancias".
La lluvia de acusaciones sigue diciendo que es un "apático", que no usa el formulario corrrespondiente y que no tiene la excusa ni de la falta de estudios. Rosas ordena que el caso "buelba" al juez de paz para que de inmediato haga las cosas como corresponde y le pase la descripción de los sospechosos a la policía y a los demás jueces de paz de la zona. Como para que quede en claro, el Restaurador ordena girar copia los otros jueces, de modo de quemar a García con los colegas.
Rosas jurista veloz, funcionando como una suerte de Consejo de la Magistratura unipersonal e instantáneo.
En la carpeta encontrada en Bahía Blanca no figura el destino final de García, aunque da para pensar que no lo habrán ascendido. Lo que sí aparece es un resultado de la pateadura recibida del jefe supremo, una comunicación del juez de paz del 4 de julio al subjefe de policía Pablo Alemán donde le daba toda la información. Ahi se dice que Almendro Beaca se llamaba en realidad Bernardo y que sí le había dado noticia a los demás jueces de paz cercanos. También se describe a los sospechosos, uno "moreno, de estatura regular, delgado de cuerpo, poncho de paño azul usado, sombrero de pelo negro id, chaqueta de paño nuevo color paza, una manta pampa de chiripá; los otros dos jóvenes el uno como de veinte y un años, y el otro como de diez y nueve; blancos, rubios y colorados de cara, parecen hermanos, los nombres se ignoran".
"Los caballos que llevaban eran cuatro, uno moro, otro colorado rabon, uno obscuro maltratado, y un saino obeso. La noche que cometieron el hecho, se robaron tres caballos de un vecino que vive como a un legua de donde fue cometido el hecho. Estos hombres pasaron dos días en la pulpería dicha: el asesinato fue hecho con una hacha de la casa y luego le dieron dos puñaladas, y al otro le dieron con un rebenque en la cabeza, y le diéron una puñalada pero no fue mortal que le privase la existencia".
El juez especula con que le principal sospechoso es "un tal Antonino Lezcano", con antecedentes ya que "fue remitido por éste Juzgado de Paz dos ocasiones a disposición de SE (el subjefe de policía)". El final es una confesión de impotencia porque los tres no aparecen por ninguna parte.
El subjefe Alemán era bastante más vivo que el desangelado juez de paz de Ranchos, e inmediatamente le mandó una copia limpia del informe al primer edecán del gobernador, Manuel Corvalán, pidiendo que se lo pase enseguida. El documento llegó el siete de julio y el mismo día Rosas dispone que "circulese sin demora, con calidad de urgente, á todos los Jueces de Paz de la Campaña, y al Gefe interino de Policía, este expediente en copia legalizada, tan importante por la luz que ya dá la antecedente nota del Juez de Paz de Ranchos fecha 4 del corriente respecto de quienes son los asesinos".
"Y fecho, pase el original al referido Juez de Paz de Rancho pa qe lo agrégue al Sumario qe está levantando de este asesinato".
Los papeles salieron volando al sur de la provincia, sellados y refrendados por Antonino Reyes, uno de los secretarios oficiales de Rosas. Los asesinos nunca fueron capturados. El juez no fue despedido, tal vez porque faltaba quien aceptara un puesto en esos lejanos y chuzos andurriales.